Parte 19

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Enero, 1986

― Oh, sí... eso es, cariño, justo ahí... -gimió Lauren, acercándose aún más para tomar el pezón de la mujer entre sus dientes.

Una joven castaña se sentó sobre sus caderas. Su falda estaba sobre su cintura, se habían deshecho de sus medias incluso antes de llegar a la cama. Parecía que Lauren prefería pequeñas castañas en aquellos días. Eso la ayudaba a imaginarse que era el cuerpo de Camila el que le daba todo ese placer.

Lauren gimió de nuevo de placer. Había aprendido la lección del alcoholizado encuentro en el bar y había enseñado a su cuerpo a no decir el nombre de Camila en medio de la pasión, a pesar de que era la imagen de la cara de la joven escritora la que empujaba a Lauren.

La camisa de la artista estaba desabrochada, todavía aferrada a sus anchos hombros. Los botones de su vaquero estaban abiertos y la mano de la joven desapareció por entre los oscuros remolinos de entre las piernas de la artista. Los dedos que comenzaron a acariciarla sabían lo que hacían y Lauren se tumbó en la cama, dejándose atrapar por las sensaciones con la visión en su mente. Un par de caladas. Unas pastillas, y tenía un buen polvo, uno que le permitía creer que era realmente Camila la que estaba sobre ella. Las caderas de la artista comenzaron a convulsionarse con urgencia contra los dedos que se deslizaban dentro de ella.

― ¿Lauren? -la voz de Camila surgió al otro lado de la puerta de la habitación.

Camila entró a la casa, llevando a su malhumorado pero finalmente dormido bebé con ella. A Luna le estaban saliendo los dientes y parecía que el bebé sentía que si ella no podía dormir por la noche, nadie lo haría. Luna había estado tan rabiosa que Camila se había ido de su reunión del grupo de escritura antes de lo normal. Dejó a la niña en la cuna, volviendo a la sala de estar. Había visto el coche de Lauren en el garaje y se preguntó si la artista estaría en su habitación. Atravesando el hall llamó la Lauren.

Los ojos de Lauren se abrieron de golpe ante la voz de Camila y casi lanzó a la mujer que tenía sobre ella al suelo.

― ¡Mierda! -dijo Lauren, abotonándose rápidamente la blusa y subiéndose los vaqueros. ― Estaré fuera en un minuto, Camz...

― ¿Quién es esa? -preguntó la joven, tratando de arreglar su falda y su poca dignidad.

― Mi compañera. -respondió Lauren bruscamente.

La castaña agachó la mirada hacia el anillo en el dedo de Lauren y la volvió a alzar a la artista.

― ¿Estás con alguien?

― ¿Cuál es el problema? -sonrió Lauren. Había decidido no decirle nada de que Camila estaba en su vida.

Justo en ese momento Luna se despertó y empezó a llorar de nuevo.

― ¡¿Y tienes una hija?! ¡Eres una zorra! -pero Lauren simplemente reía ante la enfadada mujer. Si la noche de placer se arruinaba era hacerle feliz porque no debería devolver el favor.

Lauren siguió a la castaña mientras hacía el camino hasta la puerta principal. Pasó junto a Camila que iba hacia la habitación de la niña.

― Lo siento mucho... -le dijo a Camila. La joven escritora sólo se mantuvo con la boca abierta ante la joven. ― No lo sabía, quiero decir, no tonteo con mujeres casadas... -continuó la mujer para divertimento de Lauren y confusión de Camila.

La mujer se volvió viendo la mirada divertida en el rostro de Lauren, y entonces anduvo hasta la puerta.

Camila sólo pudo sacudir su cabeza y pasar por al lado de su alta amiga hacia la habitación de Luna. La pequeña mujer comenzó a soltar los primeros botones de su blusa, mientras Lauren la seguía a la habitación de la niña. Camila levantó al lloroso bebé fácilmente hasta sus brazos y se apoyó en la gran mecedora. Lauren se la había regalado una vez Camila había vuelto a casa. Aposentó a la hambrienta niña contra su seno y acarició con ternura la cara del bebé.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now