»53«

110 10 13
                                    

»Berenice«

—Es una puta broma, Berenice —dijo Liam cuando salió de la farmacia con la prueba de embarazo—. ¿No se cuidaron?

—Por supuesto que sí, no somos imbéciles —reclamé al otro lado del teléfono.

—¡Pues no parece! —Dijo él.

Escuché cómo cerraba la puerta de su auto y lo ponía en marcha.

—¿Qué haré si sale positivo?

Él guardó silencio, así que me quedé callada porque ni siquiera yo tenía la respuesta.

—Lo que quieras hacer —soltó entonces—. Será tu decisión y... no tendrás que darle explicaciones a nadie. ¿Tú quieres hijos? Es que nunca lo hemos mencionado. Yo por ejemplo quiero uno, pero solo uno.

—No sé si quiero hijos —me reí nerviosa—. Es decir, hasta el día de hoy mi mayor preocupación han sido mis estudios. ¿Qué te hace creer que a mis dieciocho años sé si quiero o no hijos? ¡Nunca lo he pensado!

—Me encantaría decirte que no es una pregunta que debas responder en las próximas semanas pero... tal vez lo sea.

Me despedí y corté la llamada, él iba a llegar enseguida, así que me mantuve en mi habitación, calmada, relajada, como si nada estuviera pasando. Es decir, pasaba mucho; mi mejor amigo acababa de fracturarse la pierna y perdió la beca y yo me encontraba mordiéndome las uñas de los nervios porque debía hacerme una prueba de embarazo. Yo no tomaba píldora, porque nunca la necesité, a decir verdad. Creo que estaba equivocada. Pero usamos preservativos, todas las veces, y nos habíamos asegurado de que no se rompieron. ¿Cómo pudo pasar? Yo sabía cómo es que pasó, evidentemente, estaba ahí. Pero...

—¿Bere? —Larissa entró a mi habitación y me encontró con los brazos cruzados caminando de un lado a otro—. Si quieres ir al baño, está justo ahí.

—¿Qué ocurre?

—Iba a preparar té. ¿Quieres un poco?

¿Té? ¿Se podía tomar té durante el embarazo? ¿Qué tipo de té? Yo no tenía idea de esos cuidados. No sabía sobre nada de eso, no sabía cambiar un pañal, apenas estaba aprendiendo con Hana. ¿Qué va a pasar si al terminar de comer no lo hago eructar lo suficiente y se ahoga? ¡Moriría! Dios mío, yo mataría a mi propio hijo, sería como omisión de auxilio, ¿no? Eso era un crimen hasta donde llegaban mis escasos conocimientos de leyes que adquirí viendo canales de crímenes. ¿Y si su zapato le aprieta el pie y yo no me doy cuenta? Se pondría rojo, ¿la sangre podría dejar de fluir? ¿Y si no tenía leche? O peor aún, ¿si tenía demasiada leche y un solo bebé no daba abasto? Hillary se extraía la leche con un aparato que lucía como si lo hubieran traído de las cuevas chinas donde torturaban mujeres. ¡Torturadores! ¿Y si yo era una pésima madre y mi hijo se volvía un torturador porque yo no le di el amor o las atenciones necesarias?

El pulso me latía cada vez más rápido y tuve que sentarme en el borde de la cama. Larissa se sentó a mi lado y me preguntó mil veces si me encontraba bien. Le dije que sí, que no había dormido bien las últimas noches, y que quería estar sola. "Quería estar sola". Esa frase se volvió de gran ayuda.

Ella se marchó sin estar convencida, pero decidió no insistir. Le mandé un mensaje a Liam y le dije que Larissa estaba abajo, que tuviera cuidado con lo que iba a decir si la veía. Él, aunque leyó mi mensaje, no me respondió. Quince minutos después, entró a mi habitación cuando yo me estaba viendo el vientre en el espejo, bajé mi blusa de inmediato y le dije que cerrara la puerta. Me dijo que no se había cruzado con Larissa, pero sí con Hillary quien no hizo muchas preguntas en realidad. Me entregó la prueba y me contempló como si no lo pudiera creer.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now