Capítulo 7

869 66 9
                                    

Safuan

¿Porqué coño tenía que contarle de Michel? ¿Que no tiene suficiente con recordarme su muerte?

Y no, no murió apastado por un camión. Murió entre mis dedos. Y qué bien se sintió, escuchar cómo crujía su cráneo, sentir su sangre correr entre mis dedos, su voz apagándose.

Sentía cierta curiosidad por la anatomía de Michel, y no supe cómo saciarla, mas que usando un cuchillo de cocina de mi madre.

Y aún recuerdo cómo aún pateaba cuando separé el pelo de su vientre y dejé el cuchillo fluir en su pelaje. Inexperto de mi que forcé tanto el cuchillo que pasó hasta sus pulmones y su corazón, y lo maté al instante.

- ¿Entonces? ¿Cuanto? - la voz de Aiko me saca de mis cabilaciones.

La miro a mi lado. Y todo vuelve a mi cabeza. Había parado aquí a la costa del mar para pasear un poco a su lado.

Es una chica fuerte, y que sólo necesita algo de entrenamiento. Se le ve un buen futuro, y creo que podría ayudarla.

- ¿Cuanto cobras en el trabajo?

Ella me mira de reojo.

Va preciosa. Aunque sé que se ha maquillado para tapar las marcas de ayer, pero le va muy bien. Y ese vestido, Dios me perdone por mirarla con tanto descaro pero su cuerpo es una bendición. Y embutida en ese vestido y oliendo tan bien... Mi autocontrol va rozando sus límites.

Ahora sus tacones van en una de sus manos y con la otra aguanta su vestido para no caerse.

- 1.200 euros

Siento cierto temblor en su voz.

- ¿Y cuanto pagas de alquiler?

- Am... ¿Porqué quieres saber? - me giro hacia ella.

- Mi juego, mis reglas

Ella asiente y sigue caminando.

- 150 euros

- Okay...- hago cálculos en mi cabeza. 1000 euros para una chica soltera es mucho- Quiero 800 euros al mes, justo después de cobrar. Nada de retrasos, ni de pagos a medias

- ochocientos - repite perdida en sus pensamientos, o cálculos- tendré que renunciar a ciertas cosas

- Quiero que tu tiempo libre lo pases en el ring, te daré una copia de las llaves del gimnasio y quiero que vayas ahí en tu tiempo libre. A parte de los entrenamientos claramente.

- ¿Qué pretendes Salinas? ¿Alejarme de la vida social ?

«Alejarte de lo ilegal» Pero no lo digo, sólo lo pienso

- Quiero ver si realmente amas el boxeo como tu dices.

- Está bien Salinas, lo haré- al llegar al coche ella abre la puerta del copiloto para subirse.

- Aún no termino- cierro la puerta.

Mierda estamos muy cerca. Esto no va a terminar bien. Me concentro en mirar sus ojos, y joder. Son tan oscuros como el deseo que siento por su puta anatomía.

- ¿S-si ?

No. Esta desconfianza no me gusta. Qué poca determinación hay en sus palabras.

- Subes a mi ring y renuncias a cualquier tipo de relación, amorosa o sexual. Te quiero completamente concentrada en el boxeo.

Veo algo cruzar su mirada y se pone un poco mas de puntillas para llegar a mi altura. Una sonrisa traviesa cruza su boca y hago lo imposible por no lanzarme sobre ellos y morderlos hasta hacerla sangrar.

- Sólo si te incluyes. Juraré voto por castidad cuando tú lo hagas también.

Mi mano vuela sola a su mejilla donde acaricia el pequeño bulto bajo el cual, seguramente, se esconde una herida. Me acerco a sus labios y cierro los ojos. Su sangre aún quema de mi saliva desde nuestro encuentro de ayer.

Rozo nuestros labios, dandole tiempo a echarse atrás. Los rozo un poco más, hasta sentir su aliento entremezclarse con el mío, pero ella se aleja.

- Yo acepto- susurra.

Sonrío y doy un paso hacia atrás dándole el espacio. Ella me tiende su mano, quiere que jure con ella.

Sonrío y estrecho su mano. No sé lo que estoy aceptando pero sólo quiero ese contacto cálido de su piel contra la mía.

- Yo también-

Ella sonríe abiertamente. Y sacude nuestras manos. Tras unos segundos frunce la mirada y mira nuestras manos.

- ¿Me sueltas ya?

Sonrío y la suelto. La invito a subir, y voy al otro lado del coche.

Necesito asegurarme de que no vuelva a lo ilegal. Hacer que se concentre en el boxeo y olvide lo que aquellos montruos son capaces de hacerle. Y sólo encontré una forma: arrebatarle los medios. Si no tiene dinero ni tiempo libres no podrá ir.

Por otro lado es imposible que Yan se entere que yo soy su entrenador, y suerte que desconoce el lugar donde entreno, y por lo que él mismo me contó, tampoco sabe mucho de ella. Pero nadie puede fiarse de la palabra de ese puto viejo.

Hoy me dijo de ir a cobrar una deuda de un tipo que hace tiempo no quiere devolverle el dinero.

Paro frente al edificio donde vive y la miro. Vive en un piso nuy pequeño, donde a penas ocupa 20m² un baño, una cocina y la cama donde duerme. Sin hablar de la humedad del lugar, ni de lo poco aireado que es. Por otro lado el barrio es de lo mas desagradable. El callejón ya de por si es pequeño, y lo que cuesta entrar el coche. Puedo vislumbrar al final del callejón un grupo de chicos, bastante jóvenes, tirados sobre el suelo, drogados lo más seguro.

— Gracias— me da una sonrisa sincera— ha sido un placer pasar algo de tiempo con tu madre, y... Contigo. Agradezco que confíes en mi y que me des una oportunidad.

— Sólo no me decepciones.

Ella asiente sonriente y se deshace del cinturón. Va a abrir la puerta pero parece recordar algo y se gira hacia mi con el ceño fruncido.

— ¿Cómo sabes donde vivo?

«Mierda»

Miro el reloj y luego por la ventana en busca de una respuesta rápida.

— Lo sé todo sobre ti— y la miro.

Puedo ver el impacto de mis palabras en ella de inmediato. Sus ojos se abren y su respiración se vuelve un desastre.

— ¿T-todo?— tartamudea

«¿Tienes miedo a que descubra algo más?»

— No subo a cualquiera a mi ring. A pesar de todo te acepto por tu fuerza de voluntad. Tienes mucho que aprender.

Asiente nerviosa, coje sus tacones y se baja. Espero a que se los termine de poner y se sube a su edificio. Una vez veo la luz de su pequeño apartamento doy marcha atrás. Al salir de su barrio, saco del maletero mi mochila, donde guardo mi mascara y los guantes, y algunos utensilios.

Cojo las llaves de la moto, dejo el coche aparcado y camino hacia la diversión.

*********************************************************************************

Si os ha gustado, dadle a la estrellita y hacermelo saber. Por cierto, no sabéis lo dificil que es describir como mata a un animal, cuando el animal tiene el nombre de mi pollito.

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora