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»Iker«

—¡Iker, ya ven o empezaremos sin ti! —Jaspers llevaba menos de tres días en casa y su voz me empezaba a frustrar.

—¡Pues empiecen sin mí! —Grité desde la cocina, me estaba preparando una ensalada para comerla con atún en mi habitación. No me sentía bien del estómago, cuando me preocupaba o me sentía triste, solía perder el apetito y que Bere haya estado tan distante durante clases era la principal causa, quise invitarla para esta noche, pero ella parecía tan alejada, jamás se había comportado así conmigo o creo que con nadie en realidad—. ¡Al menos atiendan el timbre!

Volví a gritar cuando escuché el timbre sonar dos veces. Nadie me respondió, pude escuchar cómo ponían la película más fuerte, con el fin de ignorarme a mí o al timbre, no lo sé. El timbre sonó por tercera vez, entonces dejé el atún a medio abrir y fui a atender yo. Cuando abrí la puerta no pude evitar atragantarme con el pedazo de tomate que había metido en mi boca justo antes de salir de la cocina. Berenice estaba parada frente a mí, con un precioso vestido, su cabello estaba suelto y en ese momento sopló el viento, como una de esas tontas películas de amor, su aroma tradicional a durazno me envolvió por completo y entonces me di cuenta que estaba siendo un estúpido.

—¡Bere, hola! —Dije limpiándome la boca—. ¿Cómo estás? ¿Qué... haces aquí? ¡Pasa! —Ella me sonrió y yo cerré la puerta una vez que estuvo dentro. Me sentía como un completo idiota, ¿qué importaba lo que ella estuviera haciendo aquí? ¡Estaba aquí! Yo debía ser enteramente feliz con solo ese detalle y lo era. Me dijo que Darwin la invitó a la salida del colegio y que no sabía si escribirme primero—. Bere, tú siempre puedes escribirme —dije sintiendo un pinchazo en el corazón. ¿Qué había hecho para que ella creyera que no puede mandarme un mensaje?—. Siempre. Y puedes venir las veces que quieras, sin avisar, sin invitación... cuando tú quieras.

—No sabía si hacerlo... —bajó la cabeza y segundos después la levantó, pero no me miró—, por cómo me comporté en la mañana. Lo siento.

—Me gustaría saber que te hice —no quise que sonara así, pero yo mismo pude percibir la tristeza en mi voz—. Nunca haría algo que te hiciera daño o te molestara, jamás lo haría con intención, Bere, y si lo hice, te pido perdón, pero necesito saber qué fue, para no repetirlo.

—No tiene importancia —sonrió y sus ojos se encontraron con los míos—. Solo no fue un buen día.

—¿Vienen o qué? —Preguntó Darwin asomando la cabeza, cerré los ojos y quise arrancarle los suyos, lo miré y él captó el mensaje enseguida, salió disparado del lugar sin decir nada más, dejándonos solos ante la puerta otra vez.

—No tenemos que ver las películas si no quieres —dije intentando crear un ambiente lo suficientemente bueno para que ella aceptara ir a mi cuarto para conversar—. Es decir, sé que viniste para eso, pero no... es necesario.

Lo pensó un momento y aunque pareció considerarlo, terminamos yendo a la sala con el resto. De nuevo me sentí frustrado, quería tener su compañía solo para mí, quería que mi habitación se inundara con aroma a durazno, quería que hablemos, de lo que sea, o que nos quedáramos en silencio. Bere se sentó a mi lado, estábamos en el sofá, mientras que mis padres estaban en otro, Darwin estaba en el suelo sobre la alfombra y Jaspers y Hellem compartían un sofá individual, ella sentada sobre sus piernas, pude sentir la mirada de mi cuñada varias veces, fue más intensa cuando estaba por rodear a Bere con el brazo, así que me detuve.

A la mitad de la segunda película, cuando Jaspers y Hellem fueron a recargar los envases con más palomitas y traer más jugo, Bere tuvo oportunidad de ver sus mensajes, me mostró un meme sobre la profesora de matemáticas que mandaron al grupo, nos estábamos riendo cuando le llegó un nuevo mensaje.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now