Parte 14

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Lauren se retiró mientras los pasajeros salían por la puerta de llegadas del vuelo 119. Quería ver a Luna antes de que la joven pudiera verla. No podía explicarlo, pero quería tener la oportunidad de prepararse, y se preguntó si la joven estaba tan aterrorizada como ella. La artista se secó conscientemente las sudadas palmas sobre sus muslos.

Lauren ni siquiera tenía una fotografía reciente en la que basarse. Camila le había dicho que Luna se había negado rotundamente a ser fotografiada los últimos años. Cuando la mujer le había preguntado cómo podría reconocer a la hija de su amiga, Camila se había reído.

Se parece y actúa exactamente igual que tú cuando me conociste, Stretch¹. -dijo Camila. El gruñido de Lauren se pudo oír a través del teléfono.

―Hobbit², ¿estás segura de que no prefieres un riñón...?

La joven andaba al lado de varios pasajeros, mirando alrededor, intentando reconocer algún rostro familiar. Lauren sonrió. Camila había acertado por completo. Era curioso lo mucho que Luna se parecía a la artista, que estaba en la parte trasera esperando. Por supuesto, si alguien conocía el rostro de Camila como Lauren lo conocía se podría decir que la joven era el vivo retrato de su madre. Pero al contrario de Camila, Luna tenía los ojos verdes que brillaban traviesos, nariz levemente respingona y un delicado aire de superioridad que la rodeaba, dándole una sensación de sabelotodo.

Luna vio a la mujer mientras se dirigía la pared de la parte de atrás y atravesó la muchedumbre para alcanzar el sitio donde la mujer había parado. Podía ver por qué su madre siempre describía a Lauren como una preciosidad. Lo era, y de qué manera. Luna fue alcanzada por la mujer mayor. Hasta ese momento, si se le preguntaba, Luna habría dicho que su madre era la mujer más fuerte que había conocido, pero la fuerza de su madre era engañosa. Sabía que su madre podría haberla partido en dos como una ramita si hubiera querido, pero el tamaño de Camila le daba cierta ventaja; tenía la capacidad de poder camuflar su fuerza. La mujer que caminaba hacia Luna simplemente emanaba poder y energía. No sólo tenía un aura de superioridad, sino que su apariencia física era irresistible. Luna vio los marcados músculos al final de la mano de la mujer mientras tomaba una de sus maletas.

Luna estaba nerviosa por todo lo de la promesa y, desgraciadamente, cuando estaba nerviosa o asustada su mejor yo brillaba por su ausencia. Cuando algo la vencía o cuando tenía miedo, Luna atacaba, convirtiéndose en una perra lista. Era toda una desgracia para ella que fuera a conocer a una maestra de ese tipo de actitudes.

Lauren sabía que los primeros minutos, o incluso horas, debían llevarse a cabo con cuidado; o ella perdería el control como Camila había hecho. La delicada partida de ajedrez había empezado. Lauren mueve su peón blanco primero.

— Hola, Luna. Bienvenida a California. -dijo Lauren con una reservada sonrisa.

— De la famosa escritora… -dijo Luna mientras pasaba de la alta mujer, impulsando contra ella un sobre mientras pasaba.

El sobre había sido abierto. Fue entonces cuando Luna cometió el error de lanzar una sonrisita de satisfacción a la mujer. Un peón negro hacia adelante.

Los ojos de Lauren no reflejaban ni la mitad de la ira que sentía en esos momentos, y se maldijo por dejar que la muchacha le tocara las narices tan rápidamente. El peón negro se come al blanco.

— Veo que tu madre sigue teniendo el pequeño problema de cerrar apropiadamente sus paquetes. -dijo Lauren fríamente.

El sobre contenía una carta de Camila y Lauren la leyó rápidamente. No decía mucho, Camila había imaginado que su hija la abriría. Dentro del sobre había diez mil dólares. "Para los gastos de Luna", decía la carta. Lauren sacudió su cabeza. Dejaría el dinero en el mismo sitio donde ponía el resto de los cheques que Camila le había mandado durante todos esos años.

