Parte 6

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Camila entró en el oscuro bar y tuvo que entrecerrar los ojos y pararse por un momento hasta que sus ojos se acostumbraron a la escasa luz del interior. Eran las dos de la tarde y el bar estaba bastante vacío, excepto la sala de atrás donde estaba la mesa de billar. Camila podía escuchar las el sonido de las bolas golpeándose las unas contra las otras y cayendo por los agujeros.

― Hola, Shawn. ¿Está aquí? -preguntó Camila, sin molestarse en enseñar al barman su falsa identidad mientras alcanzaba la bebida que le había puesto de inmediato. Camila era una habitual y Shawn sonrió a la pequeña mujer.

Shawn era el propietario del pequeño bar. De ambiente para motociclistas, era también donde todos los universitarios compraban el alcohol y las drogas. Por supuesto, eso hacía que fuera el lugar favorito de Lauren.

― Yeap, mejor le das una razón para irse. Está ganando de nuevo y ya sabes que a Austin eso no le gusta demasiado. -respondió Shawn.

― Lo haré. -replicó Camila. Le agradaba Shawn, no importaba lo que pensara la gente de la zona sobre él. Era un hombre delgado y alto, que vestía con las antiguas vestiduras de los Ángeles del Infierno que Camila sospechaba eran auténticas.

Camila se dirigió al final del bar. Se acercó mientras miraba a Lauren levantarse de la silla y levantar las manos. La ojiverde llevaba una pegada camiseta negra con sus habituales vaqueros desgastados. Su fibroso cuerpo llamó la atención de inmediato a la joven.

Oh, Dios, ayer cometí un gran error. -Antes de que Camila pudiera estudiar sus pensamientos más en profundidad, Lauren levantó la mirada y le sonrió. Mirar el rostro de la pequeña mujer hizo que su vientre se contrajera. Durante un momento de descuido, Camila mostró una evidente mirada carnal en sus ojos, mientras miraba a la artista. Su cara volvió a su apariencia natural en cuanto Lauren sonrió.

Camila se acercó y apoyó su botella en la silla donde estaba la chaqueta de Lauren.

― ¿Quieres otra? -Camila levantó la vacía botella de Lauren. ― Hoy he recibido mi mensualidad. -susurró.

― De acuerdo, por mí sin problema. -Lauren le guiñó un ojo mientras Camila volvía a recorrer el camino a la barra del bar.

― ¡Desearía tener una buena mujer que me tratara así! -gritó Austin a la mujer pelinegra.

― ¡Quédate fuera de eso! -le respondió Lauren, observando trasero de Camila mientras se alejaba. A Lauren le gustó imaginar que alguien como Camila pudiera pertenecerle.

― Okay, te toca Lauren. -la llamó uno de los hombres.

Camila llevaba un a botella de cerveza en su mano mientras regresaba, pero Lauren consiguió ver una extraña expresión, casi triste, en el rostro de la joven.

― Hey, ¿estás bien? -preguntó Lauren rozando la mejilla de Camila.

― Si, estoy bien... -mintió Camila.

Lauren se acercó a Camila y dejó descansar su mano en su hombro. Camila miró los verdes ojos de su preocupada amiga, observando lo enrojecido que estaba y sintiendo el olor a marihuana en la ropa de la mujer. Sabía que Lauren no había vuelto a casa la noche anterior porque ella había estado allí toda la noche, gran parte de ella con alguien que no era su compañera de habitación.

El impaciente jugador de billar se acercó a las dos mujeres.

― He dicho que te toca. Bésala, fóllatela o juega al billar... estaré presente en cualquier caso, pero sea lo que sea, ¡hazlo ya! -todo sucedido tan rápido que Camila entendió demasiado tarde lo que estaba pasando, Lauren lanzó su mano izquierda y agarró la garganta del hombre. Los músculos del brazo de la ojiverde se tensaron y se levantaron dejando sin aire al hombre.

― No me gusta que uses ese tipo de lenguaje delante de ella. -siseó Lauren al hombre que tuvo que arrodillarse. ― Discúlpate.

― Lauren, por favor... suéltalo. -pidió Camila a su amiga.

― ¡Discúlpate! -dijo Lauren apretando un poco más al hombre que sólo podía intentar agarrarse al brazo de la mujer que tenía ante sí.

― Discúlpate con la linda dama, Justin... Ahora. -ordenó Austin al arrodillado hombre.

Justin jadeó una disculpa y Lauren lo soltó inmediatamente. Él se desplomó en el suelo, tomando aire en sus necesitados pulmones, fulminando con la mirada a la ojiverde.

― Bien, Lauren, preséntame a esta hermosa dama. -dijo Austin.

Lauren frunció el ceño al afable motociclista, tratando de discernir si estaba intentando tomarle el pelo o no. Observando la relajada sonrisa en la cara del hombre castaño, presentó a su compañera de habitación.

― Ahora, a jugar billar. -dijo Austin, golpeándose ambas manos.

― No puedo, tengo que irme. ,replicó Lauren, volviéndose hacia Camila.

― Vamos, una última partida por cien dólares. -dijo Austin con naturalidad.

― ¿Y de dónde coño voy a sacar yo cien dólares? -preguntó Lauren con una sonrisa.

― ¡Hey, creía que habías dicho que no habláramos de ese modo delante de ella! -se quejó Justin.

― Noooo... -Lauren sonrió perversamente al hombre. ― He dicho que no me gusta que hables de ese modo cerca de ella. Y repito, Austin, ¿de dónde voy a sacar esa buena cantidad de billete? -preguntó Lauren cogiendo su chaqueta.

― ¡De mí! -exclamó Camila.

― Ahí lo tienes... tu dama te financia... -rió Austin.

Lauren cogió del codo a Camila y la alejó de los rientes motociclistas.

― Camila, guarda tu dinero. -le dijo Lauren en un susurro.

― Pero le puedes machacar, te he visto jugar. -replicó Camila.

― ¿Y si pierdo, qué? ¡Estarás sin dinero el resto del mes!

― Creo en ti... -respondió Camila a la ojiverde.

Era una respuesta simple, pero para Lauren implicaba mucho más. Años más tarde, cuando su confianza en sí misma disminuía, echaba la vista atrás y recordaba que Camila era la única persona, al margen de su madre, que le había dicho esas palabras. Lauren recompensó a la joven con una de sus brillantes sonrisas y se volvió a los hombres.

― Aplastémosles. -dijo a Camila, dejando de nuevo su chaqueta negra por el respaldo de una silla.

*****

Hasta mañana. Buen descanso a todas.

Atte;

×Sarah.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now