Capítulo 23

34.8K 2.5K 836
                                    

Dylan:

—¡Aquí no hay nadie! —dije viendo el local vacío, Mario Donatto no está aquí.

Cansino, no hace más que repetir que el idiota se encuentra en este lugar, sin embargo, no hay nadie.

Saco el cuchillo que tengo escondido en el antebrazo y lo arrincono, seria capaz de degollar en un abrir y cerrar de ojos.

—Te contraté para que fueras un maldito cazador, ¿acaso me has traicionado? —aprieto el agarre y empujo más el cuchillo causándole un corte.

—Jamás lo haría. —susurra con temor.

Mi celular empieza a sonar y lo saco de mi pantalón, no despejo la mirada de Cansino porque tengo sospechas de que ha cometido traición.

El acento ingles de Akran se reconoce al instante.

—Tu mujer esta con Mario. —es lo único que dice antes de cortar la llamada.

Dirijo la mirada a cansino el cual empieza a retroceder con lentitud, corro hasta él y lo retengo, alzo mi mano izquierda y corto su garganta sin parpadear, el cuerpo se desliza por la pared, tiene los ojos abierto mirándome con miedo mientras sostiene su garganta.

—Ningún traicionero sobrevive. —respondo y pateo sus piernas al pasar por su lado.

***

Mario Donatto está en una esquina de la habitación gimiendo de dolor y Grecia esta tirada, camino hacia ella y mi corazón empieza a latir con fuerza, limpio mis manos llenas de sangre en mi camiseta, deshago las cuerdas de sus muñecas con rapidez, Mario Donatto sonríe intentando omitir sus quejas por su oreja mutilada.

Dejo a Grecia sobre el piso y me paro, sacar el arma que tengo en mi cadera sería la opción más rápida para darle una muerte instantánea y salir huyendo de un lugar rodeado de los hombres de Akran los cuales no se opusieron a mi entrada, sin embargo, no confió en nadie.

Tenía que ser una muerte rápida pero dolorosa, muy dolorosa, sus quejas sobre su oreja me dieron una idea y sostuve con más fuerza el cuchillo en mi mano, corrí hasta él para dar un impulso que me permitiera golpear su pecho con mis piernas, caí al piso y sonreí al verlo desorientado.

No tarde en ponerme de pie y fui hacia él, mi puño aterriza sobre su cara reiteradas veces, sus intentos de escapar son inútiles eso explica la cantidad de hombres que tiene para cuidar a un gandalla.

Abro su ojo y sumerjo el cuchillo dentro, la sangre emerge y yo me concentro en ejercer presión para terminar sacando su ojo, disfruto sacarle los ojos a un engendro miserable, no tardo en volver a hacer lo mismo con el otro, la sangre es lo que sobra aquí, parezco un jodido carnicero cortando cada parte de su jodido rostro, su otra oreja no es excepción para mí, lo saco de raíz, rasgo la tela de mi camiseta y lo coloco en su boca para callar sus escandalosos gritos de dolor.

—Tu niñero no está aquí. —dije enterrando el cuchillo en el área de su pecho, gruñí cuando este se atascó y tuve que ejercer más presión para llegar a su corazón y causar su muerte.

Dejo caer sus brazos sobre el piso y me aleje de él, Grecia estaba apoyada en sus codos mirando la escena, trastabillo al acercarse a mí y cayo de rodillas.

—Lo siento mucho. —susurre acunando su rostro en mis manos.

—No lo sientas, se lo merecía. —dice apenas en susurros.

Niego al escucharla, esta claro que no tengo una pizca de remordimiento por haber matado a un cobarde.

—Por dejarte sola

Meine Rettung  [H.R.M.A. |+21]Where stories live. Discover now