Parte 7

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Camila y Lauren estaban tumbadas en la alfombra, frente a la chimenea. La Fraternidad estaba en el típico caos de un viernes por la noche, pero alejadas del resto del piso como estaban, los sonidos eran completamente silenciosos. El estéreo de Lauren estaba sintonizado con poco volumen en una frecuencia de radio local de jazz y ambas mujeres estaban relajándose después de la pizza que literalmente habían devorado.

Camila había intentado darle el dinero ganado de la partida de billar a Lauren pero la ojiverde se había negado. Le dijo que sería feliz con una pizza y un pack de seis cervezas. Lauren rodó por el suelo y cogió su chaqueta, buscando en los bolsillos por un mechero.

― ¿Tienes alguna cerilla, Hobbit²? -Lauren giró sobre su estómago, mostrando el porro frente a Camila. ― ¿Lo compartimos? -ofreció.

Camila sacudió su cabeza, como respuesta y exasperación. En el último mes Lauren parecía estar siempre drogada. Fumaba porros para relajarse y tomaba pastillas para meterse en la cama de cualquier estudiante. El último par de meses habían sido especialmente malos, y Camila había comenzado a preocuparse por el enganche de su amiga a las drogas.

― ¡Ajá! -Lauren encontró su mechero en el bolsillo de la chaqueta y se sentó en el suelo. Justo cuando estaba a punto de encender el cigarrillo, Camila alargó la mano y la colocó sobre los dedos de la pelinegra.

― Esta noche no, ¿Sí, Stretch¹? -pidió Camila.

Lauren miró a la joven y sintió perder de nuevo su corazón. ¿Cómo podía decirle que eso se había convertido en un hábito porque la ayudaba a olvidar, a sentir, y a aceptar? Olvidar que Camila nunca le pertenecería, que la mujer a la que amaba nunca la amaría. Sentir algo cuando cualquier otra mujer la tocaba e imaginaba que era Camila acariciando su cuerpo. Todo ello para aceptar que Camila nunca podría estar con ella en ese sentido; nunca la amaría como ella hacía.

Pero la ojiverde tenía problemas para negarle cualquier cosa, así que Lauren simplemente sonrió y dejó el porro a un lado.

Camila devolvió la sonrisa a su amiga a modo de agradecimiento y la mirada de tristeza anterior volvió a cruzar su rostro.

― Hobbit², ¿qué sucede? Y no me digas que nada porque no me lo creo. -preguntó Lauren.

Camila lanzó una medio sonrisa a su amiga y la dijo la verdad.

― Me he acostado con Matthew esta noche. -dijo Camila sin mirar a los ojos de su amiga.

―Me lo imaginaba. -replicó Lauren suavemente.

Realmente Lauren sabía lo que había pasado en su habitación aquella noche. Tenían un sistema para evitar momentos vergonzosos. Si una o la otra estaba con alguien, dejaban el cartel de «No molestar» que Lauren había robado de un motel cercano colgado en la puerta. Cuando Lauren había vuelto de su cita, que no había sido mucho más que un rápido revolcón, en un coche en el parking de la biblioteca, la artista se había sorprendido al ver el aviso en la puerta. Camila nunca lo había puesto. Lauren escuchó a través de la puerta y unos sonidos inconfundibles surgieron de la habitación rompiéndole el corazón. Por supuesto, no había oído a Camila, pero oía gemidos de hombre y podía imaginarse que Matthew había logrado finalmente lo que deseaba.

Lauren no pudo retirarse lo suficientemente rápido. Nunca se había parado a pensar en las noches que Camila debía haber vuelto y haber oído el mismo tipo de sonidos. La joven nunca había dicho una palabra, simplemente encontraba algún lugar cálido donde acomodarse y pasar el resto de la noche. Lauren nunca había pensado en eso, especialmente hasta ese momento en el que su corazón se rompía en mil pedazos. Hasta entonces había deseado que pasara algo y Camila pudiera ver todo el amor que la ojiverde sentía en su corazón por su pequeña castaña, pero desear nunca hace que suceda.

Lauren se había marchado precipitadamente y se había ido a emborracharse tanto como humanamente fuera posible mientras pudiera mantenerse en pie, terminando en el único bar de ambiente de Mercer. La ebria mujer estaba tan borracha que se dejó llevar al baño por una guapa castaña que, de alguna forma, le recordaba a Camila. La mujer se aprovechó de ella y Lauren simplemente dejó que lo hiciera. Cuando la ojiverde alcanzó el clímax, gimió el nombre de Camila. Lo que le hizo ganarse una bofetada de la castaña.

Ahora, Lauren miraba en los tristes ojos de su amiga y sentía cómo se le partía de nuevo el corazón. Era una putada perder la virginidad y despertarte al día siguiente y no estar seguro de haberlo hecho con la persona adecuada.

Camila volvió sus ojos hacia la sincera mirada de su compañera y se dio cuenta de repente, con claridad, que había dado su regalo a la persona equivocada. Su mente finalmente aceptó la verdad.

Oh, Lauren, deberías haber sido tú...

Lauren se quedó estupefacta al principio al ver la mirada del rostro de Camila. Los ojos de la joven la miraban con una expresión de amor tal que Lauren no se hubiera sorprendido del todo si Camila se hubiera acercado y besado en ese mismo instante.

― Fue... -Camila buscó las palabras para explicar su experiencia, pero no encontró ninguna que se le acercara. ― Decepcionante... -susurró finalmente.

Lauren se movió junto a donde se encontraba sentada su amiga y la envolvió con sus brazos. La pelinegra no podía hablar de corazón, si lo hacía sabía que su secreto saldría a la luz también. En lugar de eso le ofreció un hombro y dos brazos cálidos.

― Lo siento, Hobbit²... -murmuró Lauren al oído de Camila.

― Parecía tan... no sé, no tan rudo, pero nada agradable. -remarcó Camila mientras las lágrimas inundaban sus ojos.

― ¿Te hizo daño? -Lauren se tensó, alarmándose.

― Sí, digo no, no en ese sentido. Supongo que fue el típico dolor de la primera vez. -respondió Camila.

Las lágrimas comenzaron a derramarse de los ojos de Camila mientras dejaba ser abrazada por la mujer de la que, se dio cuenta en ese momento, estaba enamorada. Lloró por la pérdida de haber dado su regalo por semejante estúpida razón. Y aún más, lloraba, mientras entendía que la mujer que amaba jamás sentiría eso por ella.

Lauren es de sexo, no de hacer el amor... -se dijo a sí misma.

― Sé que no soy la primera mujer del mundo en perder la virginidad. -sollozó Camila en el hombro de su amiga, ― pero ahora mismo es como me siento.

Lauren sujetó fuertemente a la llorosa mujer. Recordaba el arrepentimiento y el desengaño que había sentido la mañana después de haber perdido su inocencia. Había deseado que alguien, cualquiera, la hubiera abrazado de esa forma. Alguien que la acariciara y que le dijera que las cosas volverían a estar bien.

Así que Lauren acercó aún más a la joven e hizo exactamente eso...

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¡Gracias por leer!

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now