Capítulo 41

329 32 0
                                    

Aiko remueve la copa de champán mientras charla con amigos de su padre.  Después de la primera entrega pudimos hacer otras, y aquí estamos, en una fiesta de cumpleaños del hijo de Montero. Su padre estaba muy contento con él, y Aiko tampoco parece esconder su felicidad por volver a verlo. 

Ríen, con tocaditas, miraditas, que si "qué mona estás", "qué gusto volver a verte".

Cansado de toda esta obra de teatro me sirvo un poco más de champán. Se supone que habrá una after party, pero no iremos ni yo ni Aiko. Y toda esta gilipollez de fiesta es para hacer una entrega, como le dijo el hijo de Montero a Aiko. Por lo visto son armas de contrabando hacia alguno de los traficantes de Arabia Saoudita, hombre presente también en la fiesta. 

En fin, de todo esto yo sólo quiero terminar cuanto antes para volver a nuestra vida normal con mi hija y mis padres. Nos sentamos a comer todos en la misma mesa y mientras algunos discuten entre ellos, otros simplemente se concentran en comer. Aiko y su amigo no dejan de taladrarme los oídos con sus risas. Tomo la mano de Aiko y me la llevo a los labios, apretándola para que cesara sus gilipolleces. Ella me sonríe para tranquilizarme y sigue comiendo. 

— Cariño ¿Puedes acompañarme?— le digo al oído y aprieto su hombro desde la espalda. 

Ella me lanza una mirada de curiosidad y tras disculparse de su amiguito, me sigue por los pasillos.

— Sulay, espera— dice intentando seguirme por detrás. 

Sin embargo no paro hasta llegar a la puerta del baño. La empujo y entro esperando a que Aiko me siga. Ella por el contrario no entra. 

— Entra— ordeno. 

Ella no obedece, simplemente intenta dar media vuelta. La tomo del brazo y la meto conmigo cerrando la puerta de un portazo. Intento calmarme respirando antes de girarme hacia ella. 

— ¿Qué coño haces? ¿Se te ha ido la pinza?

— No, se me ha ido el tendedero entero— le respondo con ironía

— Va, dime qué quieres 

La encaro por fin.

— Quiero que dejes de comportarte como una...

— ¿Una qué?—me reta.

— Mira, te lo advertiré una última vez: no te acerques a ese gilipollas. Me estás dejando como un cornudo

— Habló... El que se tiró a la madre.

— Aiko— la miro advirtiéndola, pero no sirve porque la conozco, conozco cuando se cruza de brazos de esa forma, y mira desde esa postura.

Me alejo para suspirar. Esta niña no entiende una mierda.

— Safuan, lo de nosotros terminó y ya basta de jugar el rol del hombre celoso.

— ¿Rol? ¡¿Aiko me tomas el pelo?!— la tomo de los hombros— Desde que volví a verte no me sacio de mirarte, ni de escucharte. Volverte a ver me está doliento, porque te miro desde lejos. Te empeñas a acercarte por momentos y hacerme daño. Me tienes desquiciado y esperando un poco de misericordia. Soy el padre de tu hija, y me equivoqué en el pasado, pero estar aquí significa que quiero redimirme, y si te busqué fue porque no sales de mi cabeza. Me tienes loco de remate Aiko ¿Entiendes eso?— sus ojos abiertos de par en par y su gestualidad en shock me hacen soltarla. Recobra su equilibrio ante mi atenta mirada— Así que haz el favor de respetar un mínimo los sentimientos que tengo por ti, aunque no los compartas, sólo respeta la nobleza de lo siento por ti. Cuando termine todo esto, podrás volver a tu vida normal, y prometo dejarte en paz, solo nos veremos cuando tengas que recoger a la niña.

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now