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»Berenice«

El sábado por la mañana Larissa y yo fuimos a tutoría como siempre. Solo quería borrar de mi memoria las primeras sesiones, cuando Larissa aun luchaba contra los comentarios y las burlas, que seguían, claro que sí, pero en menos cantidad, al menos durante las tutorías, después de todo, esos alumnos estaban allí porque necesitaban su ayuda, y afortunadamente eran lo suficientemente listos como para no comportarse como unos idiotas.

Durante la tarde, pensé en ver unas películas con Kara, pero Dianna había llegado. Ellas se separaron un tiempo, mi hermana estaba molesta porque su mejor amiga me llamó aquella noche, supuestamente lo consideraba una traición. Afortunadamente, con el paso de las semanas, Kara iba mejorando en ciertos aspectos, entre ellos, pareció entender que Dianna solo se estaba preocupando por ella, que la quería lo suficiente como para pedir ayuda por ella, y yo no dejaba de estar agradecida por eso. Sabía que mi hermana no hablaría conmigo sobre temas sensibles... en realidad, no hablaría conmigo sobre ningún tema, y saber que al menos tenía alguien con quién desahogarse aliviaba mi culpa.

Me senté en la cama con las piernas cruzadas y un libro sobre mis rodillas cuando recordé que le dije a Iker que vería unas películas con él. No dije eso exactamente, pero era obvio que le di a entender que eso era lo que quería. Llevábamos casi un mes distanciados, de nuevo. Aunque esta vez resultaba menos doloroso porque todavía hablábamos, todavía nos reíamos y salíamos al almuerzo, juntos como siempre y ya no había bandos ni corríamos si debíamos estar en la misma habitación solos.

»Hola, ¿cómo estás?«

Su mensaje solo tardó un par de minutos.

»Hola, bien ¿y tú?«

»Bien. Estaba pensando que es fin de semana, y que quedamos en que tal vez aceptaría ver una película contigo«

»Pensé que se te había olvidado«

»No, solo lo estuvo meditando«

»¿Y a qué conclusión llegaste?«

»Que te espero aquí en una hora, si es que puedes«

»¿Puedo llegar en media hora?«

»Si quieres...«

Corrí al baño para darme una ducha, me lavé el cabello lo más rápido que pude y me depilé, porque llevaba dos semanas sin hacerlo. No me iba a dar tiempo de hacerlo con cera, además de que odiaba los puntitos rojos que me dejaba en la piel y que demoraban un día en desaparecer, así que opté por el rastrillo, que lo odiaba con todo mi ser. Me puse unos shorts de mezclilla y una blusa celeste, decidí no ponerme ni una remera de superhéroes y eso que tenía para elegir. Me sequé el cabello y lo dejé suelto, me había crecido mucho en los últimos meses, ya estaba por llegar a la espalda baja y si me pasaba la plancha, sin duda llegaba a mi trasero. Me puse perfume, una crema en las manos y un labial rosita, que de hecho era el que más usaba y por último, en los pies, me puse unas simples bailarinas blancas, no quería que Iker piense que en serio me preparé para recibirlo.

Diez minutos después de que estuve lista, Ethel subió a mi cuarto para decirme que Iker había llegado. Antes, él solo subía, pero teniendo en cuenta que era la primera vez en un par de semanas que aparecía, y seguramente más de uno notó la lejanía, Ethel consideró prudente avisarme primero, y lo agradezco. De nuevo, no quería que Iker pensara que en verdad lo estaba esperando con ansias.

La puerta de mi habitación estaba abierta, así que él entró, yo estaba sentada en mi escritorio fingiendo que hacía tarea.

—Qué rápido llegaste —dije poniéndome de pie.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now