Capítulo 33

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Grecia.

Ya decía yo que todo lo que me pasaba en estos momentos era muy bonito para que durará tanto, me reprocho por el hecho de haber bajado mis defensas, me prometía cada noche a no ceder ante algo que podría ser doloroso, pero lo hice como cualquier persona que confía en un impostor.

Acaso no se sintió mal al acatar cada mentira que me dijo, como una persona podía herir los sentimientos de alguien tan fácilmente.

Dylan se había marchado dejándome sola, él pensaba que seguía durmiendo, así que se fue a tomar aire de repente.

En mi pecho se instaló algo que no sentía hace tiempo, no puedo controlarlo, me quema y lastima, el escozor es inaudible, en mi garganta se instala ese nudo doloroso que me impone desquebrajarme, quiero gritar para liberarlo, pero no puedo hacerlo, muerdo mis labios y mi mano con fuerza y lloro en silencio.

Mis piernas tiemblan no puedo deshacerme del dolor y ponerme de pie, porque vuelvo a caer en el piso sin toque de delicadeza, ¿es así como se siente el dolor de un corazón desquebrajado?

Yo también mentí, pero esto no se compara, yo se lo dije, le conté la verdad, tuve el coraje de contarle todo para que no se arruinase nuestra relación y al final todo era una mierda, iba a ser una estúpida con un ramo de flores caminando hacia un mentiroso esperándome en el altar.

El rechazo a su herencia no iba a ser menos a la mentira que me hizo, él pensó que su plan iba a marchar bien, acaso pensó en los sentimientos de alguien más cuando lo hizo y ahora que se enamoró de mí según las palabras piensa amarrarse la idea de que siempre estará conmigo y que yo lo perdonaré.

En mi pecho se instala el dolor y la rabia, saber que di todo por él, me entregué por completo.

Tal vez soy muy ingenua al enamorarme de esa manera tan rápida de alguien que apenas conocía.

¡Maldición! La capa protectora que había creado, nunca debí bajarlo.

Voy en busca de llaves, quiero salir de aquí si no me veré forzada a irme sola, remuevo las cosas de su cajón y encuentro las llaves del auto, Dylan no llevo el auto.

Me puse los zapatos y corrí al auto, deseaba salir de aquí, así que me metí en el auto me puse el cinturón de seguridad y emprendí mi rumbo hacia la que es nuestra casa, "nuestra" que ridículo suena ahora.

Excedí el limite la velocidad, tuve que bajar ya que la lluvia se hizo presente, no quería morir, no de ese modo tal vez.

Llegó a la casa y las personas que trabajan en mi supuesta casa, me ven sorprendidos por mi llegado tan abrupta, me miran intrigado al verme tan desalineada, sé que tengo los ojos como mapache, una apariencia terrible ni siquiera me limpie el delineador negro que corre por debajo de mis ojos, me apresuro en llegar a las escaleras, me resbalo en uno de los peldaños, pero me recompongo rápidamente.

Sobo mi rodilla magullada y subo a mi habitación, tiro la puerta fuertemente, estoy furiosa y extremadamente dolida, me encuentro en una situación en el que siento que mi corazón se está rompiendo a pedazos y no se como mierda controlarlo, nunca lo he hecho, pero toco el momento en que debo aprender.

Mis lagrimas no cesan en ningún momento, aunque los hipidos son fuertes trato de llorar muy bajito para hacía callar el dolor de mi alma, que idea tan tonta como yo.

Me sumerjo en las sábanas, mis sollozos empiezan a cesar, pero mis recuerdos no lo hacen, lo que hace es fomentar más pensamientos dolorosos, así que vuelvo a sumergirme en un mar de lágrimas.

Las horas pasan y puedo ver como la luz se va yendo y la oscuridad reina la noche.

El sonido de pisadas acercándose a la habitación hace que me ponga en alerta, pego mis piernas a mi pecho, él intenta abrir la puerta, pero comprueba de que está cerrada

Como te sientes cuando tu novio y futuro esposo al cual amas con intensidad te ha engañado desde el principio sólo para obtener algo que le dejó su abuelo realmente no sé qué hacer en estos momentos lo único que hacía es llorar.

—¿Estás bien, Grecia? ─habla Dylan.

Demasiado irónico escuchar eso "estás bien" de alguien que te engañó, no entendía hasta dónde podía llegar su descaro.

Él sólo escuchar amor de sus labios me hace sentir peor de lo que está.

No contesta y me quedo callada simplemente.

—Grecia ¿puedo entrar?

No quiero que me vea de esta manera, tan rota, si me ve de esta manera él puede decir que lo siente mucho y arrepentirse, puedo caer demasiado rápido con un solo lo siento que él pueda decirme en estos momentos no tengo esa fuerza necesaria para afrontar la realidad.

—Vete. —susurro con la voz entrecortada.

Escuchar ruidos de parte de la puerta, él quiere intentar entrar.

—No quiero verte, puedes irte. —suplico en mi interior para que se vaya.

El silencio vuelve a reinar en el lugar.

No quiero que ingrese al cuarto, lo único que haré es llorar y romperme con facilidad, necesito fuerzas para enfrentarlo.

Camino hacia el baño cojeando por el golpe que me di con los peldaños, veo mi aspecto desastroso, tengo los ojos hinchados y rojos, unas lágrimas rebeldes se escapan de mis ojos y las aparto en seguida, agarro una tijera, mis manos tiemblan un poco, corto mi cabello en la altura de mis hombros, esta desalineado, debo hallar las fuerzas necesarios en lo único que me queda.

Necesitó volver a recomponerme con fuerza.

Tengo que ser una rompecabeza con todas las piezas.

***

Maratón.

(3/3)

A recomponerse como el fénix. ¿Qué dicen?

***

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