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»Iker«

No odiaba a la hermana de Bere, porque yo no odiaba a nadie. Pero decir que me caía bien era una completa mentira. Tenía comportamientos que yo consideraba extraños, por ejemplo, colocarse frente a un auto en movimiento y apoyar las manos sobre el capó como si nada... yo lo consideraba extraño. Debido a que Álvaro frenó en seco, Berenice se golpeó el rostro con el asiento del acompañante, afortunadamente no le pasó nada. Pero hablábamos de Kara, y con ella se podía esperar lo que fuera. Luego de molestarnos un rato, logramos irnos de allí, Darwin y ella estaban en el mismo año, pero no compartían curso, él era de la sección A y ella era de la sección B, nunca habían sido compañeros, lo que me hacía sentir tranquilo. Conocía a Kara y sabía que su personalidad no estaba muy lejos de la de Larissa, era como si en cada año debía haber obligatoriamente alguien malvada en el salón de clases. Kara hizo un comentario horrendo sobre su hermana, quise responderle, quise decirle que Berenice era mejor persona que ella y las chicas con las que decidía pasar los recreos.

Pero no lo hice, era sencillo defender a Bere de los varones o incluso de las chicas, como ayer enfrenté a Larissa por milésima vez. Pero no era igual responderle a su hermana menor, no porque me faltaran ganas, porque de eso me sobraba, sino que... seguía siendo su hermana menor, seguía siendo la hermana pequeña de la chica que me tenía embelesado y... yo no quería tener problemas con su familia.

Sabía que su hermana la trataba de ese modo y también sabía que sus padres no hacían mucho al respecto, había ido en varias oportunidades a la florería de su mamá, donde Bere trabajaba todas las tardes después de la escuela, iba con la excusa de que quería comprar flores para mamá, al final sí se las terminaba dando, pero lo hacía más bien porque quería verla, algunas veces tenía tantas ansias por ver su sonrisa que terminaba yendo hasta ahí y aunque me quedaba platicando con ella solo unos cortos minutos, eso era suficiente para soportar hasta el día siguiente y verla en el instituto.

Su madre era dura con ella, la miraba con rudeza y era tajante cuando le hablaba y como ya llevábamos años de conocernos, pude ver cómo eran sus padres en el ambiente familiar más de una vez. Kara era la consentida, la mimada, la niña perfecta, estudiaba ballet e iba a clases de modelaje, yo ni siquiera sabía que se tomaban clases para eso, cuando estaba dentro de su casa se colocaba una faja que le marcaba la cintura de una forma aterradora y siempre, siempre estaba sudando, como si viviera haciendo ejercicio.

Bere no habló en todo el camino, ver su rostro con una diminuta sonrisa me hizo preguntarme si ella era feliz de verdad... En su casa no la trataban como debían y yo ni siquiera podía imaginar cómo se sentía al respecto. En mi familia todos nos llevábamos bien, yo tenía una buena relación con mis padres y mis hermanos eran de mis mejores amigos, teníamos buena comunicación y yo sabía que podía recurrir a mi familia siempre que los necesitara, o no. Así que para mí, la familia de Berenice era extraña, porque era completamente diferente a la mía.

—Bere... —la llamé cuando estábamos por entrar al instituto, Álvaro se quedó a hablar por teléfono, así que nosotros caminábamos uno al lado del otro. En una situación perfecta, en un mundo paralelo, estaríamos entrando al instituto de la mano, riéndonos de algo que seguramente ella dijo, porque ella era graciosa y siempre me hacía reír—. No respondiste mi mensaje ayer... y, es decir, no es que estés obligada a responder, es solo que... yo quería saber si tú... hmmm —no quería que sonara como un reclamo, ella era libre de responder o no a mis mensajes, solo que un pinchazo en el pecho solía molestarme si no lo hacía—. Quiero asegurarme que estés bien.

Se inclinó ligeramente hacia adelante y sonrió. Luego retomó su camino hasta su casillero, para dicha de mi corazón, nuestros casilleros estaban en el mismo pasillo y solo eran separados por cinco puertitas más, una de esas le pertenecía a Álvaro, que aún no había entrado al instituto desde que recibió la llamada. Estaba ordenando el montón de libros que tenía dentro mientras buscaba el de física, estaba seguro que lo había dejado allí, Bere se acercó a mí dando unos pequeños saltos y su sonrisa era brillante, espléndida... preciosa como siempre.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now