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»Iker«

Reproducía ese momento en mi cabeza una y otra vez.

El momento en el que le dije que la amaba, había imaginado el instante muchas veces, incluso me acusaba a mí mismo de planearlo. Y definitivamente los planes que hice estaban muy lejos. Cuando se lo dije, ella sonrió, sus ojos se hicieron más grandes y cuando pensé que iba a responder que también me amaba, Álvaro llegó hasta nosotros y ella no tardó en prenderse de su cuello, Sora estaba a su lado con una sonrisa igual de grande que todos nosotros. Álvaro dio muchas vueltas con Bere, como solía hacer siempre y al final nosotros nos dimos un abrazo junto con unas palmadas.

Habíamos ganado y era una victoria más, era un paso más a esas becas. Lo estábamos logrando.

El festejo no se hizo esperar, el próximo juego era en diez días y aunque el entrenador nos daba el tiempo justo para respirar, agradecimos su piedad esa noche. De hecho, fue a festejar con nosotros, estábamos en la pizzería de la familia de Liam cuando él se sentó a mi lado con un vaso de soda dietética en la mano, me la ofreció y yo la rechacé mostrándole mi vaso con agua, él me guiñó un ojo.

—Así que... —dijo—, presencié ese beso.

—Sí... bueno...

—Estoy feliz por ti, hijo —sonrió colocando su palma sobre mi espalda—. He sido entrenador de muchachos como tú por muchos años, muchos han atravesado las puertas del vestidor con chicas y chicas diferentes, pero Bere ha sido la más constante.

—Es la primera vez que está conmigo y no con Álvaro.

—Siempre ha estado contigo, Iker —sonrió—. Te lo digo yo, que me percataba de las veces que ella te sonreía y fingía prestar atención a lo que Álvaro le decía cuando en realidad estaba perdida por ti. Es romántico, a mi esposa le hubiera gustado que viviéramos algo así —se rió—, pero nos conocimos fuera del campo estudiantil así que... —se encogió de hombros y se puso de pie—. Conseguirás esa beca, y ya tienes la chica indicada. No presiones a la vida, no te presiones a ti, diviértete un poco, me parece que ella está por allá haciendo tiempo a que te acomodes los huevos y le hables después de lo que le dijiste.

—¿Lo escuchó?

—Oh, sí, más de uno lo escuchó.

Se alejó de mí bebiendo su soda y revisando su celular. Dejé el vaso con agua y me acerqué a la mesa donde Larissa, Sora y Berenice estaban riéndose de algo, metí las manos en los bolsillos y les sonreí, ellas no me hicieron suplicar, prácticamente saltaron de sus asientos y fueron por una porción de pizza. Álvaro no tardó en rodear a Sora con el brazo, el beso tampoco se hizo esperar, era cómico porque él se encorvaba para besarle y aun así ella necesitaba ponerse en puntitas.

—¿Quieres que te traiga algo de tomar? —Pregunté.

—Estoy bien con el agua —sonrió—. ¿Cómo estás?

—Bien... —alargué, me senté frente a ella y jugueteé con mis dedos debajo de la mesa, porque sí, estaba nervioso—. ¿Y tú?

—Bien... Iker...

—No quise asustarte.

—¿Asustarme? —Preguntó irguiendo la espalda—. ¿Piensas que me asustaste?

—Tú no dijiste nada y yo... es decir, no quise...

—Iker...

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now