»26«

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»Iker«

Dormí hasta las cuatro de la tarde. Afortunadamente mis padres no me despertaron ni siquiera para ir a la fiesta infantil. Darwin sí fue, lo supe cuando leí sus mensajes maldiciéndome por haber permitido que se fuera solo. Me di una ducha para intentar despejarme y luego bajé a la cocina, tenía hambre, pero también pereza, así que me preparé un tazón de cereal con leche para comer mientras veía alguna película.

Cuando la película estaba en la mejor parte, mi celular comenzó a sonar, era el timbre personalizado que le había puesto a los mensajes de Larissa. Pausé la película, dejé el tazón a un lado y me dispuse a contestar sus mensajes que eran propuestas para vernos. Quería que le contara como fue la cita con Bere, algo que le pedí muy encarecidamente, no mencionara a los cuatro vientos. Cumplió bastante bien.

»¿Cenamos juntos?«

Propuse reanudando la película.

»¡Claro! Prepararemos pizza«

»¿En tu casa o en la mía?«

»Te espero a las 19«

Le mandé dos pulgares arriba como respuesta. Aproveché para entrar al chat de Bere, se había conectado media hora atrás, así que le mandé un mensaje preguntándole si fue al almuerzo con Santino, y si fue así, como le había ido.

Su respuesta llegó cinco minutos después. Dijo que no fue por la situación tan reciente y que Álvaro estuvo con ella toda la mañana. Le pregunté si había hablado con alguno de nuestros amigos además de Álvaro y sí, lo hizo. Liam, Omar y Rey ya estaban enterados, me alegraba saber eso, era un tema menos para tener cuidado a la hora de hablar.

Berenice era la clase de persona que, ante un cambio significativo en su vida, necesitaba tiempo para asimilarlo sola. Sola incluía a Álvaro. Luego, cuando se sentía lista y más cómoda con lo ocurrido y por ende, ese asunto ya no representaba un shock emocional, lo compartía con nosotros. En ese sentido siempre había tenido celos de Álvaro, él era el primero en todo, con el tiempo aprendí a vivir con eso y me di cuenta que lo importante era que ella tuviera una persona inmediata a quien recurrir, lo importante era que no se sintiera sola. Ser, o no ser esa persona para ella, era algo con lo que podía sobrevivir sabiendo que ella estaba bien acompañada.

Mis padres y mi hermano llegaron con un centro de mesa, que era un enorme Winnie Pooh con su clásico tazón de miel que en este caso estaba hasta el tope de dulces. Tomé una barrita de chocolate que Darwin se apresuró por arrebatarme.

—Si no fuiste, no hay dulces para ti —exclamó malhumorado desenvolviendo la barrita de chocolate y comiéndola de un solo bocado, eso me hizo reír.

—¿Cómo está Bere? —Preguntó papá sentándose en el sofá y quitándose los zapatos—. ¿No volvieron a hablar?

—Estuvo con Álvaro toda la tarde, está bien —asentí—. Yo iré a cenar a casa de Larissa.

Mis padres se miraron entre ellos y Darwin, sin embargo, me observó con una cara de incredulidad mezclada con molestia. ¿Y qué le hizo Larissa a él, para caerle tan mal? Rodé los ojos y empecé a subir las escaleras, ellos ya deberían estar acostumbrados a mi amistad con Larissa, había venido a la casa muchas veces, yo había ido a la suya unas tantas más. ¿Por qué era tan extraño? Larissa había sido un pilar importante durante el peor mes de mi vida. ¡Me llevaba a las prácticas de las orejas, debían estar agradecidos como yo por haberme soportado!

Tan inevitable como quererteWhere stories live. Discover now