en un mundo donde todo esta dividido por un jerarquía donde tu futuro esta puesto enfrente sin segunda opción.
Donde el omega solo levanta el trasero, tiene cachorros y amarra al alpha con la tentación involuntaria del celo o mejor dicho su cuerpo...
Nunca me habían regañado de esa forma, con sólo sentir como mi mejilla ardía por la palma de mi abuela hizo que mis ojos se llenarán de lágrimas para salir corriendo del lugar ¿por qué me sentía así de débil? Tal vez porque alguien de mi propia familia estaba usando su voz de alpha contra mi.
Había salido de clases el último día de junio, sólo llevaba una semana y media, y ya quería volver de nuevo, las semanas transcurrieron entre disculpas hacia la familia de Crowley, golpes y regaños de mi abuela entre las lecciones o simples errores que cometía.
Quería que se detuviera de una ves, ya mi cuerpo se encontraba mostrado manchas moradas que dolían de sobremanera, con el paso de los días la cantidad del supresores iva disminuyendo para que una semana simplemente ya no debiera usarlos.
El primer día desperté antes de lo acostumbrado, mis ojos se abrieron sin un rastro de sueño y me sentía más descansado que nunca.
todo el que lo vio pasearse por los pasillos de la gran casa de sus abuelos se percató del cambio, se veía más feliz y no llevaba esas ojeras, hasta llegaba aparecer que sus ojos brillaban que con su simple presencia te daba ganas de sonreír.
Su abuela lo observaba con detalle, se notaba más concentrado y delicado, las lecciones se le hicieron más fáciles que otros días, su rostro se veía más cuidado al igual que su cabello y se mantuvo hablando más seguido siendo más amable inconsientemente.
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Las clases empezaban en una nueva semana, me había acostumbrado al horario de verano y mi ojos no querían abrirse hasta darme cuenta que iba tarde.
Mi cabello tampoco cooperaba, termine tomándolo en una pequeña coleta, ya iba bastante tarde y tuve que arreglar mis cosas como pude, estaba seguro que olvidaba algo pero nisiquiera alcance a desayunar.
Mi tío, no de sangre Ferid se tomó la libertad de llevarme a la escuela, el tráfico al ser el primer día de clases no coopero para nada, ¡esto me daría demasiados problemas! Era el presidente no podía llegar tan tarde, ya me sentía bastante horrible, sentía cosquillas en el vientre por los nervios o hasta donde sabía era eso.
Terminé por bajarme del auto en pleno tráfico y empezar a correr por las calles, mis piernas se sentían mejor que otros días y aún así me sentía tenso, llegue media hora o más de lo acordado tarde, los regaños de todos no faltaron pero sólo nos quedó apresurarnos, después me dejaría regañar con más calma.
Me sentía algo acalorado, sería por lo que tuve que correr hasta aquí, sólo me quedó terminar el papeleo para ir a recibir a los estudiantes a la entrada, pero en todo momento había algo que no estaba bien.
-- ¿qué ocurre mika? -- sentí como Mitsuba acariciaba mi cabeza, me deje tranquilizar por ella, no estába en el mejor estado
-- me siento acalorado, tal vez sólo me de un resfrio— le sonreí con suavidad, estás últimas semanas nuestra relación a mejorado nuevamente.
— eso espero, más te vale no quedarte hasta tarde en ese estado, idiota — bueno somos hermanos nos llevamos tan bien como podemos, aún así se preocupa.
En grupo caminamos a la entrada, ya cada uno tenía derivada una tarea y al menos yo, Aoi y Rene debíamos estar en la entrada, los alumnos empezaron a llegar la mayoría a la vez, debíamos ayudar a los alumnos nuevos a saber a donde ir, como también guiarlos a todos al gimnasio para el mensaje del director.
Por un momento empeze a sentir un aroma que me hizo tensarme, y sentir unas suaves cosquillas en mi vientre, se sentía agradable y sólo me deje guiar por los impulsos, giré mi mirada hacia esa persona, sólo pude toparme con esas esmeraldas que tenía por ojos, como esos ojos me miraron a mi, pude notar ese bello sonrojo en sus mejillas para que después de eso desviara su mirada y corriera tras sus amigos.
— ¿mika? — reaccione al sentir el toque en mi hombro de René, me veía con preocupación como nunca antes .
-- alejate. . . -- sólo respire ondo y continúe con mi camino — dile a Crowley que haga la bienvenida por mi . Por favor ..—
Terminé en la enfermería durmiendo la primera hora y tal vez un poco más del día cuando fui despertado por la enfermera anunciandome que las clases empezarían, ella tomo mis síntomas y se río al oírle decir que tenía un resfriado.
-- niño, no estás resfriado, sólo está comenzando tu etapa de calor ¿no cuantas tus fechas? No solo los omegas sufren ese problema — soltó unas cuantas risas más para acercarse a su escritorio y sacar un pequeña píldora con un vaso de agua para luego entregarmelos.
-- aun me faltaban más de un mes — termine tomando toda el agua de casi un respiro por el calor - pero. . En la mañana sentí un aroma . . ... agradable .. —
-- ¡wah!¡que lindo!¡encontraste a tu destinado —el rubio dio un brinco al escucharla gritar con alegría a la enfermera Horn.
-¿como es eso posible?¡de la persona que venía ese olor la conocía de hace ya mucho!- dijo hasta con algo de desesperación
- pues eso es fácil de explicar, el tubo que a ver suprimido sus feromonas de una forma muy invasiva, o seguramente el es menor que tú y se desarrollaron en distintos tiempos, no es tan complicado pero en los dos casos ten más cuidado. —
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Las clases habían terminado para la hora del almuerzo, pero cuando escuche el glorioso timbre nisiquiera espere a Yoichi para salir corriendo del lugar hasta antes que el profesor se retirará.
Corrí por los pasillos con mis cosas encerrandome en una aula sin uso, mi cuerpo se sentía caliente demasiado para mi y ya estaba demasiado sudado, mis piernas se debilitaron logrando inconsientemente que soltara uno que otro quejido por cada acción o tacto que tenía con algún objeto, mis piernas no cooperaban y sólo me quedo gatear hasta poder apoyarme en una de las paredes.
Me sentía desesperado y ya no reaccionaban nisiquiera lo suficiente como para respirar por la nariz y simplemente mis labios se mantenían entre abiertos.
Tenía miedo, demasiado, mis ojos se humedecian y me abrazaba a mi mismo, habían tantos rastros de aromas, pero uno se acercaba y su intensidad me daba escalofríos, mi rostro poco se demoro en encontrarse empapado de lágrimas.
