Capítulo 14

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Termino de hacer su sándwich y me acerco a su lado. 

— No sabía que eras vegetariana— ella me mira y acepta el sándwich

— No me gusta cómo se trata a los animales, sobretodo cuando podemos vivir de otro tipo de cosas— mira el agua clara frente a nosotros. 

Y así terminó todo lo que creí un paseo tranquilo con ella. Después de ello el ambiente se fue diluyendo poco a poco y al final nos encontramos jugando en el agua juntos. 

Tras una larga tarde, tomamos de nuevo la ruta de camino de vuelta a casa. Hablamos de temas varios, temas de actualidad, temas polémicos, y aprendí cosas nuevas, y se siente tan bien, con una enorme satisfacción al llegar a casa, y ningún rastro de fatiga.

Nada más entrar, yo voy a la ducha y ella va a ver a la chica. Le dejamos la ropa y la comida en su cuarto, para así poder irnos con tranquilidad. No sé en qué pensaba cuando la traje hasta aquí, pero ver a Aiko tan atenta de ella, y feliz de verla bien, me hace sentir bien. 

Me visto y al bajar huele tan rico, desde las escaleras se olía, y emportado por el olor, llego hasta la cocina, inundada por el ruido de agua hervir y de cubiertos chocar. Sonrío al verla tan absorta provando de aquí y moviendo allá. 

Me acerco sigilosamente a su espalda, deslizo mis brazos por sus caderas, su vientre, pego su  trasero y espalda a mi y hundo mi nariz en el hueco de su cuello, para inspirar su aroma, a gel de ducha y colonia. 

Escucho cómo ríe con la boca cerrada e intenta deshacerse de mi agarre, a lo que la encierro más en mi pecho. 

— Sandra está aquí.

Me giro para mirar en la mesa del comedor, y ahí está la chica. Ahora tiene más color, está más tapada, agarrándose a sus ropas como si de ellas dependiera su vida, parece más alta de lo que es en realidad, y es que sobre la silla ha puesto un cojín para poder sentarse. 

Quito mis manos del cuerpo de Aiko y le doy una sonrisa honesta cargada de disculpa. Ella desvía su mirada a sus manos, donde arruga la manga de la camisa que lleva puesta. 

— Sandra por fin se decide a comer con nosotros. 

— S-siento m-molestar— dice muy bajo, sin mirarnos

— No digas eso cielo, no molestas. 

* * *

La cena pasa en un silencio colosal, tan pesado que cualquier sonido que pueda romper el silencio era la gloria. Ahora estamos sentados fuera, Aiko y Sandra charlan cerca de la piscina, yo mientras tomo una taza de té humeante mirando las estrellas. 

El aire fresco, los sonidos silenciosos de la naturaleza, ambientados por los susurros de la cálida voz de Aiko a lo lejos, y el cielo iluminado por miles de estrellas vigiladas por la luna, todo hacía que cualquier preocupación desapareciera de mi cabeza. 

Mi cabeza vuela al ardiente cuerpo de Aiko, su vientre trazado de abdominales, sus brazos bien puestos alrededor de mi cuello, sus labios entreabiertos en busca de aire, gimiendo bajo mi cuerpo...

Y eso me llevó a pensar en algo ¿Cómo he llegado a esta situación? Ella es como un fruto prohibido para mi, un veneno que me mata a cada trago que tomo, pero que es tan malditamente adictivo como el sabor del martini. 

Si su padre llega a enterarse de lo que hay entre nosotros, o de la relación que tengo con ella, nos arruinaría a los dos. 

Su cuerpo sobre mis piernas me saca de mis pensamientos. Deja su espalda  apoyada sobre mi pecho y toma de mi taza de té. Deja un suspiro abandonar sus labios. Miro a un lado de la piscina y parece que Sandra se fue.

— Parece haber pasado por mucho. Siquiera puede sentarse bien. Le he dicho de ir a ver un doctor, pero la idea parece asustarla. Cada vez que se lo digo ella evita hablar del tema, eso cuando acepta hablar.

— Si eso le buscamos un psicólogo— busco algún tipo de solución para reconfortarla. 

— No es eso, primero debe verla un doctor, para corroborar su estado de salud físico. Si ha sido violada, habrá que verificar que no tenga ningún tipo de infección o enfermedad— parece pensárselo y sus dedos se cierran más en mi mano— y Dios no quiera que...

— ...Esté embarazada— termino por ella

Un silencio se instala en nuestro entorno y un pesado sentimiento de culpabilidad se instala en mi pecho. Por parte es mi culpa la desgracia de la chica. Pude haberla salvado antes, preferí dejar que se diviertan con ella. 

— ¿Puedo preguntar porqué la ayudas?

Ella se acomoda mejor sobre mi pecho y suspira.

— Si me habría pasado a mi...—me tenso al ver su imagen siendo violada por más de 14 gilipollas— ...me habría gustado encontrar a alguien ahí para guiarme y ayudarme. 

La abrazo y hundo mi rostro en su cuello, donde encuentro la paz y juntos miramos las estrellas tomando de la misma taza de té.

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¿Recobrando la humanidad? Mhhmmmm... Dejadme vuestro voto y vuestro comentario para seguir pronto. Por cierto, quiero saber si hay gente que acierta con predicciones de lo que pasará. Venga ¿Qué crees que pasará? O quizás ¿Qué quieres que pase?

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now