Capítulo 15

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«Hemos salido a pasear un poco. Aiko»

Dejo la notita a en su lugar y subo las escaleras. Ayer la luz de su cuarto estuvo encendida por toda la noche. Cuando bajé a beber agua, pasé por su cuarto y tenía un papel y un bolígrafo en la mano. 

No quiero suponer cosas, pero necesito corroborar que mis sospechas son erróneas. Empujo la puerta con sigilo, y encuentro su cuarto recogido, la cama hecha y un rico olor a naturaleza proveniente de la ventana abierta, junto con el olor a vainilla de una vela encendida sobre uno de los muebles. 

Me acerco al primer mueble, lo abro con la esperanza de encontrar aquellos papeles, y nada. Lo que sigue corroborando mis sospechas: debe ser algo muy íntimo si lo ha guardado tan bien. 

Busco aquí y allá, intentando no desordenar mucho aquello que ella ha ordenado con sus propias manos, lo que ella recuerda. 

Termino y me siento a recordar algo que me pueda ayudar. Cuando el sonido de algo caer al suelo me llama la atención. Debajo de la cama, por el cabezal. Levanto la almohada y bingo. Un par de folios doblados, y al asomarme bajo la cama descubro un lápiz que rodó cuando moví la cama. 

Devuelvo la cama a su lugar y desdoblo los folios, para quedarme paralizado. No es nada de lo que imaginaba, no es ni una carta de suicidio donde cuenta su experiencia, ni unamemoria de lo que vivió entre aquellas paredes, sino un dibujo. Un dibujo detallado de los ojos de cada uno de los gilipollas que se la tiraron. 

* * *

Escucho la puerta cerrarse y los pasos acelerados de Aiko correr hacia mi. Levanto la vista del libro que estoy leyendo y me pongo en pie para recibirla con un con un abrazo. Ella enrolla sus piernas en mi cintura y ríe a carcajadas. 

— Ha aceptado— me susurra

La separo de mi para mirarla a los ojos. Está tan sonriente, sus mejillas sonrosadas, y sus ojos oscuros tienen un brillo espectacular. 

— Quiere ir al doctor a que la examine— sonrío aunque no sean buenas noticias. Sonrío porque ella lo hace. 

— Genial

Vuelve su cabeza de nuevo a mi cuello y ríe a carcajadas. Y suena tan bien, como a melodía. Mi corazón salta en mi pecho y una alegría inigual recorre mi cuerpo. La estrecho más contra mi pecho deseando poder amortiguar así el cosquilleo de mi anatomía. 

— Ay Safuan me ahogas— su voz suena forzada y me apresuro a soltarla. 

Sin embargo ella cae al suelo en un golpe seco contra el suelo. Ríe mientras se sujeta el trasero. Me agacho sobre ella y la examino. 

— ¿Estás bien?

— ¡Sí!— dice entre carcajadas. 

Por un segundo voy a estamparla contra la pared por asustarme, pero me encuentro riendo a carcajadas con ella. La ayudo a levantarse y nos sentamos a la mesa para hablar del doctor.

— ¿Entonces? ¿La convenciste para pasar al doctor?

— Sí— coge mi mano y aprieta— dice que debe ser una mujer, pero da igual, al menos acepta ir al doctor. 

— A-Ai-ko — ella se gira hacia la voz que proviene de la puerta del comedor

— ¿Sí?— Aiko dirige toda su atención a Sandra que la llama

— ¿No has visto... am... unos... dibujos en... en mi cuarto?

— No— Aiko se gira a preguntarme con la mirada

— No, yo tampoco.

— Busca bien a ver si no se cayó por algún sitio— Aiko intenta ayudar

La chica asiente y desaparece. Aiko me hace una seña  se va a ayudarla a buscar los dibujos ¿Dónde están? Venga ya, hago desaparecer a personas, no me crearán problemas un par de papelitos.

* * *

Aiko sale sola de la sala de la doctora dejando sola a la doctora y a Sandra. Se sienta a mi lado y deja caer su cabeza en mi hombro.

