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»Iker«

—¿Tus padres están en casa? —Preguntó dejando su cartera en el sofá.

—No, están grabando un comercial —respondí yendo a la cocina, ella me siguió—. ¿Jugo de naranja? —Asintió—. ¿Qué harás mañana? Mi familia fue invitada a un aburridísimo cumpleaños infantil, el hijo de los fejes de mis padres cumple tres años y Darwin se niega a ir si yo no voy. ¿Qué tanto te gustan las canciones infantiles?

—No me molestan —se encogió de hombros aceptado el jugo—. ¿A qué hora?

—Al medio día, es un almuerzo.

El borde del vaso se estrelló contra sus dientes cuando dije aquello. Lo apartó enseguida y aunque me acerqué para asegurarme que estuviera bien, ella no dejó de sonreír sin mostrar los dientes. Sus ojos estaban entrecerrados y en ese momento la sentí incómoda.

No quería creer eso último. ¿Cuándo fue la última vez que ella lució incómoda conmigo cerca? Estaba seguro que habían pasado años. O tal vez no tanto tiempo, de todas formas su reacción fue una sorpresa para mí, al igual que el horario del festejo para ella, al parecer.

—¿Ya nadie festeja los cumpleaños infantiles a las cinco de la tarde? —Murmuró frotándose la nariz con el dedo pulgar.

—¿Tienes algo que hacer?

—Algo... así.

—¿Algo... así? —Me recosté por la mesada, apoyando los codos sobre esta y mirándola con atención—. Por la forma en que lo dices no parece muy importante, sin embargo, también parece que no puedes faltar.

—Algo... así.

—Ya Bere —me reí incorporándome de nuevo—. Dime qué harás.

—Tengo un almuerzo.

—¿Con tu familia? —Negó con la cabeza sabiendo al igual que yo, que ese sería un juego sinfín de descarte—. ¿Con Álvaro? —Volvió a negar—. ¿Con alguno de nuestros amigos?

—No sé si es exactamente tu amigo.

—¿No tenemos el mismo grupo de amigos? —Pregunté sirviéndome más jugo.

—Larissa no es mi amiga —soltó sin molestarse en ponerle anestesia a sus palabras, asentí con la cabeza frunciendo los labios—. Me refiero a que... creo que tenemos un par de amigos fuera de... nuestro grupo habitual de amigos, ya sabes...

—¿Jugaremos a las adivinanzas? ¿Es alguien del salón? —Asintió bebiendo el jugo por fin, solo por hacer algo al parecer—. ¿Es un chico o una chica?

—Un chico...

—¿Es...

—iré a comer con la familia de Santino.

Esta vez el que se quedó con el borde del vaso pegado a los labios fui yo. Me rasqué la nuca y terminé de beber el contenido como si se tratara de alguna bebida alcohólica, los últimos tragos en verdad me supieron como a tequila. Yo era malo bebiendo tequila. Ella permaneció en su sitio jugueteando con el jugo, moviéndolo de un lado a otro.

—¿Ustedes son... cercanos? —Pregunté con el tono más relajado que pude implementar.

—No exactamente —respondió frunciendo el entrecejo.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now