Cuando Camila comenzó a estar en el top del ranking de autores de éxito, comenzó a mandar a Lauren cheques a modo de pago por los años que habían vivido juntas, cuidando de Luna. Lauren nunca se ofendía por ello, sabía que así era Camila, orgullosa, no queriendo deber nunca nada a nadie. Al principio la artista se negó a cobrar los cheques, luego se le ocurrió una solución que la hacía más feliz y que hacía que Camila pensara que había aceptado su dinero. Lauren había abierto una cuenta a nombre de Luna con Camila como beneficiarias, si algo le pasara a la  ojiverde. Por hora la cuenta tenía suficiente como para pagar la universidad de Luna como dos veces, si la joven reunía los suficientes requisitos como para ir.

— Una cosa puedes decir de mi madre: no es barata… -dijo Luna frívolamente. Lauren sintió una respuesta surgiendo por su garganta y tomó la consciente decisión de dejar que saliera por sus labios. Camila debía haber sufrido mucho con la actitud de su hija, pero Lauren iba a dejar bien claro que ella no le iba a dejar que lo hiciera.

— ¡Deberías estar sorprendida de que ella piense que vales tanto! -la desdeñó Lauren mientras pasaba por delante de la muchacha hacia la cinta de equipajes.

Luna se detuvo brevemente ante la respuesta de Lauren. No se lo esperaba. Caballo blanco a alfil negro... la reina está en problemas. Jaque.

El silencio reinó mientras Lauren se abría camino hacia el negro Ford Explorer. Había pensado en impresionar a la muchacha con el Mercedes rojo, pero conociendo a Camila y pensando en que Luna sería igual a ella, pensó que podrían tener problemas con el equipaje. Desde que la chica se había convertido en un puro dolor en el culo, se alegraba de no haberse molestado.

Desbloqueando el maletero, impulsó la puerta y guardó rápidamente el equipaje de la joven.

— ¡Jesús, ha traído más mierda que la que trajo su madre cuando fuimos a la universidad para cuatro años! -musitó la ojiverde.

Lauren se movía sin problemas a través del rápido tráfico con la experiencia de tantos años circulando por las carreteras de California sobre sus espaldas. Es divertido cómo el silencio puede poner nervioso a algunas personas más que cualquier otra cosa. Lauren estaba acostumbrada al silencio. Luna se estaba volviendo loca. La joven estaba acostumbrada a los interminables sermones de su madre y nunca se había dado cuenta de lo confortable que la voz de su madre había llegado a ser. Miró de reojo a la artista. Lauren parecía inmersa en sus propios pensamientos, escuchando su cd favorito de Lana Del Rey en el estéreo del coche, sus verdes ojos invisibles tras las oscuras Ray Ban.

Luna estaba fuera de sí. Se estaba desesperando por un poco de conversación.

— ¿Siempre hace calor en invierno? -preguntó, esperando que le siguiera el juego. En casa, bastaba una pregunta para que su madre comenzara.

— Bastante. -respondió Lauren.

Lauren miró cómo la joven se movía nerviosamente y comenzaba a tamborilear sus dedos contra sus piernas. La alta mujer no solía hablar mucho, pero tenía la sensación de que cualquier hija de Camila debía estar acostumbrada a mucha más estimulación verbal que la capacidad comunicativa de Lauren.

Luna no podía aguantar más. Alargó la mano a los botones de la radio para escuchar algo de música que le gustara a ella.

Todo fue tan rápido que Luna no lo vio hasta que la mano estaba alrededor de su muñeca. Instintivamente intentó zafarse, pero la mujer tenía su muñeca atrapada en un férreo agarre, sin girarse ni una vez hacia la chica, sus ojos centrados en el tráfico delante de ellas.

— No toques cosas que no debes sin permiso. -gruñó Lauren.

Una vez liberada, Luna se frotó la muñeca y lanzó un gesto a Lauren como si la mujer tuviera algún tipo de problema psicópata.

— Sólo quería saber lo que había en la radio. -se quejó Luna.

— Pero es radio… -disparó Lauren.

Pasaron cinco minutos más de silencio y Lauren pudo percibir la guerra interna que se estaba llevando a cabo en la joven, reflejada en las expresiones de su rostro.

— ¿Puedo, por favor, poner la emisora de radio? -preguntó Luna odiándose por hacerlo.

Lauren no sonrió ni se carcajeó, aunque quería hacer ambas cosas.

— Sí, puedes. -dijo, apretando el botón de stop de la radio y deteniendo el CD, pasando así a la frecuencia de radio.

La reina negra cae... Jaque mate...

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now