Parte 25

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Lauren dejó de hablar, dándose cuenta de que su voz había ido creciendo poco a poco. Estaba frente a todos y metió sus manos en los bolsillos.

— Quiero que hagan una cosa. -comenzó. — Observen a su alrededor. Observen a las personas que están sentadas a su lado, en frente y detrás. -todos comenzaron a mirarse los unos a los otros. — Todos ustedes tienen algo en común. -dijo Lauren. — Y no, no me refiero a eso. -añadió con una sonrisa mientras los miembros de la audiencia reían. — Todos tienen miedo, un miedo sin sentido. -dijo rotundamente.

Luna levantó la mirada para ver a la mujer. Tenía a la audiencia embelesada, su voz natural de contralto tenía la habilidad de hacer que la escucharas. Cuando dijo esas últimas palabras, Luna se preguntó cómo podía saber qué estaba pensando.

— Muchos de ustedes tienen tanto miedo de estar en esta habitación que están deseando salir corriendo de aquí, y los otros están demasiado aterrorizados como para correr. Pero no están solos aquí; todos estamos igual de asustados. Tenemos miedo de no ser capaces de parar o estamos asustados por haberlo hecho. Hay toneladas de razones para estar asustado, créanme, yo tengo las suficientes como para saberlo. -dijo Lauren con una sonrisa irónica. De nuevo la mayoría de la gente se rió, pero ninguna persona se levantó para irse.

— Les contaré un secreto. Conozco el truco para hacer que el miedo desaparezca. -la voz de Lauren bajó hasta casi convertirse en un susurro, parte de la audiencia aguantaron literalmente la respiración ante las sabias palabras de la mujer. — Es simplemente tener personas a tu alrededor que se preocupen por ti, que te quieran, que sean simplemente tus amigos. Esas son las razones por las que debes desear estar limpio. La mayoría de nosotros no lo haríamos por nosotros mismos, pero no podemos dejar que nadie lo haga por nosotros. Podemos aceptar su ayuda, sin embargo. Porque, estén seguros, habrá días que necesitarán a un amigo y, se los prometo, alguien que te coja la mano durante esos momentos es algo que no tiene precio. -Lauren anduvo por el escenario y bajó al piso. — Puedo asegurar con sólo observarlos de que muchos de ustedes tienen a alguien que puede ser la razón por la que se preocupen por ser mejor persona. Si no tienen una pareja, o un familiar, o incluso un compañero de trabajo en quien pensar, no crean que no tienen amigos. Tenemos mucha gente trabajando aquí que se muere por hacer amigos. -dijo Lauren con una sonrisa. — Natalie. -llamó Lauren hacia la parte de atrás de la habitación. — ¿No podrías ser considerada una amiga?

— Sin duda... -devolvió la orientadora hacia el frente.

— Así que, no hay ninguna razón para que salgan de aquí con sus miedos. Dejen que alguien los ayude, ayudémonos a nosotros mismos, pero ustedes deben dar el primer paso. Y por si no creen que eso realmente pueda pasar... -Lauren buscó dentro de su bolsillo y sacó la chapa con el número. La levantó a la luz para que todos los presentes pudieran verla. — Soy la prueba de que pueden encontrar razones para seguir limpios. Yo lo he hecho por quince años...

La audiencia comenzó a aplaudir y Lauren se lo agradeció con una cálida sonrisa antes de tomar su asiento junto a Luna.

— Wow… -dijo en un suspiro.

— ¿Es un buen "wow" o un mal "wow"? -preguntó Lauren.

— Es un "wow" de "deberías tener tu propio anuncio de televisión." -replicó Luna con una sonrisa. Lauren se rió fuertemente. La afirmación de la joven y su propia risa redujeron la tensión que sentía. Ahora sólo podía encauzar a Luna a encontrar sus propias razones.

* * * * *

Luna se apoyó contra la pared y miró mientras la amiga de su madre se arrodillaba frente a una joven. La muchacha no parecía tener más de doce o trece años, con sus vaqueros desgastados, una camiseta demasiado grande y un top de mangas de franela, daba la sensación de que estaba intentando jugar a los disfraces. Las dos hablaban en voz baja. Una mujer que parecía ser la madre de la chica estaba sentada al lado y surcaba sus dedos con cariño a través del largo cabello castaño de la joven. Luna pensó en su propia madre y se preguntó qué estaría haciendo en ese momento y si debería llamarla.

