Capítulo 13

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Safuan

¡Carajo! Había olvidado completamente que ella seguía aquí. Mientras que Aiko la lleva a descansar y le lleva algo para tomar y relajarse, yo pienso en qué le diré. 

Es cuando escucho sus pasos acercarse al salón. Alejo mi taza de café humeante y espero paciente que venga. Se para en la puerta, cruza sus brazos, se apoya sobre el marco y cruza una pierna sobre la otra, mientras me mira con ciento enfado. Suspiro y me pongo en pie para acercarme a ella, sin saber muy bien qué hacer ni qué decir. 

Ella no se mueve. Mis manos van a las suyas y deshago esa horrible pose, sin soltarla, me acerco un poco más. 

— Ella... 

— Duerme, tiene fiebre, creo que necesitará que la vea un doctor— me interrumpe mirando a otro lado. 

Ahora seamos honestos con nosotros mismos. La he deseado por mucho tiempo, el maldito trato de abstinencia, era para asegurarme que nadie más la tocara, y el hacerla mía hace una horas me lo corroboró, el vela pelear por el poder de cambiar de posición, querer soltarse de mis manos, a veces cambiar el ritmo, y el que no suplicara, el que me mirara a los ojos con tanta tenacidad, me hizo desearla como un loco. La deseo, y no sólo físicamente. Recostarme sobre su pecho, escuchar su respiración, sus latidos, se sintió como el paraíso. Y quiero más. Así que dejo mi imaginación volar. 

— Viniendo aquí, ayer de noche, la encontré tirada a un lado de la carretera, desnuda y congelada. Aún tenía pulso y quise ayudarla. La traje aquí, y la tapé con mantas para que entre en calor. Debe haber despertado y puesto una de mis camisas. 

Ella sigue sin mirarme directamente. Así que giro su rostro hacia mi, para que me mire con sus hermosos ojos oscuros. 

— No neguemos la atracción que hay entre nosotros. Te deseo, me deseas, entonces pasemos un buen rato. 

Tiro de ella hacia mi y rodeo su cintura con mi brazo libre.

* * *

Dejo mi taza sobre la mesa y la suya justo en frente, preparo una de té para la chica del cuarto, mientras Aiko prepara las mochilas para ir a correr por los alrededores, y quizás comamos al aire libre. 

Dejo los bizcochos entre nuestras tazas y voy a buscarla. Al salir la veo arrodillada en una de las esquinas del jardín, portando sólo uno de mis calzones y una camiseta mía que le quedaba por los muslos. 

Hacía soniditos a algo entre sus manos. 

— ¿Aiko?— ella se sobresalta y algo sale corriendo en dirección contraria a ella. 

— Joder, no podías ser más inoportuno— se levanta, se limpia y camina hacia mi. 

Va a pasarme de lado, pero la atrapo y dejo un beso sobre la cumisura de sus labios. Y no puede sorprenderme más la sonrisa tan sincera en su rostro. 

Caminamos juntos al comedor para desayunar. 

— Era un conejito— se sienta y yo me siento frente a ella. 

— Uhm— la miro mientras come y los recuerdos de ayer vienen a mi cabeza, pero no tardo en deshacerlos, no queremos una erección en la mesa— ¿Le llevas el desayuno?

— Sigue dormida. 

Asiento, termino de desayunar mientras reímos y charlamos sobre tonterías varias. Antes de ir a vestirnos para salir a hacer algo de ejercicio al aire libre. 

* * *

Llegamos al pequeño lago donde vamos a sentarnos a comer. Hay un pequeño lugar para hacer barbacoa y queríamos hacer algo de comer, y si el agua está buena podemos bañarnos también. El que esté desierta incrementa el deseo de darse un baño mientras el calor y el sol ambientan la tarde. 

Al buscar en mi mochila no encontré carne, así que creo que es tiempo de ir un poco de caza por los alrededores. Una liebre, conejo o hasta una tortuga podrían estar muy deliciosos en este ambiente. 

Busco a Aiko para avisarla, pero sólo tengo tiempo a ver su hermosa figura sumergirse despacio en el agua clara, dejando a flote su corta melena llameante. Me cuesta creer que aún sigue aquí. Ayer peleamos mucho, hasta después de hacerlo y disfrutar de nuestros cuerpos juntos, ella se mantenía testaruda por volver a su casa. 

Y no quiero dejarla ir. Primero su padre la busca, y al igual que me puso a mi a su guardia, podría poner a otro a mi guardia. Ese capullo es un traidor impredecible. Y segundo... No quiero dejarla ir, me siento diferente con ella, me trata diferente, y me gusta, pelear por y con ella me gusta. 

Una liebre pasa corriendo por delante de mi. Así que me quedo quieto, y me pego a uno de los árboles. Las liebres son de vista monocromática, así que tomaré ventaja de ello. 

Saco la navaja, la veo justo frente a mi, respirando agitadamente, y atenta a su alrededor. Hago un ruido, ella sale disparada y yo lanzo la navaja por delante de ella. Y la casualidad o el detino hizo que la navaja atravesara su ojo y la tire al suelo toda ensagrentada. 

Me acerco con rapidez y lo cojo antes de que huya, saco la navaja de su ojo, levanto su cabeza y tiro de su cuello. Lo cojo de las orejas, e intento que no me manche con su sangre cuando escucho un ruido detrás de mi. 

Me giro y es Aiko mirándome desde detrás de un árbol. Va en ropa interior y su pelo suelto y mojado formaba ondas a los lados de su cara. Su gestualidad de transforma en horror cuando ve el animal moribundo en mi mano y se acerca sigilosamente sin despegar la vista del animal. 

— Dios— susurra con la voz quebrada— ¿Qué...? ¿Qué has hecho?

— No traje carne y pues...

— Es la de esta mañana...— las lágrimas deslizan por su rostro y mi corazón se aprieta. 

Dejo la liebre sobre el suelo, al lado de la navaja, y me acerco a ella con la intención de abrazarla. Pero ella huye y me mira con los ojos fuera de sus órbitas. 

— ¿Tenías... que... que....? ¿Matarlo? ¿Qué te hizo el pobre animal?— más lágrimas deslizan por su cara

— Aiko es sólo un animal

— Un animal con un corazón, sangre, una vida, crías... Y encima... ¿Clavarle la navaja en el ojo? ¿Safuan porqué cometes tal crimen? ¿Eres boxeador no criminal? 

«Crímen»

— Aiko no exageres. Algo tendremos que comer.

— Algo que no sea ser vivo y con instinto por favor.— y camina de nuevo hacia el lago. 

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Bueeeno, hasta aquí por ahora.Vuelvo a decir lo mismo de antes, debéis votar para tener el siguiente capítulo.

Un besazo y hasta otra.

La chica de los guantes de boxeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora