Capítulo 20

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Grecia.

Llegamos a casa y me doy con la sorpresa de que hay más personas cuidando, son alrededor de seis, tres hombres y tres mujeres con traje negro.

—¿Contrataste a más?

Él asiente toma mi mano para ir a dentro.

—Solo pudiste salir de casa por mí, no puedo dejarte sola.

Eso suena muy mal, parece que hubiese sacado a su perra a pasear.

—Sonó feo lo que dijiste. —susurro.

—Lo siento, pero es la verdad.

Dylan se voltea y camina con dirección al despacho, cuando se sumerge dentro de esas cuatro paredes ya no sale, tan solo lo hace para cenar.

Uno de los hombres me dice que la ropa ya está en mi habitación y asiento, mi cuerpo está en llamas, tengo calor, subo las escaleras y cambio mi ropa por un traje de baño.

El sol ya no es tan fuerte, sin embargo, la temperatura sigue alta, al sumergir mis pies en el agua suelto un suspiro, esta fría, miro alrededor y veo a cuatros hombres parada en cada esquina.

Es incomodo, paso mis manos por mi cabello mojada y nado hasta las barandas, ajusto mi bata al salir de la piscina, era demasiado estresante que hubiera muchos ojos alrededor, ingreso a la casa y Dylan se acerca a mí, frunzo el ceño al verlo afuera de su cueva.

—Quiero tomar un baño con tranquilidad, pero muchos me observan. —dije soltando un largo suspiro.

Él salió de la casa y les dijo que no mirasen cuando me bañaba, sonreí al verlo de esa manera, su gesto fue muy tierno.

—Gracias.

Caminé hacia las escaleras y sentí que me seguía, hice la que no me di cuenta hasta llegar a la habitación que compartíamos, bajé mi bata con lentitud, quería actuar sexy y al parecer daba frutos ya que este se detuvo antes de salir del cuarto.

Escucho sus pasos más cerca y muerdo mis labios con fuerza, dirijo las manos hacia las tiras del sostén, doy un leve jalón para deshacerme de la tela que cubre mis pechos, siento su aliento chocar cerca de mí, sus labios se pegan a la curvatura de mi cuello, mi piel se eriza por sus toques, sus dedos juegan con mis pezones, este separa mis labios con su pulgar, su mano derecha desciende lentamente por mi torso hasta llegar a mis muslos, el roce de sus labios con los míos hace que desee más.

Giro con lentitud, sus manos me apegan hacia su pecho, Dylan une su frente con la mía, me levanto en puntas para llegar a sus labios, él sonríe al verme actuar de esa manera, sus manos sujetan mis piernas y me carga, enrosco las piernas en su cadera, sus besos saben a ron.

Muerde mis labios y emito un quejido, llevo los dedos a su cabello, su aliento choca contra mi cuello, muerde levemente mi oreja.

—Me da cosquillas... —digo y sé que él lo entiende.

Siento que da pasos hacia el colchón, me deja recostada y atrapa mis manos para llevarlas arriba de mi cabeza, intento salirme del agarre, pero mi piel se eriza al percibir la lengua de Dylan tocar mis pezones, me remuevo al percibir suaves mordidas, sus labios descienden por mi abdomen, siento sus dedos posicionados en mi cintura, su toque me genera estragos.

Lo encierro en mis piernas y lo empujó hacia mí, el leve roce de sus dedos con mis muslos, intensifica el calor que ocasionada entre el medio de mis piernas.

—Quiero hacerlo... —susurro muy cerca de su oído.

Dylan pone su dedo índice entre el medio de mis labios y me calla.

Levanta mi cintura y va sacado con lentitud el bañador, escucho un largo suspiro de parte de Dylan, se ha llevado una sorpresa, la depilación con cera sí que había dolido, pero me sentía mejor.

—Sorpresa. —sonrió y él se carcajea.

Puedo ver como sus pupilas se dilatan, mis manos se dirigen hacia su abdomen y lo acaricio sin disimulo, aunque la tela de la camisa no me deja curiosear demás, las posiciones cambian, me siento sobre él y pongo sus manos detrás de su cabeza, Dylan coopera y lo hace.

Quito su camisa y lo arrojo en alguna parte del cuarto, dirijo mis besos húmedos por la cuenca de su cuello, mis manos descienden poco a poco hasta llegar a la pretina de su pantalón, el me ayuda a bajarle los pantalones.

Su miembro sale a relucir, trago saliva al verlo, frunzo el ceño, aquí es donde las clases de anatomía no ayudan, esto ya es la práctica y no la teoría.

—¿Me ayudas? —digo asegurándome de poner los ojos tiernos y los labios medios salido, haciendo un puchero.

***

Meine Rettung  [H.R.M.A. |+21]Where stories live. Discover now