La muchacha comenzó a llorar y Lauren limpió las lágrimas de sus mejillas con un gesto dulce. La artista puso un brazo alrededor de la chica, dirigiéndola hacia la mesa donde estaba sentada Nat.


— Nat, ¿podrías darme un ocho y un rotulador negro? -preguntó Lauren. Natalie buscó en la caja de las chapas y ofreció una a la alta mujer. Lauren dio la vuelta a la chapa hacia el lado del número y comenzó a escribir justo al lado del número.

— Corey, esto por estar limpia durante ocho horas. -dijo Lauren.

— Excelente trabajo, Corey, estamos orgullosas de ti. -respondió Natalie alentadoramente. Corey sorbió y se secó su nariz con la manga de su camiseta, sonriendo mientras murmuraba un gracias. Lauren dio vueltas a la chapa entre sus dedos como un crupier de casino. Los ojos de Corey se iluminaron. Lauren ofreció la chapa a la muchacha.

— Sigue así. -dijo Lauren, sacando una tarjeta personal de su cartera y dándole la vuelta escribió su número de teléfono en la otra cara. — Y si comienza a ser demasiado duro, llámame y hablamos, ¿Sí?

La chica afirmó con la cabeza, pareciendo aún un poco intimidada por la mujer mayor. Entonces la artista se levantó, dijo algo suavemente a la joven y le dio a Corey un abrazo de corazón. Mientras Luna miraba la interacción entre la joven y la artista de repente se dio cuenta de que echaba de menos a su madre. Mientras continuaba mirando, deseó, por razones enteramente egoístas, que Lauren y su madre hubieran estado juntas más tiempo.

* * * * *

Esta vez el silencio del coche estaba poniendo nerviosa a Lauren. Luna no había dicho mucho más desde que hubieran salido de la reunión. La mujer se preguntó si oír a Lauren hablar tan honestamente de su pasado había alterado a la joven. Carraspeó y resonó de forma extraña en el oscuro vehículo.

— ¿Lauren? -preguntó Luna con el rostro vuelto hacia la ventanilla del coche.

— ¿Hmmm? -respondió Lauren.

— ¿Te parece bien si llamo mañana a mi madre? -preguntó Luna.

Lauren se alegró sobremanera aunque la oscuridad del coche escondió su sonrisa.

— Sí, creo que le gustará escucharte. -respondió la artista.

No hubo más conversación tras eso. Llegaron a casa y ambas mujeres se dirigieron de inmediato por una ducha caliente e ir a la cama. Luna miró alrededor durante varios minutos y finalmente encontró a la artista envuelta en su bata, bebiendo una taza de té en el patio mirando las colinas. Su cabeza se apoyaba en el respaldo de la tumbona en la que estaba sentada, sus ojos estaban ligeramente cerrados.

— Hey, me voy a acostar. -dijo Luna desde la puerta.

Lauren abrió un ojo y sonrió a la joven. Luna no estaba segura de qué decir. Quería decir tantas cosas, pero parecía que ninguna de las palabras le llegaba. Finalmente se volvió para entrar dentro y paró en la entrada abierta.

— Lauren, cuáles fueron tus razones... ¿qué cosas hicieron que tus miedos se fueran? -preguntó sin girarse.

Lauren apoyó la taza sobre una pequeña mesa junto a la tumbona y apoyó su cabeza, cerrando sus ojos de nuevo.

— Pensé que ya te lo habrías imaginado… tu madre y tú. -dijo Lauren apenas en un susurro.

Luna afirmó con la cabeza como si la respuesta tuviera un sentido perfecto para ella. Después la joven dio las buenas noches y se adentró en la casa.

Lauren esperó unos minutos hasta estar segura de que Luna estaba en su habitación antes de permitir que las silenciosas lágrimas rodaran libremente por sus mejillas. Aún dolía mucho, incluso después de quince años el dolor era tan latente como si hubiera ocurrido hacía un momento. Sus brazos dolieron de una forma tan real como el deseo que aún estaba ardiendo en su interior. Su corazón lloraba por un amor que nunca sería... correspondido.

El Amor Es Ciego... (CAMREN)Where stories live. Discover now