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»Iker«

Conduje hasta mi casa en silencio, no me molesté en prender la radio, ni en abrir las ventanillas, así que llegué sudado y sintiéndome como un completo estúpido. Apagué el motor y me quedé allí con la mirada clavada en el volante.

Berenice lo sabía.

Acababa de confesarle mi amor a una de mis grandes amigas. No fue como decirle a Lara que me gustaba, porque Lara no me gustaba en verdad, es decir, era bonita y parecía simpática, pero no era Bere, ninguna chica era Bere. Mi celular vibró en el asiento del acompañante, lo puse en silencio a la cuarta llamada de Larissa, pero ella insistió, insistió tanto que pensé en arrojar mi celular por la ventanilla.

—Hola —hablé apoyando la cabeza por el volante.

—¡Iker! —Exclamó del otro lado—. ¿Por qué no me contestabas?

—Porque no soy médico, Larissa, no cargo con el celular todo el tiempo —eso sonó más brusco de lo que pretendía—. ¿Qué ocurre?

—¿Quieres que vayamos a tomar algo? Suenas alterado.

—Créeme, no tengo ganas.

—De acuerdo, iré a tu casa yo.

—Larissa, en verdad no tengo ganas de hablar, lo digo en serio —no respondió, nos quedamos en silencio por unos segundos, hasta que yo volví a hablar luego de un largo suspiro que era de clara resignación—. Yo no tomaré alcohol.

—Será jugo envasado para ti, nos vemos.

Ella colgó primero, guardé el celular en el bolsillo de mi chaqueta y bajé del auto, pero no quería entrar a la casa, no quería encontrarme con Hellem, no quería responder las preguntas de Jaspers, así que me senté en la acera. El cielo estaba despejado, no escuchaba a ningún mosquito cerca y aunque no hacía calor, tampoco era necesario continuar con la chaqueta puesta. Saludé con la mano a los padres de Mauricio que llegaban de algún lado y luego volví a mirar absolutamente nada. Los padres de Mauricio siempre llegaban tarde a casa, por eso el chico hacía lo que quería todo el tiempo, no era malo, pero sí flojo, de todos modos, era buen amigo, lo era para Darwin.

—¿Qué haces? —Darwin se sentó a mi lado, eso me sobresaltó, no lo había escuchado—. ¿Es cierto lo que Jaspers dice?

—¿Y qué dice Jaspers? —Pregunté extendiendo las piernas.

—Que tienes problemas de chicas —comentó imitando mi posición—. ¿Ocurre algo con Bere? ¿Qué hay de las fotos con Larissa?

—Las fotos son solo eso, fotos —aclaré—. Larissa y yo somos... una especie extraña de... amigos. No nos vemos de manera romántica, no me gusta, no me acuesto con ella, ni tendré una relación amorosa, ni sexual.

—¡Vaya! —Exclamó llevándose las manos al pecho de manera dramática—. Por un momento me hiciste dudar.

Le di un empujón juguetón y él se rió bajo.

—¿Sabes de donde vengo? —Pregunté mirándolo.

—Bueno, del circo no —bromeó—. Tienes cara de alguien que acaba de cometer una locura y que aún está decidiendo cómo se siente al respecto.

—Exactamente —mi hermanito pequeño acababa de definir a la perfección mi estado actual—. Acabo de confesarle a Bere que estoy enamorado de ella.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now