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»Iker«

—¿Cómo te fue hoy? —Papá entró a mi habitación con un vaso de jugo para cada quién—. Darwin dijo que llegaste tarde, dime que no fue por problemas en la escuela.

—Fui por un helado con Bere —admití aceptando el jugo y bebiendo un poco, estaba haciendo tarea de física—. Me fue bien. ¿Y a ustedes?

—Bien, la próxima semana tenemos que grabar un par de comerciales, uno es para un restaurante y nos preguntaron si tú y tu hermano querían participar.

—No —corté sin esperar más explicaciones—. De ninguna manera.

—¡Por favor! —Exclamó dejando el vaso a un lado—. Se verá muy falso si tu madre y yo salimos con chicos que no son nuestros hijos, la gente los conoce.

—Es un comercial papá, será falso por más de que Darwin, Jaspers y yo estemos allí.

—Te subiré la mesada.

—No estoy a la venta.

—Te triplicaré la mesada.

—Estás captando mi atención —dije volteando para verlo.

—Solo por dos meses.

—Perdiste mi atención —me retracté girando en dirección a mi escritorio otra vez.

—Te triplicaré la mesada por tres meses y te compraré ese muñequito que tanto quieres.

—¡Figura...!

—¡Figura de acción, figura de acción! —Se corrigió exasperado, entonces vi el momento perfecto para negociar.

—La mesada triplicada por tres meses, la figura de acción de Iron-Man y Thanos y quiero una reservación en el restaurante La costa blanca para el diez de agosto.

—Eso es en tres meses, si querías una reservación allí la tuviste que haber pedido en enero.

—No saldré en ese estúpido comercial —empecé a leer en voz alta el contenido del libro, en mi cabeza aparecía una cuesta regresiva, papá iba a ceder, lo conocía, a él, por alguna extraña razón que yo no lograba comprender, le gustaba grabar comerciales y más aún si eso nos involucraba a todos como familia, como ese comercial que le costó una entrada para el pre estreno de Guardianes de la Galaxia.

Tres. Dos. Uno...

—¡Bien! Veré que puedo hacer con esa reservación —murmuró con los dientes apretados—. ¿Es para el cumpleaños de Berenice?

—Sí, todos los años hacemos algo con nuestros amigos, este año que quiero que hagamos algo nosotros solos... luego con nuestros amigos.

—De acuerdo, pero tú pagarás la cena —al decir eso, salió de mi habitación con la palabra en la boca.

—¡Ni hablar, no hay trato!

—¡Más vale que ahorres esas masadas triplicadas!

Me reí por eso y luego continué con la tarea, los exámenes estaban a la vuelta de la esquina y ya había visto los horarios que Berenice preparó para estudiar, era la tutora oficial, evidentemente. Debíamos empezar mañana con Historia, que era una de las asignaturas más largas, ella siempre preparaba tarjetas y hacía apuntes coloridos, y estudiábamos por rondas, como una exposición grupal en el que cada uno debía decir algo y luego se le hacía preguntas sobre lo que dijo alguien más.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now