— La doctora me pidió que las dejara solas... Tiene moretones enormes por todo su cuerpo, se tapaba y de un momento a otro se puso a llorar. Le han hecho mucho daño. 

La puerta frente a nosotros se abre y la doctora sale. Nos apresuramos a cercarnos ocn las mejores de nuestras sonrisas. Ella, una chica joven y delgada, rubia de ojos marrones y pelo recogido, nos da una sonrisa forzada. Somos los únicos en la sala de espera por lo que se toma la libertad de hablar ahí mismo. 

— Ella está haciendo las pruebas de embarazo— señala la puerta cerrada— bien, examinándola he visto que ha sido violada y golpeada durante bastante tiempo. Tiene trazos y cicatrices en lugares estratégicos, y por su estado de salud deteriorado puedo intuir que ha sido drogada y no una sola vez— siento la mano de Aiko cerrarse en mi camisa, acaricio su espalda buscando reconfortarla, pero poco parece hacer— Le haré unos análisis de orina, de sangre y varias otras pruebas para un chequeo general y específico de sus órganos para asegurarnos de cualquier enfermedad y ponerle remedio. — sujeta la mano de Aiko y la mira a los ojos con una sonrisa tristona— Has hecho mucho, lo agradecerá. Pero yo sólo me ocupo de su cuerpo, convéncela de ir a ver a un psicólogo. Siquiera tiene el coraje de explicarme. Cuando le hablé de test de embarazo por poco se desmaya. Por favor— me mira ésta vez a mi— hagan algo para ayudarla.

Siento un pinchazo en el pecho y me siento tan intimidado por su mirada que agacho la mirada. Asiento para salir de aquella situación. Vuelve a mirar a Aiko y me siento liberado.  

Se retira a su consulta y, perdido en mis pensamientos, mis manos envuelven el cuerpo de Aiko y no me doy cuenta hasta que la escucho sorber por la nariz.

— ¿Aiko?— intento levantarle la cabeza pero ella no cede, mi pecho se aprieta y siento que me falta la respiración. Por tanto una sensación extraña pero familiar desde que estoy con Aiko me recorre los vasos sanguíneos. La abrazo con más fuerza con la mayor intención de recorfort que nunca hube sentido. Acaricio su pelo y susurro palabras reconfortantes en su oído. 

La doctora sale pero al vernos abrazados, me hace una seña y vuelve a entrar. Me separo de Aiko, y la obrligo a que me mire. Y dios, qué imagen más horripilante. Ver sus lágrimas me causó una sensación de desasosiego y vacío que sentí angustia. Limpio sus mejillas con mis manos y sonrío.

— Hay que entrar a verla— ella sonríe y una corriente cálida recorre mis alveolos. Al fin respiro. 

Asiente, entrelaza mis dedos con los suyos y entramos los dos sonrientes a la consulta. Pero nada más entrar nuestras sonrisas desaparecen. La doctora parece tener algo que decirnos. Nos invita a sentarnos frente a ella. No hay rastro de Sandra por toda la sala. Presiona los labios uno contra el otro y se acerca más a nosotros, para susurranos. 

— Está de dos semanas. 

Aiko a mi lado se tapa la cara y yo me agacho a su lado para abrazarla. 

Mierda, no. Imposible. Si está embarazada de una forma u otra sabrán quién es el padre, y qué ilusiones me estoy haciendo, la saco de esa casa, la salvo, le doy un cuarto ¿Y ahora la traigo a un doctor? Estoy construyendo mi propia destrucción. 

— Ella no lo sabe— la doctora llama nuestra atención— ella cree que los resultados son negativos. 

— No se preocupe doctora— la voz quebrada de Aiko me rompe el corazón— cuidaré de ella.

* * *

Patalea por que la suelte, e intenta gritar, pero debo terminar con esto lo antes posible. Pongo la navaja bajo su mandíbula...

«Crímen»

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Lo siento por el retraso. Deseadme suerte. Un besazo.

La chica de los guantes de boxeoWhere stories live. Discover now