Capítulo 34

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Junaid

— Entonces abortarás.— sentencio mirándola con tenacidad

Sin embargo ella sonríe, comienza a recoger las pruebas de ADN de encima de la mesa de mi escritorio.

— Si este niño es el problema tan grande que te separa de tu esposa, entonces lo cuidaré sola— se pone en pie— Ángel, no mataré a mi hijo sólo para que tú estés bien con tu esposa.

Se gira y camina hasta el ascensor, mientras pulsa el botón y mientras espera a que llegue, sigue hablando:— A tu amada no le duele mi hijo, sino tu traición. No puede dormir en el mismo cuarto, compartiendo la misma cama con el hombre que se fue con otra mientras ella pensaba que él trabajaba.

— Miriam, no entres en donde no te llama. Además, estaba borracho

Ella sonríe mientras las puertas del ascensor se abren:— Sólo los niños y los borrachos dicen la verdad y actuan como quieren.

Camina hasta el ascensor y entra pulsando el botón para bajar. Me pongo en pie y miro el vaivén de los coches en la carretera principal bajo el edificio. Melek es el amor de mi vida, y no puedo perderla a ella por un niño, un error que nunca debió haber ocurrido.

Hace algún tiempo le hicieron las pruebas de ADN, y ella me las enseñó. Efectivamente el niño es mío. Yo soy el padre de aquel bebé. Pero eso no significa que deba quedárselo. Yo no quiero a ese niño, y cuando la prensa sepa de todo ésto mi reputación caerá al suelo. Este bebé sólo traerá problemas.

Las puertas del ascensor se abren.

— Junaid— la voz de Melek me sorprende.

Me giro para mirarla. Ha perdido demasiado peso. Supongo que es por sus últimos movimientos, que he seguido con todo detalle. Me siento sobre mi silla en mi escritorio y espero a que hable.

— Mira, me he cansado de estar yendo y volviendo con mi abogado. No necesito tu dinero Junaid, quiero mi divorcio. Necesito el acceso a mis pertenencias de antes del matrimonio

— ¿Es para la cooperativa de Israël?

— Palestina. Y sí, necesito mi libertad. Hay niños que he conseguido traer desde palestina y que necesitan un lugar para quedarse, y necesito mi libertad para no tener que hacerte firmar mil papeles para utilizar lo que antes del matrimonio era mío.

— No pienso ayudarte al corte de tu cabeza Melek— la miro con tenacidad— Territorio Palestino o Israëlí no es asunto tuyo, no eres ninguna política que entienda en todo esto. No sabes cuántas personas buscarían tu cabeza si abres esa cooperativa en Palestina. Haciendo algo así abrirías un camino directo para ayudar al pueblo palestino, pueblo que los altos de arriba quieren liquidar de su camino. Abriendo la cooperativa darías fuerzas a los resistentes que quieren la libertad de Palestina y eso es lo que los otros no quieren.

— ¿Terminaste? Ahora dame mi divorcio— se cruza de brazos delante de mí.

— Melek por...— intento calmarme pero termino explotando y chocando los puños contra la mesa— ¡Por el amor de Dios! ¡¿Esque no entiendes?! ¡Estás cavando tu tumba con tus manos! ¡Y no te permitiré hacerlo! ¡No estando yo en vida Melek!

— ¡Pero tú no los viste! ¡Tú sólo hablas desde el punto de vista del rico que quiere mantener su imperio! ¡Pero ¿y ellos?! ¡Ellos que hasta el agua se lo quitaron los Sionistas del diablo! ¡Ellos que sus padres e hijos son matados a diario! ¡Sus esposas e hijas son violadas! ¡Ellos que no tienen una vida digna en sus propios terrenos, en las casas de sus ancestros, en su propio país! ¡Si voy a poner mi cuello en riesgo, lo haré por ellos! ¡No pienso permitir un genocidio delante de mis narices!

No sé qué hacer, se lo he pedido de todas las formas posibles, pero ella es cabezona. La tomo de los brazos, y sin otra salida caigo rendido sobre mis rodillas.

— Melek, te lo suplico no lo hagas. Yo los defenderé en las reuniones de la ONU, yo haré todo lo posible por que los palestinos vuelvan a sus tierras. Pero te lo suplico, cancela la cooperativa palestina.

Ella suspira con los ojos cerrados y se aleja de mí.

— Ángel... Ángel yo... Estoy cansada... No eres el primero que lo intenta por las buenas. Hay que hacer más ruido— Suspira y hunde su rostro entre sus manos— Necesitamos más atención, es Urgente. De todas formas yo no viviré mucho más...

Un silencio se produce en el que yo asimilo lo que me está diciendo. No vivirá más ¿Qué quiere decir? Ella se percata de mi incomprensión.

— Quiero decir, tengo ya 50 años, no volveré a vivir otros 50 más. Qué mejor que morir por la libertad de un pueblo.

Tengo ganas de llorar. Todo lo que hemos hablado, ella no ha entendido nada. Está en peligro, la amenazan, y esta vez las amenazas son reales.

Me pongo en pie y la miro de lejos.

— Por cierto, en hora buena por el niño ¿Sabes el sexo?

La miro incrédulo, la maldita de Miriam ya le hizo llegar la noticia.

— Lo abortará.

Veo como su rostro cambia de expresión, y en dos pasos está frente a mí. Algo tenaz contacta contra mi mejilla. Me giro para verla de pie, apretando la mandíbula, cerrando los puños y a punto de saltar encima de mí.

— ¡Prometo por lo más valioso que tengo que como Miriam aborte, aunque sea sólo por accidente, nunca volverás a verme la cara! ¡Jamás!— coge su bolso y se dirige al ascensor— Y espero mi divorcio para mañana. Si no la prensa rosa hará el trabajo de poner tu reputación por los suelos.

Y desaparece en el ascensor.

Una cooperativa en Palestina. No puede estar más de broma esta mujer. Ha intentado vender la casa, le propuse comprársela sin darle el divorcio, pero ella no quiere de mi dinero. Ya no trabaja, no tiene ingresos, por lo que necesita vender sus propiedades.

Un mensaje llega a mi teléfono. Miro desde la pantalla de notificaciones: »Melek está tomando un avión a palestina«

Suspiro y me sirvo un vaso de wiscky, cuando escucho gritos en la planta de abajo y las puertas del ascensor se abren para dejar pasar una decena de hombres armados a lo militar y el inspector Carrasco entre ellos. Lo miro con curiosidad, y él al asegurarse de que no hay nadie más baja el arma y se acerca a mí, me toma de brazo y baja conmigo en un pasillo de militares, como si yo fuera el mismísimo rey del mundo que va a encontrar a alguien.

— Carrasco ¿Qué hay?

— Debemos protegerte a ti y a tu familia. Yan ha tomado a Safuan y Aiko como rehenes— me saca del edificio y me mete diréctamente en una furgoneta de policía.

«Debemos protegerte a ti y a tu familia» «Rehenes»

— ¡Melek! ¡Melek tomó un vuelo a Palestina!

Carrasco me mira con los ojos fuera de sus órbitas.

— ¡Mierda! ¡Hay que enviarle los guardias y devolverla a Estados Unidos!— y se baja corriendo de la furgoneta

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VAYAN A LEER "LA TERCERA SULTANA" 

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora