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»Berenice«

Como cada sábado fui al instituto para ayudar en tutoría, me tocaba química, así que como mínimo habría treinta estudiantes, afortunadamente había más tutores y teníamos un grupo donde nos poníamos de acuerdo para ir, no eran mis íntimos amigos, pero durante los descansos de tutoría, me gustaba sentarme con ellos a conversar. Eran muy diferentes a mi círculo de amigos más cercano, ellos no eran ni populares, ni se destacaban por ser buenos deportistas, pero eran buenas personas, y simpátricos, y nunca fueron despectivos conmigo.

Durante la semana ellos preferían mantenerse alejados de mí, primero pensé que no les caía bien en realidad y que solo me hablaban porque debían hacerlo los sábados. Pero luego me di cuenta que lo que no les agradaba era que los relacionaran con el equipo de futbol. Yo sabía que mis amigos no eran engreídos, ni escandalosos, pero por alguna extraña razón, los deportistas siempre estaban envueltos en misterios... como la foto de Iker con Larissa en la madrugada.

No se les veía la cara, pero yo conocía la casa de Larissa y bastó con ver la foto unos segundos para notar que estaban en su puerta. Imaginé un mundo de posibilidades con una boba imagen, la idea de que ellos tomaran distancia en el instituto y se vean durante la madrugada era realmente desagradable, no porque se tratara de Larissa, sino porque se trataba de Iker y él no era precisamente el tipo de chicos que hacía esas cosas, o yo no conocía ese lado de él.

—¿Vieron la foto de Iker con Larissa? Se están liando, estoy seguro —soltó Cole, un chico de ojos celestes y cabello castaño. Era un genio en química y el mejor de la sección B, aún así, no tengo idea de cómo yo tenía mejor promedio con lo listo que era él. Cole decía que eso se debía a que era flojo en otras materias—. Es decir, es Iker, egocéntrico y... bueno, es Iker.

—Iker no es egocéntrico —defendí cerrando con fuerza el libro de química—. Y lo sabrías si hablaras con él en vez de simplemente juzgarlo.

—Oye mi amor... calma —levantó las manos a modo de defensa—. Todos los deportistas son egocéntricos, es un estereotipo del que no pueden salir, además, eso de que te defiende durante toda la semana pero luego se revuelca con tu peor enemiga es... bajo.

—¿Por qué no te callas, Cole? —Pidió Ingrid, una muchacha de segundo, muy ágil con las formulas—. Lo único que a ti te molesta es que sea Iker quien se esté tirando a Larissa y no tú.

Rodé los ojos y salí del salón, aún faltaban diez minutos para que los alumnos llegaran, así que sobreviviría ese tiempo encerrada en el baño. Le mandé varios mensajes a Álvaro con la esperanza de que ya estuviera despierto. Si Iker y Larissa tenían algo, definitivamente Álvaro no lo sabía, y si lo sabía, yo tendría que buscar métodos de tortura, porque no se lo iba a perdonar.

»¿Me juras que ellos no están saliendo?«

»No sé que hacía Iker en casa de Larissa a esa hora, pero puedo jurarte por mi primer balón de fútbol que ellos no están juntos«

»No quise responder a su mensaje de buenos días, eso me está matando«

»¡Pues responde, Bere!«

Apreté el celular contra mi pecho y suspiré pensando en las miles de veces que Larissa se había insinuado a Iker y en la manera, algunas veces sutil y algunas veces no, que él la rechazaba. ¿Y si estaban juntos después de todo? ¿Y si Larissa pudo conseguir en una noche lo que yo llevo evitando desde séptimo grado? Después de todo, no sería la primera vez que Iker se relacionara amorosamente con una animadora, le gustó Lara. ¿Por qué no iba a gustarle Larissa? Sí, la primera era más agradable y no iba por la vida haciendo trizas a los demás. ¡Pero de todos modos era porrista!

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now