Capítulo 17

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— ¿La costura es tuya? Es curiosa— sonríe pasando las páginas del reporte médico— De pequeña amabas coser cosas, sobretodo si son la camisa de tu madre con la mía— ríe y niega con la cabeza

Hay un silencio, de nuevo en el que él sigue pasando las hojas y leyendo, con el ceño fruncido. 

— No sabía que trabajabas aquí— mi voz sale casi susurrada

— No soy yo quien elige dónde trabajar. Por tanto no sabía que vivías por aquí

— No, no, no vivo aquí, es un em... compañero... que tiene una casa de vacaciones aquí y vinimos a pasar las vacaciones— subo una pierna sobre la silla y la abrazo a mi pecho. 

— ¿Y la encontraste degollada?— Levanta sus ojos marrones a mi y me mira con atención e interés, una mirada tan llena de recuerdos, que me veo intimidada y agacho la mirada. 

— Cuando entré ella aún pataleaba por seguir con vida

— Entonces justo después de que el agresor huyera— se pone en pie y comienza a caminar con las dos manos metidas en los bolsillos. 

— No tiene nada que ver conmigo Steve, su vida ya estaba en peligro cuando la encontré

— Aiko, yo no dije nada— su voz suena detrás de mi espalda pero no me atrevo a mirarlo. 

Un pinchazo me hace brincar y él lo nota. Coloca una de sus manos sobre mi hombro y la siento como sedante que me calma. Pongo mi mano sobre la suya esperando ese calor que emana de él, calor paternal.

— Ese compañero ¿Es sólo compañero, o también te acompaña en la cama?

— ¡Dios Steve!— me deshago de su mano y tapo mi cara avergonzada. Sin darme cuenta me veo sonriendo como tonta. Siempre con ese humor tan negro y poco adecuado. 

— Déjame tomarte la tensión— se pone delante de mi con un aparatito entre los dedos.

— No soy yo quien está embarazada Steve, es Sandra que ahora está en coma.

— Cierto— y se estira a su mesa y coge una de las hojas— Pues no podemos abortarle sin permiso del padre.

— Ha sido violada, se desconoce su violador

— Pues en ese caso tenemos que esperar a que el estado nos de el permiso sino, tendrá que hacerlo ella cuando despierte— se sienta frente a mi— Ella está en buen estado para la gestación aunque esté en coma. El bebé puede crecer con normalidad mientras ella siga respirando. 

— ¿Va dormir por mucho tiempo?

— No tengo ni idea. Y como mucho si despierta tiene granes posibilidades de sufrir amnesia, puesto que su cerebro se ha quedado sin oxígeno por mucho tiempo y hay muy pocas probabilidades que despierte sin secuelas. Ésto lo conoces Aiko. 

Levanto la mirada a la suya y juro ver el tormento y dolor en sus pupilas, formando remolinos desbordados, tormentas de odio y rencor. Sin embargo él sonríe y agacha la mirada.

— No es lo mismo, Steve. Mamá fue salvada en su último segundo de su vida. Sandra aún respiraba— mi voz se quiebra

— Tu madre fue asesinada Aiko

Silencio

Lo miro y él se apoya sobre su respaldo, y puedo ver las lágrimas formarse en sus párpados. 

— Sí Aiko— las lágrimas bajan por su rostro pero las limpia con rapidez— Tu madre, mi esposa, la única en mi vida, fue asesinada la noche de nuestro aniversario en su cuarto. La desenchufaron y cuando fuimos a darnos cuenta... Ya no había vuelta atrás. 

Me quedo petrificada. Tocan a la puerta y como acto reflejo brinco de la sorpresa y me giro a la puerta, donde hay un enfermero que se dirige al doctor, le dice algo, que ya no escucho. El suelo comienza a moverse bajo mis pies. 

Siento una mano en mi brazo, y de pronto ya no estoy sobre la silla. Y qué reconfort cuando sus brazos rodearon mi cuerpo y sentí por fin su calor. Una oleada de aire inunda mis pulmones, y siento que por fin el aire vuelve a mi sistema. Escucho las palabras que susurra en mi oído. 

— Aiko— La voz de Safuan me saca de mis cavilaciones

Levanto la vista hacia él, y sin mediar ni una palabra paso mis brazos por su torso y lo abrazo. 

Estoy sobre una camilla, con algo incrustado en uno de mis brazos y el cuerpo helado. Safuan comienza a acariciarme el pelo y con el sonido de su corazón latir en mi oído pude tranquilizarme.

Escucho pitiditos y alguien moverse de aquí para allá. 

— Aiko— Safuan me aleja de él— me han dicho que has tenido un colapso nervioso— me mira a los ojos, aquellos grandes soles amarillos examinándome, mirándome con detalle, con preocupación. Me fuerzo a sonreír.

— N-no— me aclaro la garganta— Sólo es el cansancio

— Sí— acaricia mis mejillas con sus pulgares— se te ve muy cansada— sonríe y se acerca a dejarme un beso en la frente— Sandra está bien y cuando despierte volverá con nosotros y esos hijos de puta pagarán por todo lo que han hecho— dice mientras me abraza. 

Levanto la vista de los pectorales de Safuan y puedo ver el uniforme médico de Steve moverse de aquí para allá.

— Steve— lo llamo

Él no me hace caso y sigue tocando maquinitas y apuntando en su cuaderno. Me alejo de Safuan y lo vuelvo a llamar, y ésta vez él me mira, con una sonrisa casi forzada. 

— Señorita ¿Me está llamando?

— Sí, Steve.

— Creo que se equivoca señorita, yo no me llamo Steve— tira de su targetita en su cuello y le da la vuelta para que pueda leer— Anderson, mi nombre es Paul Anderson, debe estar confundiéndome con alguien más. Vine a tomar algunos datos, y ya me iba. Disculpen la molestia. 

Sonríe a Safuan y sale por la puerta. 

«¿Qué carajo me pasa? Estoy siendo esquizofrénica?»

Entonces algo hace clic en mi cabeza: Nadie dejaría su misma identidad después de haber sido asaltado por una mafia, que su mujer hubiese muerto por una persecución, y sobretodo, no después de saber que su cabeza entre los mafiosos tiene un valor de más de 1.000 euros. 

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Va, dale a la estrellita. Creo que un poco el pasado de nuestra queridísima Aiko se va aclarando, sobretodo con la llegada de Steve ¿Qué os figurais que puede haberle pasado? ¿Porqué su madre fue asesinada y su padrastro es perseguido?

Un besazo a todos.

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now