Capítulo 33

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Safuan

La noche ha sido muy movida. Las preguntas no cesaban, que si sobre mi carrera, que si no me caso... Y sobre Aiko, tanto preguntaron que debían reformular sus preguntas para que no parezca que están preguntando lo mismo.

Abro mi hamburguesa, pero justo en ese momento Carrasco sale de aquella casa con un niño entre sus brazos. La calle está oscura, y no puedo ver exactamente quién es la persona que se despide de él en la puerta, pero parece ser una mujer mayor. El mismo niño entre los brazos, con la misma bolsita ¿Desde cuando Carrasco es niñero?

Desde que volvimos a Estados Unidos él no deja de venir a LA en sus días de vacaciones. En un principio pensaba que era Aiko a quien iba a ver, pero ¿El niño? No creo que se arriesgue hasta este punto, en medio de una misión sólo para ver a Aiko, cuando nuestro objetivo principal es protegerla. Teníamos una entrega ayer, esperábamos a Yan, puesto que hay un trato que debemos zanjar con él, pero sólo envió a algunos de sus trabajadores.

Sí, después de que Yan descubriera lo de su hija nos puso en su vista. Ella hizo lo mejor, huir, pero yo debía quedarme. La última persona que cobré era un gran traficante, Lobo, y normalmente Yan debía tomar control de lo que Lobo manejaba, pero soy yo quién lo merece. Y al convertirme yo en su jefe, no puede tocarme sin antes pasar por toda mi gente. Junto con carrasco, nuestro objetivo principal es Yan, una vez que caiga él, los demás caerán como cucarachas.

Lo vuelvo a seguir y lleva al niño a la misma casa. Pasa sus días aquí, y nadie sale ni nadie entra más que él, por lo que supongo que la casa es suya. Abre el portal, cruza el jardín y entra en la casa, cuyos cristales y ventanales permanecen cerrados hasta cuando él entra.

Saco mi teléfono de mi bolsillo y tecleo el nombre del inspector. Lo coge al cabo de algunos tonos.

¿Sí?

— Hola, mira necesito que mires una cosa

Am... Ahora mismo estoy Los Ángeles, lo miro luego, o me mandas una foto

¿En LA? ¿Qué haces ahí?

— Am... vine a ver a mi madre, y a mi familia y a pasar algo de tiempo con ellos. Ya sabes me extrañan.

Mentira detectada

Cuelgo y bajo del coche. Camino sigilosamente por la calle, tiene cámaras de seguridad, las vi la última vez que vine. Así que me pongo mi máscara de siempre y camino hasta el lado trasero de la casa. La última vez había visto una pequeña salida desde la parte trasera de la casa, que por cierto es de dimensiones bastante grandes.

Salto el muro y camino con sigilo por el jardín hasta llegar a la puerta. No, nunca se entra por la puerta cuando quieres espiar a tus compañeros. Subo por el tubo de tubería y llego a la ventana. Fuerzo un poco y ésta se abre. Que poco inteligente señor Carrasco, una casa entera, un secreto, y tan poca seguridad. Paso al cuarto, completamente vacío y sin muebles, la puerta abierta.

Paso a un pasillo, estrecho, que lleva a una puerta. La empujo con sigilo. Vacía ¿Qué casa de familiares es ésta si todos los cuartos están vacíos? Un grito me sobresalta. El bebé está llorando. Sigo el llanto hasta llegar a una puerta, cerca de las escaleras. Empujo la puerta y veo una cuna, el niño dentro. Unas lucecitas colgaban encima de la cuna, para entretener al bebé aparentemente.

Me acerco un poco más a la cuna, y al asomarme a su interior, una sensación extraña invade mi pecho. Una niña, es niña. Por los diminutos pendientes que tiene en las orejas, y su pijama rosa, adivino que es niña. Una sonrisa sale a flote de mí, y la tomo en mis brazos. La niña cesa de llorar, ligera ella entre mis brazos, con su aroma infantil, y aquella inocencia en sus ojos. De la poca iluminación veo cómo mueve sus manitas hasta tomar mi camisa con una mano, antes de meterse la otra en la boca y cerrar los ojos.

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now