Capítulo 18

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Me pongo mis pantalones y dejo el delantal del hospital en una bolsita que me dejaron al lado de la camilla y meto mis pies en las zapatillas que me trajo Safuan de su casa. 

El enfermero nos avisó que ya podíamos pasar a ver a Sandra, y Safuan me trajo algo de ropa para ducharme y ponerme cómoda. 

Al abrir la puerta Safuan no está por ningún lado. Camino hacia el único lado donde se puede respirar aire libre en un tercer piso es la terraza. 

A estas horas de la madrugada no hay nadie fuera.  Y lo veo apoyado sobre la barandilla, callado, con la mano en el oído. 

— ¿Cuando?— su tono de voz es tan frío que me quedo congelada donde estoy— Desaparecerá mañana del mapa— cuelga y suspira dejando la cabeza caer hacia delante. Segundos después estira la mano y deja el teléfono caer por la barandilla del balcón y espera hasta que se escucha el crujido de éste, para girarse. 

Tuve el tiempo de salir de mi shock y sonreír para caminar hacia él. Al verme todo color desaparece de su rostro y puedo ver una sonrisa nerviosa aparecer sobre sus labios.

— ¿Aiko?

— Sí, venía a buscarte ¿Entramos juntos a ver a Sandra?

Sonríe con alivio y camina hasta mi, tira de mi nuca y me abraza con fuerza. Lo abrazo también, pero siento que no es un abrazo cualquiera. Se separa de mi y me toma de las mejillas para obligarme a mirarlo a los ojos. Y lo que veo no me gusta nada. 

Una nube enorme, de un tono amarillo rojizo, que de ser colores tranquilos, trae angustia y desconfianza. Pero a pesar de todo puedo leer disculpa, pero disculpa ¿Porqué? Y termina por posar sus labios sobre los míos, como si sellara una promesa no dicha. 

Se vuelve a separar de mi y sin siquiera mirarme posa sus labios helados sobre mi frente. 

— ¿Safuan? ¿Estás bien?— intento hacer que me mire, pero no consigo más que una mirada fugaz y una sonrisa forzada.

— ¿Vamos?— entrelaza sus dedos con los míos y tira de mi hacia el cuarto donde está Aiko. 

Antes hay que ponerse ciertas prendas, y al entrar con la enfermera, soy la única que se viste sola mientras Safuan me mira apoyado sobre el marco. 

— ¿No entras?— él niega con la cabeza.

— Entra tú, a mi no me gustan mucho el ambiente de hospital. 

Sonrío con ternura, no sabía que era tan sensible. Aunque puedo comprenderlo, yo tampoco quiero entrar después de haberla visto degollada, y cosido con mis propias manos, lo último que quiero es presenciar su estado. 

Le enfermera abre la puerta frente a y doy mi primer paso hacia dentro. 

»Puedo escuchar un pitido, una leve respiración y mis pasos

El olor a limpieza, a medicina, me trae arcadas. Me acerco más y más, hasta que llego a ver la totalidad de cuarto. Hay muchos cables alrededor

»Una maquinita marca montañitas y valles, sincronizada con un pitido

Tubos y más tubos entraban y salían de su cuerpo, atravesando su piel tintada de manchas violeta, su pelo recogido y...

»...sus ojos cerrados, labios azulados y su piel pálida. Una mascarilla ocupaba su boca y nariz

Sus brazos quedan a sus lados, su cuerpo desnudo es marcado por las finas sábanas que lo cubrían hasta el pecho. Me muerdo el labio aguantando las lágrimas.

»Mama...

— Sandra...— su nombre retumba entre las paredes del cuarto en forma de susurro. 

Pongo mi mano sobre la suya, y está congelada. Acerco una silla a su camilla y me dejo caer sobre ella. Los moretones se hacen más visibles ahora que está congelada de frío. 

— Hemos puesto una denuncia por allanamiento de morada, y supongo que tu caso va a ser investigado. Hemos contado todo lo que sabemos y lo que hemos visto— suspiro— Safuan está muy afectado, siquiera se atreve a entrar ¿Sabes? Era la primera vez que montaba en helicóptero— una ria irónica se me escapa— mira qué gran ocasión.

Y se lo cuento todo. Desde lo que pasó después de que el helicóptero hasta el segundo en el que estaba con ella. Pero ella seguía sin abrir los ojos. Tanto que hablé y ella ni siquiera dio signos de vida, más que los que marca la pantallita de la maquina 

La enfermera me avisa desde el otro lado del cristal que el tiempo de visita ya había terminado. La miro una última vez, con la esperanza de que abra los ojos, pero no lo hace, así que salgo dejándola en su tranquilidad y sueño profundo.

La enfermera me ayuda a desvestirme y salgo fuera. Mi cuerpo pidiendo a gritos el contacto de Safuan, y mi mente y corazón sólo quieren tenerlo cerca, y perderme un poco en él. 

Al salir lo veo sentado en una de las sillas, los codos sobre las rodillas, mirando sus manos abiertas. 

— Contando las rallitas de tus manos, interesante—le digo con humor intentando rebajar la tensión.

Él alza la cabeza y sonríe, pero forzado. Se pone en pie y me enfunde en un abrazo cálido y tan necesario. 

— Señorita Fukuji— una voz profunda llega a mis oídos y me tengo que separar de Safuan para ver quién es. 

Al girarme veo a un hombre, vestido de negro. Tiene el pelo negro, y una barba de tres días, los ojos almendrados y las pupilas de un tono verde aceituna. Sin embrago su piel es de un tono canela lo que resalta sus ojos y le da un aire jovial pero endurecida por su gestualidad seria.

Saca una paca de su chaqueta y me a muestra

— Inspector Carrillo. Quería hacerle algunas preguntas si el señor Salinas me lo permite

— Inspector— Salinas da un paso por delante de mi para enfrentarlo— Discúlpeme pero la señorita Fukuji no está en condiciones  en este momento como para responder a sus preguntas

Tomo a Safuan de la mano para impedirle acercarse más al inspector

— No le he hablado a usted, Salinas

— Safuan— tiro de él, y consigo alejarlo del inspector— Creo que podré responder a lo que usted quiere saber

— Aiko— safuan me hace girar hacia él y toma mi rostro entre sus manos— Si estimas que las preguntas que te pone son demasiado privadas, o te incomodan, o cualquier cosa, cortas. Tienes el derecho de dejar el interrogatorio, sólo eres testigo.

Asiento, y él sonríe con tranquilidad, antes de dejar un beso sobre mi frente y tirar de mi hacia su pecho. el abrazo es así como un abrazo de seguridad, como para decirme que está aquí para mi, y lo agradezco. 

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Os propongo un preguntas y respuestas con los personajes, de cualquier historia sobre cualquier tema. Creo que resolvería muchas de vuestras curiosidades. Un besazo.

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora