El Amor Es Ciego... (CAMREN)

Parte 35

Camila estaba sentada en la mesa de la cocina tomando una taza de té cuando Lauren fue hasta la cafetera. Como siempre, la pequeña castaña había hecho el café de Lauren a la vez que su propio té. El mismo pequeño pensamiento atravesó su conciencia como cada mañana: se preguntó qué haría sin esa joven. Volviéndose hacia la mesa, murmuró un gracias y se paró al mirar el rostro de Camila. No puedes vivir con una mujer tan observadora como Lauren y pretender que no note que había pasado la noche llorando.

― Cariño, ¿qué pasa? -preguntó Lauren con preocupación.

― Yo... -comenzó Camila, pero calló de golpe y le ofreció a Lauren un pedazo de papel.

Lauren miró a la sentada mujer y rápidamente leyó la carta de la Universidad de Chicago. No se esperaba esto. Por supuesto, los inviernos de Chicago no serían peores que los de Mercer, ¿no? Mientras pudieran seguir juntas, podrían ser una familia donde fuera.

― Es una buena noticia, ¿no? Me refiero a que el hombre con el que has estado trabajando era el mejor según tú, Camz. Bueno, ¡demonios!, puedo hacer lo que hago donde sea, si nosotras... -fue entonces cuando Lauren miró a los ojos de Camila. La joven retiró su mirada y Lauren finalmente se dio cuenta. No habría un "nosotras" en esta historia.

Sus rodillas flaquearon y se sentó con rapidez en una silla de la mesa, frente a Camila.

― Oh... -fue todo lo que la mente de Lauren fue capaz de decir.

La artista miró nuevamente la carta que tenía entre sus manos. Sus dedos atravesaron su despeinado cabello en un intento de darse tiempo para comprender qué estaba sucediendo. Lo único que podía sentir era su sangre, golpeándole furiosamente en las sienes. Entonces recordó las preguntas que Camila le había hecho la noche anterior. ¿Camila quería dejarla porque pensaba que estaba en medio?

― Camila, si es por lo que me preguntaste ayer por la noche, sobre lo de que no quede con nadie... -comenzó Lauren, pero fue interrumpida de golpe.

― He conocido a alguien. -dijo Camila rotundamente. Lauren sintió como si le hubieran golpeado en el estómago. Despacio, tomó aire para alejar la sensación de náusea.

― ¿Qué? -preguntó Lauren sin podérselo creer.

― En Chicago, en la Universidad. -explicó Camila, sin poder mirar a los ojos de Lauren.

Camila no quería mentir, pero sabía que Lauren la conocía muy bien. La artista lo notaría y Camila sabía que no sería capaz de pelear ante los persuasivos argumentos de Lauren. Camila hizo lo único que sabía hacer. Hizo que Lauren se sintiera como si estuviera en medio del camino a su felicidad. Camila se dio cuenta de que a Lauren no le importaba si encontraba a alguien para sí misma, pero le importaría el negárselo a Camila. Así que la joven se inventó un amante como argumento.

Lauren se sintió como si se muriera en esos momentos. Las palabras de su madre llegaron hasta ella y tenían razón. Nunca le había dicho a Camila la verdad de su corazón y si había existido la oportunidad antes, ésta se había esfumado. El corazón de Camila finalmente había encontrado a alguien más.

Alzó la mirada hacia la joven frente a ella. La cabeza de Camila estaba inclinada y las lágrimas comenzaron a escaparse de sus ya inundados ojos. Como siempre, esas lágrimas llegaban al corazón de Lauren como ninguna otra cosa hacía, o pudiera nunca hacer. Lauren se maldijo a sí misma en silencio. Camila estaba disgustada seguramente preguntándose cómo se habría tomado Lauren la noticia. Pensando probablemente en cómo Lauren podría estar sin ella. Dios, ¿alguna vez ha pensado esta mujer en sí misma?

Lauren decidió justo ahí, en ese momento, que no lloraría; ni una sola lágrima, no delante de Camila. Sería fuerte y haría que fuera lo más fácil posible para la joven. Lo soportaría y haría que Camila creyera que era lo mejor que existía en el mundo. La joven castaña había tomado una decisión por amor y eso era más de lo que Lauren pudiera decir que hubiera hecho. Sería fuerte por Camila, y después, cuando todo hubiera terminado, se hundiría.