Parte 42

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— Adelante. -respondió Lauren a la llamada en la puerta de su despacho.

— Lolo... -comenzó Luna.

— Ni en broma. -dijo Lauren sin mirar. La artista retiró su Rolodex y se apoyó en su sillón. — Luna, tu madre es la mujer más abierta y menos crítica que conozco. Simplemente dile que eres gay, no será tan malo.

— Va a enloquecer, lo sé. O no va a querer conocer a Sofi. -replicó Luna aterrorizada.

Sofía Estabao, la joven de la tienda de arte había llamado a Luna al menos tres veces a la semana hasta que Luna la invitó a cenar a casa. Una vez que pareció que las dos jóvenes parecían ir en serio, Lauren había tenido que parar el tema. Le dijo a Luna que no podrían tener una cita, a parte de que Sofía fuera a casa, hasta que pasaran los seis meses. Después de eso, podría preguntar a su madre cuáles serían las reglas.

Lauren estaba orgullosa de que Luna hubiera sido sincera con Sofía desde el principio. Le contó a Sofi todo sobre el por qué ella estaba en California. Sorprendentemente, la joven había dicho que podría esperar hasta que los seis meses de Luna hubieran acabado y dónde pasaran el tiempo juntas hasta entonces le daba igual. Lauren pensó que Luna tenía una ganadora para su primera relación seria.

— Luna. -se rió Lauren — ¿De dónde has sacado esas sensaciones sobre tu madre? La conoces mejor que eso. Mira, tengo que ir a Los Ángeles a la galería de inmediato, eso les dará tiempo a ti y a tu madre hasta la tarde para tener una buena charla madre-hija. Simplemente se sincera con ella y apuesto a que no te defraudará, ¿vale?

— Vale. -dijo Luna abatida.


* * * * *



Camila cerró sus ojos. Una suave sonrisa surgió en sus labios. El sol se sentía deliciosamente cálido en su piel. El calor del día evaporaba rápidamente la humedad de la piscina. Ah, California. Podría definitivamente acostumbrarse a esto.

— Hey. -dijo Luna, sentándose en la hamaca de la piscina al lado de la de su madre. — Lauren tiene que ir a la galería, ha dicho que volvería para la cena y que quería traernos algo genial.

— Suena bien. Lauren siempre ha conocido los mejores restaurantes de California. -sonrió Camila.

La escritora miró a su hija sentada junto a ella y rozó tiernamente su mano por su mejilla.

— Estoy tan orgullosa de ti, Luna. La manera en que has tomado el control de tu vida. No me siento tan mal por haberte mandado aquí, no después de verte así. -las lágrimas comenzaron a caer de los ojos de Camila, pero no podía detenerlas. — Siempre he querido esto para ti, Luna. Simplemente que fueras feliz y estuvieras sana. No puedo decirte lo orgullosa que estoy de ti.

— Podría decirte lo mismo, mamá. He aprendido muchas cosas de ti, estando aquí con Lauren.

— ¿Qué tipo de cosas? -preguntó Camila.

— Cosas de las que no hemos hablado. Lauren y yo hicimos un pacto de que podíamos preguntarnos cualquier cosa y que tendríamos que decirnos la verdad. -respondió Luna.

— Y ¿lo han llevado a cabo? Lo de decir la verdad…

— Oh, si. -replicó Luna recordando algunas de las duras verdades que ella y Lauren habían aprendido la una de la otra durante aquellos cinco meses.

—¿Y crees que yo no te diría la verdad? -le preguntó Camila.

— No es que tú me mintieras, mamá, simplemente no hemos hablado de ese tipo de cosas. Nunca me has contado nada de cuando eras pequeña o cuando estabas en la universidad. Creo que hasta que Lauren no me habló de ti, no te conocía de verdad. -terminó Luna suavemente.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now