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»Iker«

Después de que dejamos a Bere en la florería quise abordar el asunto de Liam. Ambos eran amigos míos, quería creer que si él tenía algo con ella, yo lo sabría, es decir, éramos la clase de amigos que se contaban esas cosas. Álvaro me aseguró que no estaban saliendo, que posiblemente lo hizo con ánimos de defender a Bere. Sonaba convencido y también confundido por mi pregunta, entornó los ojos y me miró extrañado cuando nos detuvimos en un semáforo, me excusé diciendo que solo lo quería saber porque era amigo de ambos.

Quise escribirle a Bere por la tarde, pero lo dejé pasar. Mantenerme ocupado durante la tarde era difícil y lo era aún más si terminaba las tareas temprano. Fui a la habitación de Darwin y lo encontré apoyado sobre su escritorio murmurando algo que estaba mal....

—Lo estás diciendo mal —dije sentándome en su cama—. Signos iguales se suman y signos contrarios se restan. ¿Quieres que te ayude?

Darwin era un chico listo, de hecho creo que era el más listo entre los tres, pero como todos, tenía debilidades en ciertas materias como matemática y fortalezas en otras, como historia. Sabía que más de un sábado había ido al instituto para pedirle ayuda a Bere, yo prefería no ir en ese horario por muchos motivos, pero el más importante era que me tomaba más tiempo concentrarme con ella cerca y no quería que el resto lo notara, en cambio, si estábamos solos o con nuestros amigos, podía tomármelo con más calma.

Afortunadamente me ocupó toda la tarde ayudar a Darwin con sus deberes, en más de una ocasión necesité recurrir a mis cuadernos de ese año, mamá nos prohibía deshacernos de ellos y era algo con lo que estábamos agradecidos, más de una vez me sirvió para ayudar a mi hermano. Cuando acabamos él dijo que iría a la casa Mauricio, no iba en nuestro instituto, pero vivía al lado, así que algunas tardes la pasaban juntos jugando a las cartas o viendo programas de televisión.

Miré la hora y vi que aun faltaban quince minutos para que Bere saliera de la florería, decidí esperar más, al negocio le iba muy bien y siempre tenían trabajo sin importar la época, sus flores eran bellísimas, frescas, bien cuidadas y hacían unos ramos impresionantes, los que Bere hacía eran mis favoritos, los colores combinaban y aunque de flores yo no tenía la menor idea, me encantaba cuando ella hablaba del tema, lo hacía con una sonrisa y verla sonreír era magnífico.

Me distraje arreglando mi habitación, ya llevaba un par de días con la ropa esparcida por todas partes y si lo dejaba pasar un día más, mi madre me colgaría del cuello, le molestaba el desorden, aunque era muy tranquila y amorosa la mayor parte del tiempo, desafiarla no era buena idea.

En medio de mi labor, escuché como empezaba a llover. Los días lluviosos no me gustaban, pero las noches lluviosas sí. Me gustaba el sonido del agua cayendo contra el techo o el piso y ese aire fresco que se sentía con solo abrir las ventanas. Cuando terminé de acomodar mis zapatos la lluvia ya había cesado y Berenice ya debía estar en casa, lo más probable era que esté en compañía de Álvaro. Le mandé un mensaje y no tardó en responder, volvió a mencionar lo del accidente en el polideportivo, algo que Darwin decidió ignorar, posiblemente ya estaba enterado con lujo de detalles.

Mis padres iban a regresar tarde porque tenían una reunión de trabajo, yo podía evadir el asunto de mis gafas utilizando las lentillas un par de días en lo que iba al óptico por unas nuevas. Lo de mi nariz era... más sencillo de solucionar, algunas veces en los partidos de futbol me lastimaba, nunca hasta el punto de sangrar, pero mi nariz se veía bien, un poco roja tal vez, pero no era nada llamativo, así que esperaba que pudiera pasar desapercibida también.

Bere mencionó lo que yo imaginaba, estaba con Álvaro, sabía que ellos pasaban los fines de semanas juntos. Le di muchas vueltas a la idea de invitarla a cenar, quería que sonara casual, despreocupado, como si en verdad no me estuviera muriendo de los nervios. De todas formas dijo que no, o bueno, no lo dijo directamente, el caso es que la invitación no resultó. Me esforcé en quitarle importancia, pero no pude evitar pensar en que si por un viernes, tan solo uno, Álvaro no estuviera con ella, ella hubiera dicho que sí.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now