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»Iker«

Berenice se había ido hace media hora y yo quería hablar con ella de nuevo.

Haber estado toda la tarde junto a ella no era suficiente. Le mandé un mensaje esperando que respondiera a la invitación de Jaspers. Yo no tenía idea del plan parque acuático, pero que él haya invitado a Bere antes que a mí lejos de molestarme era asombroso. A mi familia le agradaba, mi mamá siempre hablaba de lo bonita e inteligente que era, se lo dijo varias veces durante el almuerzo y ella se sonrojaba. ¿No estaba acostumbrada a que le dijera eso? ¡Debería! Debería estar harta de escuchar lo increíble que era. Debería estar harta de que le digan que era maravillosa.

—Iker —Jaspers entró a mi habitación y se sentó en mi cama, pateó uno de los balones de futbol que tenía cerca y yo lo atrapé antes de que rompiera algo, él nunca había sido bueno con los deportes que tuvieran pelotas—. ¿Cómo estás? Te extraño hombre, baja y hazle compañía a tu hermano, no seas insensible.

—No quiero ver cómo le metes la lengua en la garganta a Hellem —respondí volviendo a mi portátil, estaba leyendo un libro que nos dejaron para literatura—. Paso.

—¿No quieres? ¿Y por qué no quieres? —Preguntó lanzando otra pelota en el aire y atrapándola torpemente—. ¿Por qué tú no puedes hacerlo?

—No sé de qué hablas —respondí sin quitar los ojos de mi pantalla, sabía a dónde iba esta conversación.

—Iker, si Bere te gusta tienes que decírselo.

Mi mirada seguía pegada a la pantalla, pero mis ojos no captaban ni una oración. ¿Él creía que yo no lo sabía? ¿Creía que no sabía que debía decirle a Bere lo enamorado que estaba de ella antes de que alguien más lo hiciera? O peor, que alguien más la enamorara, si es que ya no lo habían hecho.

—¿Sabes? —Hablé, girando mi silla en su dirección—. Tienes razón, me gusta Bere, me gusta desde hace muchos años. Y algunas veces creo que le gusto también.

—Oh, le gustas, créeme —interrumpió poniéndose de pie y acercándose a mi escritorio—. ¿Por qué tienes miedo de decírselo? ¿No te irá a importar lo que la gente opina verdad?

—¿Sobre qué? —Pregunté mirándolo con el ceño fruncido.

—Ya sabes, eso de... bueno, el deportista y la gorda.

—No puede ser —murmuré girando mi silla hasta darle la espalda—. Vete de mi habitación, Jaspers. Y si puedes, vete a la mierda.

—¡Iker no lo digo en mala onda! Me agrada Bere, creo que es genial, es muy inteligente, es simpática y bonita. Viejo, ella en serio es increíble para ti. Pero podría jurar que aún la molestan... y si tienes algo con ella, seguro te molestarán a ti también.

Lo miré con atención, él seguía en el borde de mi cama con uno de mis balones favoritos. ¿De verdad era mi hermano? ¿El mismo que pasaba de las opiniones de los demás? ¿El mismo que decía que hacía lo que quería sin calentarse por terceros? Él sabía que nosotros nos parecíamos en ese aspecto, lo que opinaba la gente sobre mí o sobre las personas con las que me relacionaba, no estaba de ninguna manera, entre las preocupaciones de mi vida.

—¿Crees que evito decirle lo que siento por lo que la gente pueda decir sobre mí? ¿O sobre nosotros? —No quería escuchar su respuesta—. ¿Tú en verdad crees que me importa lo que opina la gente? Si no le he dicho a Bere lo que siento, no es por los cuchicheos del pasillo, ni por los comentarios en la cafetería. No se lo he dicho porque es mi amiga, es una excelente, una... asombrosa amiga. Y si ella no siente lo mismo que yo, si ella no... me quiere como yo a ella, yo habré perdido lo mejor que he tenido en toda mi vida. Y no quiero eso.

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now