Capítulo 25

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Safuan

Me quedo mirándolo petrificado. Él al verme sonríe y se lanza a mis brazos. Me abraza con fuerza, mientras ríe a carcajadas. Su pecho vibra contra el mío y esa alegría tan contagiosa consigue sacarme una sonrisa, y le correspondo el abrazo.

- Hola grandullón- me abraza con más fuerza y palmea mi espalda.

- Hola enano- río con él a carcajadas. Me alegró verlo, honestamente.

Me separo de él y lo invito a entrar. Pero él niega con la cabeza aún sonriente.

- No quiero molestarte con Aiko. Venía a decirte que mamá ya quiere vernos y que le expliquemos todo.

La alegría que tiene se multiplica por 100 en mi pecho y se contagia a mi sangre.

- ¿En serio?

- Sí tío. Dijo que fuésemos a verla en un restaurante dentro de dos semanas- me entrega un papelito con una dirección apuntada a lápiz en él.

Pero en ese instante algo hace clic en mi cabeza, y dudar durante unos segundos de sus intenciones.

- ¿No será una broma pesada?

- No ¿Qué dices?- saca su teléfono y lo desbloquea, tras teclear unas tantas veces sobre éste se acerca más a mi para enseñármelo- Mira- me eneña un mapa, parecido al de google maps, pero con una interfaz distinta, donde hay un punto negro haciendo señas- Se está quedando aquí. Pude acceder desde su cuenta bancaria online hasta su ubicación. Conseguí su número y la llamé- me mira- es nuestra única oportunidad

Asiento. Él sonríe y va a irse de nuevo por las escaleras, pero entonces se me ocurre algo más.

- ¿Y Junaid?

- ¿Papá?- asiento- No quiere saber nada de él, me advirtió de no decirle nada.

- ¿Y cómo sabes dónde estoy?

Él ríe con burla y me mira sonriente, con cierto brillo en sus ojos

- Pronto me graduaré en informática y comenzaré a trabajar en el servicio secreto americano ¿Y me preguntas cómo lo hice?- el entendimiento me golpea, ruedo los ojos obviándolo y él desaparece por las escaleras riendo y saltando con felicidad entre los escalones.

Cierro la puerta y me giro sonriente hacia dentro. Carrillo está apoyado sobre la pared del pasillo mirándome con el ceño fruncido

- Tengo que llevar cuidado con este capullo. No necesito que sepa nada de Yan.

- Y yo me iré a comisaría. Por lo visto han encontrado algo en tu contra y necesito eliminarlo.

Asiento y entro a terminar mi taza de desayuno. Él vuelve a sentarse frente a mi, esta vez con su arma en la mano y un pañuelo en la otra. Lo miro embobado cómo la limpia, con cariño, con empeño, con delicadeza como si fuera un pobre gatito vendado que a cualquier movimiento le haces daño.

- ¿Qué eres para Yan?

Me mira de reojo por unos segundos, aún con el ceño fruncido en concentración, sin darme mucha importancia. Sopla en la boquilla de su pistola y sigue limpiándola

- Lo mismo que tú.

Asiento sin entender muy bien a qué venía todo este secretismo. Mira el reflejo de la luz sobre su arma admirándola y seguido de ello la guarda, antes de arreglarse su chaqueta y levantarse hacia la puerta.

Le contaré todo a mi madre.

* * *

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora