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»Iker«

Luego de la confesión de Larissa, no supe qué hacer. En el pasado, me caracterizaba mucho por ser positivo la mayor parte de mi vida, casi un pacifista, en ese momento hubiera pensado que las probabilidades de ver a Santino estando en la casa de Bere eran prácticamente nulas, y de hecho lo eran. En el barrio cerrado, todos parecían aislarse voluntariamente, empezando por los portones del tamaño de la muralla China y los patios delanteros que medían más de una cuadra. Pero yo no podía pensar en eso, no quería, de hecho.

Cuando volvimos a mi casa ella decidió no hablar.

Eligió un conjunto de ropa que trajimos de su casa en la mañana y se metió al baño. Yo bajé a la cocina para preparar café y tostadas con mermelada, le mandé un mensaje a Darwin preguntándole dónde estaba, no tardó en responderme con un: "Que te importa". Él no estaba muy feliz con la presencia de Larissa y sabía que ella no ignoraba ese hecho.

—¡Oye, oye, oye! —Llamé cuando lo escuché cerrar la puerta principal y correr escaleras arriba—. Ven aquí, ahora.

Primero pensó en ignorarme, así que lo volví a llamar. Finalmente bajó las escaleras y se colocó frente a mí, con los brazos cruzados. Se veía molesto, Darwin nunca se molestaba y cuando lo hacía era por algo serio y últimamente, sus motivos siempre estaban ligados a Larissa.

—Sé que no te agrada tenerla aquí.

—No es que no me agrade —dijo descruzando los brazos—. Es que lo detesto.

—Darwin...

—No, escúchame tú, Iker —soltó, levanté las cejas y entonces fui yo quien se cruzó de brazos—. Entiendo que sea tu amiga, entiendo que ella en realidad no es tan mala, entiendo que lo que le ocurrió es una mierda y en verdad lo lamento, en verdad, en verdad me enfurece lo que le hicieron y no porque fuera ella, sino porque es alguien y nadie debería pasar por lo mismo. No escuchas lo que dicen en los baños, ni las conversaciones de mis compañeros en el recreo, es asqueroso. ¡Y lo siento! Pero todos saben que se está quedando aquí y no han parado de molestarme, me han pedido que la espíe en el baño o que la mire mientras se viste y así confirme que "tiene esto" y "tiene lo otro". Lo sé, mi problema no es grave como el suyo y no pienses que no me siento una basura por decirte todo esto, pero también es justo que tú sepas como me siento al respecto, no me gusta que hablen de ella, no me gusta que hablen de mí, pero mucho menos me gusta que hablen de ti. Que digan... tú no tienes idea de lo que dicen sobre ti.

—Darwin...

—Olvídalo —interrumpió dándome la espalda—, solo olvídalo.

Me quedé apoyado sobre el barandal. Escuché cómo la puerta del baño se abría y se cerraba, la siguiente puerta que se cerró, fue la mía. Esperé unos minutos para subir, quería saber si Larissa estaba bien, pero también quería hablar con mi hermano. Cerré los ojos pensando en lo sencillo que era todo cuando Jaspers estaba aquí, él siempre sabía qué hacer cuando Darwin o yo teníamos un problema, o lo que en realidad extrañaba era que cuando Jaspers estaba aquí, yo no tenía este tipo de problemas, era más pequeño y todo se centraba en tener buenas notas y ganarme el puesto de portero titular.

Cuando iba a subir con dos tazas de café, para primero hablar con mi hermano, sonó el timbre. Dejé las tazas a un lado y revisé mi celular pensando que tal vez podía ser alguno de mis amigos. Para mi mala suerte, no eran ellos.

Miré a Jason del otro lado de la puerta, con las manos metidas en los bolsillos y el cabello mojado, observé por encima de sus hombros, el cielo estaba gris y aunque no llovía con fuerza, las gotas empezaban a hacerse más seguidas, su chaqueta también estaba mojada y no había ningún vehículo estacionado frente a mi casa.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now