Parte 41

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— Camila, cariño, despierta. Son más de las tres, ¿quieres ir a la cama? -preguntó Lauren a la dormida mujer acostada casi por completo en ella.

En algún momento de la noche los dos mujeres habían caído dormidas mientras el fuego se apagaba hasta quedarse en unas ascuas. Ahora el cuerpo de Lauren estaba siendo usado prácticamente como almohada por su vieja amiga, la pierna de la pequeña castaña cubría sus muslos.

— Uh unh... está muy bien aquí. -murmuró Camila adormilada, apretando aún más su agarre a la cintura de Lauren y hundiendo su rostro en la suave piel del cuello de Lauren.

La artista podría haber gemido de placer ante la sensación del medio cuerpo apoyado contra el suyo. Si Camila no se quería mover Lauren sería la última persona en la tierra que le dijera lo contrario. La artista rozó con sus labios la frente de la castaña, apoyando la espalda más cómodamente en el respaldo del sofá. Camila se acurrucó más profundamente y Lauren susurró:

— Buenas noches, Hobbit²…

— Buenas noches. -murmuró Camila.

Lauren se relajó y disfrutó del peso del cuerpo de la mujer en el suyo y cómo sentía sus brazos, acercando a Camila algo más. Tuvo una sensación de que Luna enloqueceria si las encontraba así por la mañana, pero en esos momentos era el más lejano de sus pensamientos.

* * * * *

Lauren gruñó y se giró. Tendría que recordar no volver a quedarse dormida en ese sofá; la espalda la estaba matando. La artista abrió unos dormidos ojos y se dio cuenta de que estaba sola, pero el distintivo aroma de comida le avisó de que dónde se encontraba su compañera de sofá. Sonrió. Dios, era tan fácil volver a caer en viejos hábitos.

Se acercó a la cocina y se encontró que Camila estaba haciendo lo mismo. La pequeña castaña vestía una camiseta de camuflaje y unos pantalones de cordón. Su pelo aún estaba húmedo de la ducha.

— Buenos días. -murmuró Lauren. — Creía que estabas cocinando.

—Hey, estoy de vacaciones. -dijo Camila con una sonrisa. Deslizó un brazo alrededor de la cintura de la artista y entró en la cocina con ella.

— Ya era hora, comenzaba a pensar que nunca se levantarían. -dijo Luna mientras ponía más mantequilla en la máquina de gofres. La joven había encontrado ese aparato dos meses atrás, metido en un rincón de la cocina de Lauren y había descubierto que era más fácil que hacer crepes.

— Iba a despertarlas, pero estaban roncando tan alto que era como si estuvieran acabando con el mundo. -dijo Luna a Lauren.

— Yo no ronco. -replicó Lauren a la defensiva.

— Oh, sí que lo haces. -rió Luna.

— ¡Camz, dile que no ronco! -Lauren miró a su amiga en busca de apoyo.

— Umm, bueno, la verdad es que... sí que lo haces. -dijo Camila disculpándose.

— ¿Qué? ¿Desde cuándo? -preguntó Lauren estupefacta.

— Bueno, no me había dado cuenta antes, pero lo he notado cuando dormimos juntas esta noche. -respondió Camila.

Ahora le tocaba a Luna quedarse estupefacta.

— ¿Cuándo hicieron qué esta noche?

— ¿Qué? -preguntó Camila a su hija.

— Has dicho que han dormido juntas. -repitió Luna.

— No puedo creer que ronque y nadie me lo haya dicho. -continuó Lauren en su propio tema.

— Cariño, no es lo que parece.  -respondió Camila.

— ¿Duermen juntas y no crees que es lo que parece? -replicó Luna.

— Vale, ¡Silencio las dos! -levantó la voz Camila para ser oída por encima de ambas mujeres. — Dios, ¿siempre tienen este tipo de estimulación antes del desayuno? -Camila se masajeó las sienes. — Tú. -señaló a Lauren. — Lo siento, cariño, pero sí, en algún momento en estos quince años has comenzado a hacerlo, aunque bueno, es más como una fuerte y relajante respiración.

— Ronquido… -masculló Luna por lo bajo.

— Tú, silencio. -reprendió Camila. — No es molesto, Stretch¹, es más bien tierno. -terminó Camila con una sonrisa. — Y tú. -señaló a Luna. — Nos quedamos dormidas en el sofá mientras hablábamos. Hemos dormido allí. -Camila se movió y sonrió con aprobación a las dos máquinas de café, una con té y la otra con café en sus jarras. — Te ha enseñado bien, mi niña. -bromeó a su hija, sirviendo una taza de té para ella y ofreciendo a Lauren su café.

— ¿Ves? Te dije que no roncaba. -Lauren golpeó suavemente el hombro de Luna y gruñó mientras se movía.

— Haha, simplemente estaba siendo amable. -replicó Luna.

— Mira, pequeña, no eres tan pequeña como para que no pueda patearte hasta aquellas colinas. -devolvió Lauren.

— Oooohh, eres tan macho... ¿Tú y qué ejército? -disparó Luna. Lauren y Luna se sonrieron, volviendo de repente sus rostros hacia Camila. Lauren se sentó en la mesa y miró a su vieja amiga con una sonrisa avergonzada.

— No tengo ni idea de dónde se ha sacado eso. -dijo Lauren inocentemente.

— No me lo puedo imaginar. -dijo Camila, sacudiendo la cabeza.

* * * * *

Yo puedo hacerlo, mamá. -dijo Luna, levantándose de la mesa de desayuno cogiendo los platos sucios de las manos de su madre.

— Bueno, mientras te encargas de limpiarlo, pequeña, me voy a dar un baño caliente. Ese sofá me ha machacado la espalda. -dijo Lauren. — Camz, ¿qué quieres hacer hoy? -preguntó, poniéndose un café para llevárselo.

— Dormir. -sonrió burlonamente la pequeña castaña. — No me importaría estar un rato en la piscina.

— Lo que necesites simplemente grítalo, Luna sabe dónde están todas las cosas. No quiero pasar de ti, pero tengo que hacer varias llamadas para dejar varias cosas preparadas para la exposición. Luna se asegurará de que no te sientas sola. -sonrió Lauren a la castaña mientras ésta alzaba la mirada hacia la artista algo dormida.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now