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»Bere« 

Cuando la campana de salida sonó, sentí que al pararme, pisoteaba mi propio corazón. Me despedí de mis amigos y aunque Iker me llamó antes de salir del salón, actué como si no lo hubiera escuchado. Álvaro me rodeó el cuello con su brazo y me dio un beso en la mejilla, esa era su manera de demostrarme su apoyo, solo necesitaba resistir hasta estar dentro de su auto, solo necesitaba resistir un par de metros más y podría largarme a llorar, podría llorar todo lo que no pude llorar en el almuerzo, cuando lo tuve frente a mí, observándome y participando vagamente de la conversación que se daba en nuestra mesa en ese momento. Omar, Liam y Rey no tenían idea aún, Liam percibió algo, pero dejó de insistir cuando vio que eso solo conseguía que la vista se me nublara por las lágrimas.

—¿Por qué lo hiciste, Bere? —Preguntó Álvi una vez dentro del auto, cuando yo me solté a llorar—. ¡Tenías que decirle que sí! —Exclamó—. ¡Demonios, linda! Tenías que decirle que valía la pena...

—¿No lo entiendes? —Me quejé limpiándome la cara—. ¡Es Iker!

—¡El amor de tu vida! —Soltó—. ¡Es Iker! El chico del que hablamos desde hace cinco años, nunca te ha gustado nadie más, llevamos hablando de él unas diez mil noches con sus días, maldita sea.

Pensé que iba a decir algo más, pero no lo hizo. Solo extendió su mano y la apoyó sobre mi rodilla, se acercó a mí y me abrazó. Permanecimos en esa posición unos minutos, hasta que finalmente llegó la hora de irnos. Durante el camino a la florería no conversamos mucho, le dije que hablaríamos mejor en la noche, cuando yo estuviera más tranquila y él no tuviera esas ganas de gritarme, que seguro tenía... porque si la situación fuera invertida, yo querría hacerlo.

Me dio un beso en la mejilla y yo me despedí con una sonrisa algo triste y un beso en el aire. Esperaba que no fuera una tarde cargada en la florería, cuando entré y dejé mis cosas detrás del mostrador, vi a mamá salir de la habitación de las flores. Tenía puesto unos jeans y una blusa blanca con bolados en el pecho, le quedaba muy bien. Nos saludamos apenas y antes de irse me dio un par de indicaciones y me dijo que sacara dinero de la caja registradora antes de hacer el cierre y le dejara anotado cuánto dinero lleve. Le di las gracias y ella se marchó deseándome un buen día sin muchas ganas. Me quedé allí observando la puerta por donde había salido, ni siquiera se molestó en preguntarme cómo me fue... y tampoco me dio tiempo de preguntárselo a ella. Me consolé a mí misma diciendo que ella era de ese modo y ya no cambiaría por nadie...

No, eso no consolaba mucho.

Y justo como lo deseé, la tarde pintaba tranquila. Decidí permanecer en la parte de atrás del local adelantando tareas, leyendo textos y organizando un poco los temas para ayudar a mis amigos. Los exámenes estaban cerca y siempre, unas semanas antes, yo los ayudaba a reforzar los temas. Escuché que Reny hablaba con alguien, luego unos pasos se volvieron cada vez más fuertes hasta que alguien se detuvo frente a mí. Levanté la cabeza y vi a Liam con una sonrisa y las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.

—Reny me dejó pasar —comentó sentándose a mi lado en una silla de madera que usábamos para bajar objetos de los estantes muy altos—. Parece divertida —comentó mirando en dirección a la chica, no la podía ver desde donde estaba, pero yo conocía esa intención.

—Olvídalo —respondí riendo—. Ella es una amiga... mis amigas quedan fuera de tu alcance.

—¡De acuerdo! —Levantó las manos en el aire y se rio.

Estuvimos en silencio por unos minutos mientras yo terminaba de entresacar los puntos importantes en un texto de inglés y lo dejaba de lado. Él jugueteaba con los pétalos marchitos de una flor que era más una decoración que otra cosa. No tenía mucha idea de qué hacía Liam aquí, mis amigos solían visitarme, pero esto era completamente inesperado.

Tan inevitable como quererteHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin