Capítulo 20

489 52 4
                                    

Aparca frente a su casa y yo me bajo lo más rápido posible por no quedarme sola con él. Subo a nuestra habitación y comienzo a recoger lo que dejé hace unos días aquí. 

— Aiko— su voz me asusta y dejo caer lo que había entre mis manos, haciendo un ruido que evité desde el principio. 

Me giro para mirarlo, y desearía hacerme pequeña, tan pequeña que él fuera incapaz de verme. Me mira, con su expresión herida. Éste Safuan no es el que yo conozco, este no es aquel hombre duro, que derrite con la mirada. Este es más bien la viva imagen insegura y asustadiza de un niño. 

Da un paso hacia mi y quiero salir corriendo. Quiero saltar por la ventana dándome igual caer y estampar mi cabeza contra el suelo. Y mientras barajaba las posibilidades de huida en mi cabeza, él ya está delante de mi. 

Ese aura de grandeza y esplendidez que emanaba de su cuerpo se esfumó, ahora sólo consigo diferenciar el fulgor de su espíritu despavorido. 

No me atrevo a mirarlo a los ojos. Tengo miedo de encontrar algo que no quiero ver.

— Aiko— vuelve a susurrar esta vez más cerca.

Sus manos se hunden en mi cabellera y sé que quiere que lo mire, pero no puedo. No tengo suficiente coraje.

— Por favor...— suplica. Y me quiebra el corazón pensar que está suplicando por mi atención.

Llevo mi mano a la suya dándole a entender que estoy ahí con él aunque no pueda mirarlo. Escucha cómo suspira y da un paso más cerca, de forma que su pecho quedó a altura de mi frente, aún gacha, y que su perfume agobiante invade mi oxígeno.

— Aiko te necesito. No puedo imaginar mi vida sin ti. Te quiero a mi lado, por siempre.

« ¿Me esta pidiendo...?»

Niego con la cabeza ante ese pensamiento

— Sí Aiko— su voz suena ronca— al principio creí que era tu cuerpo el que me atraía, pero una vez que te tengo entre mis sábanas me he dado cuenta que va más allá del carnal. Me gusta verte pelear, sonreír, sudar— siento su aliento cerca de mi mejilla— verte. Me gusta verte en mi vida.

Y me besa. Me besa como nunca me ha besado antes. Me besa como si el mundo no tuviera fin, un beso pausado, cálido, dándome a saborearlo. Tira de mi pelo para levantar mi cabeza y traza caricias en mi cintura con su otra mano. Pero no va más allá. No es un beso caliente ni sexual, es un beso inocente, un beso cándido.

Comienza a separarnos con lentitud, hasta causar ese sonido delicioso de un beso roto involuntariamente, a pesar de nosotros. Y abro los ojos.

Lo primero que veo me sorprende. Una mezcla de colores cálidos en sus pupilas, colores marrones y pardos, aromatizada con sus cejas bien talladas y relajadas, y sonríe. Sonríe enviándome un latigazo al corazón que me despertó de aquella escena ficticia, cosa de novela.

— Quiero que estés conmigo, es una relación oficial.— susurra acariciando mi mejilla

Y un estruendo me hace morderme el labio, por ocultar la reacción asustada, el horror que me causan sus palabras. Estruendo de mi alma quebrantarse. En fin, lo que me quedaba de alma.

«el trueno»

Doy un paso atrás, y bajo la mirada.

— No puedo estar con un criminal. Mi conciencia no me lo permite.

— Por favor— intenta alcanzarme pero me alejo aún más— Aiko...  Te prometo que voy a cambiar. Estoy haciendo muchas cosas para cambiar, pero te necesito como soporte a mi lado— tapo mi cara con mis dos manos y niego— Al menos déjame verte. No dejes los entrenamientos. Al menos déjame verte conseguir aquello que sueñas.

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now