Capítulo 3

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Aiko

Jadea en mi cuello una vez que se corrió, y yo por mi parte lo empujo para que salga de mi.

Aún con la respiración agitada, comienza a trabajar en el preservativo. Yo me voy subiendo mis bragas mientras.

— ¿No me dirás cómo te llamas ? — me mira y sonríe.

— No necesitas mi nombre para continuar tu vida— me subo los pantalones y abro la puerta para salir de los baños.

Pero paro de golpe. Apoyado sobre el espejo, corpulento, de una musculatura de miedo, y una mirada penetrante, se encontraba un Salinas de un aparente tranquilo.

— Te lo has follado— afirma con frialdad

«¿Qué cojones...? »

Niego con la cabeza rodando los ojos y camino a la salida ¿A qué coño viene ?  ¿Como supo que trabajo aquí ? Es demasiado para las casualidades.

Pero de pronto escucho golpes de cristal rompiéndose, y vuelvo corriendo recordando que lo dejé solo con el estúpido del polvo.

Al entrar me quedo paralizada. Sangre, hay sangre por todos lados. Miro a Salinas que no suelta al chico, todo ensangrentado e inconsconsciente, y le da un golpe tras el otro, sin siquiera darle tiempo al chico a recibir y reaccionar al golpe.

Está muerto

Está muerto

Está muerto

Corro hacia la exhuberante musculatura del campeón mundial del MMA, lo sujeto de la cintura y ruedo con él por el suelo.

Atesto con un puñetazo en su mandíbula, pero no tardo en encontrarme bajo su cuerpo, inmóvil y con su puño a punto de partir mi cara. Cierro los ojos esperando el golpe.

Es lo único que puedo mover, de alguna forma no puedo mover nada, mientras que él sólo me sujeta con una de sus manos.

Pero el golpe no llega. Es cuando dejo de sentir su peso sobre mi cuando abro los ojos y me incorporo con rapidez. Necesito poner distancia entre mi y este monstruo.

El cuerpo del chico ha desaparecido, supongo que salió por patas por la hilera de sangre que dejó detrás, y busco a Salinas con la mirada.

— Solo eres una puta más— su voz me sobresalta a mis espaldas— Para subir a mi ring, primero cierra las piernas.

Pasa por mi lado y alcanza una mochila. Todos sus músculos están fruncidos, todos. Y eso le da un aire de Bestia sin conciencia ni piedad, que podría matar con un solo golpe.

Se gira hacia mi y me mira. Dios, me mira. Y qué mirada. Todo tipo de pensamiento racional o de autodefensa se bloquea en mi cabeza y lo único que quiero hacer es salir por patas. A donde sea, solo salir lejos.

Me sorprende que tras todo el desastre su rostro no tenga ni un rasguño, ni ninguna marca de pelea, más que el sudor del esfuerzo que hizo.

Saca un fajo de billetes, me lo muestra y me lo lanza, de forma que choca contra mi cara y cae a mis pies. Y no soy capaz de hacer ni un solo movimiento.

— Que reparen los daños— ordena con frialdad. Saca otro y me lo vuelve a lanzar— Pagate unas buenas clases de boxeo donde se te sea permitido abrirte de piernas, perra— saca otro y esta vez me lo lanza a los pies— Y este por la follada, seguro él no te pagó.

Se gira y sale por la puerta.

«Págate unas clases donde puedas abrirte de piernas»...«perra»...«Una puta más»...«por la follada»

Sus palabras se repiten en bucle en mi cabeza y por fin salgo de mi trance. Alcanzo los fajos de billetes y corro tras él. Seguro salió fuera para irse. Y así es. Esta poniéndose el casco para subirse a su moto en el parking del bar.

Al verme suspira con desesperación y me da la espalda para subirse a la moto. Pero llego antes. De una patada arranco el casco de su cabeza, otra se la encajo en el estómago, y de un puñetazo descoloco tu mandíbula.

— ¡Perra la puta que te parió! ¡Ni mi padre me da órdenes capullo de mierda !— él se incorpora y se sujeta la mandíbula, masajea y mueve la boca con exageración— ¡Me lo follé y no por dinero, sino porque a me gusta !  ¡Porque disfruto follar con extraños ! ¡¿Te importa pedazo de mierda ?!

Me quedo en silencio esperando su respuesta, pero él se limita a recoger el casco del suelo y a volver a ponérselo.

— Enhorabuena— dice abrochándoselo

Suspiro. ¿Porqué cojones no me golpea ahora ? Quizás me he pasado. Su madre es una gran mujer. No debí haber dicho todo eso.

— Está... Está bien... Yo... Am...— no me hace caso— perdón ¿Vale? Lo siento

— Da igual— y se sube a la moto

— Joder ¿Te vas a ir así ?

— Ni siquiera te conozco— arranca el motor y se dispone a colocar bien los pies

— Está bien, tu juego, tus reglas. Tu pones el precio— tengo que levantar la voz para que me escuche.

Me mira por unos segundos, mira su reloj y arranca lejos de mi, hacia la autovía.

«¿Es eso un "no"?»

Una vez que desaparece por la carretera miro mis manos, aún con los fajos en mis palmas.

Niego con la cabeza y camino hacia dentro del bar. Me espera una buena bronca.

* * *

Putos vecinos ¿Con qué cocinan? Toda mi ropa está impregnada de un olor extraño a especias.

La vuelvo a meter a que se lave, friego un poco el suelo y preparo mi cama para dormir.

Saco la última carta de mi madre y la releo por enésima vez, calentandoi corazón con sus reconfortantes palabras.

La vuelvo a doblar sobre sus pliegues y la guardo de nuevo. Me tumbo sobre la cama y cierro los ojos. Mañana será otro día.

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Y aquí viene Aiko contando. Un besazo.

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora