Capítulo 43.

334 49 9
                                    

Una pequeña mujer de cabellos rosados gritó desesperada al verse en medio del "castigo" que su exmarido le estaba brindando a su primogénito, interponiéndose cuando su hijo ya ni siquiera podía levantar su cuerpo. El mayor no se detuvo aunque la mujer estuviera en medio.

El rubio se encontraba exhausto, minutos ya habían pasado cuando su cuerpo colapsó directo al suelo, por debajo de ese frío delta, insensible cuando su dinero y apellido se veía en peligro

— quiero que vayas con la familia de Kiseki-Ō en este mismo momento, te pondrás de rodillas si es necesario para rogar su perdón. —

Dejando caer el cuerpo de la mujer de cabellos rosados en los brazos de su primer hijo. El menor de la habitación tomó a su madre como si fuera una delicada pluma  para levantarse en silencio dándole la espalda a su padre, cuando un grito del mismo que le obligaba a mirarlo, como si con una solo mirada pudiera arrebatar toda esa energía que perduraba en su cuerpo para darse cuenta que ese niño que alguna vez pudo manipular con un simple movimiento se había vuelto más alto que el, su frustración se había marchado para abrirse paso a otros sentimientos y por primera vez sentirse capaz de hacer cualquier cosa que quería, por empezar a no depender de nada de lo que le había sido brindado de ese viejo delta frente a él.

Ni sus apellido..

Ni su casta ..

Ni su apariencia..

No le tomo ni escasos sentimientos de duda antes de dejar a cada paso que daba cada recuerdo del viejo hombre que quedaba en soledad en esos fríos salones, no le devolvió otra de sus miradas, ningún arrepentimiento, solo un profundo alivio que lo invadió de que su hermana menor había abandonado ya hace años esas frías paredes, sin tener que obligarla a derrumbar la firme mirada que mantenía de su padre, el cual despreocupadamente había aceptado su matrimonio, siendo el mismo quien la entregó en el altar.

Nunca logro entender aquel desprecio que desde sus primeros años de vida había tenido que aceptar sin quejarse, porque tanto odio caía sobre sus hombros, porque toda esa rabia era liberada con cada uno de sus castigos. En esos años que lloraba a mares mientras aún sus pies debían continuar moviéndose, cuando su nariz moqueaba con todo su rostro salado por las lágrimas, como esos salones de altos cielos ocultaban sus sollozos desesperados porque su madre regresará lo más pronto posible de esas reuniones, como aún después de tener todas sus pequeñas piernas moradas debía continuar practicando ese obstinado baile del cual temía su llegada con cada día transcurrido. Cuanto el dolor en ese pequeño cuerpo para que un niño de menos de un decada tema de no poder continuar, pero aún así temer a que sus padres se separaran, no por la cálida sensación de verlos juntos, más bien por el temer de que si él tenía el mismo apellido de esa bestia,..

¿Eso lo hacía de su propiedad?

Porque si él era de su propiedad no podría irse lejos de esas paredes en los brazos de su madre.

El amor de una madre..

Fue el único oponente contra el cual el viejo hombre no pudo pelear, porque sin darse cuenta la que fue alguna vez su esposa ya había ganado la guerra desde el momento que el amor por ese niño había crecido y toda su vida se había resumido a ver la felicidad de sus hijos florecer más que su propia vida.

Antes de darse cuenta lo único que le quedaba a ese delta era esa gran mansión de frías paredes, un apellido que había sido olvidado en la siguiente generación, más olvidado que el amor que sus hijos pudieron alguna vez sentir hacia el, al condenarse a si mismo a morir en soledad, hundido en el mismo dolor en el cual había ahogado a su propio hijo por años. Respiro hondo, suspiro con pesadez y sello sus pensamientos antes de cometer otra torpeza.












(...)












Respiraba una calidez tan descomunal que temía que derritiera sus pulmones antes que su congelado corazón.

Esa alegría tan contagiosa que te da ganas de sonreír aunque no seas feliz, una alegría tan cálida como un sol radiante y al igual de sofocante, te hace querer saltar por todo el lugar, solo reír de algo aunque en verdad no te cause gracia pero sabes que reconfortas a la otra persona con una simple risa que hace cómoda cualquier situación cuando te la tomas con alegría.

Sentados uno a cada lado de esa mesa de cristal sostenida por elegantes piezas de fierro, se miraban en silencio después de haber pasado todo el día en compañía del otro, ya en el atardecer hablaron hasta que por propia voluntad de cada uno de ellos el silencio se hizo presente de una forma tan agradable para ambos que regalándole una sonrisa el de cabellos dorados pudo sentir cierta paz olvidada, en aquel departamento donde un par de semanas atrás, después de tanto tiempo empezaron a correr antes de aprender a caminar, pero al mirarse uno al otro parecía que ninguno de los dos se arrepentía de cada movimiento desde esa noche.

El azabache sostenía una caliente taza de té, que tomaba con gran tranquilidad al verse acompañado de las cálidas manos que rodeaban las propias, cuando unos ojos azules lo observaban con una dulzura que no olvidaría, solo tenía ganas de reír, entre esa conducta risueña y torpe tan inesperada del azabache, solo lograba sacar grandes sonrisas de parte del mayor. Cuanto tiempo había pasado para tomar tanta tranquilidad para volver a una rutina que parecía fácil de soportar después de todos esos años, volver a estudiar después de haber sido obligado a dejarlo, estar junto a sus padres de una cálida forma y por fin poder decidir con quien en verdad quería estar, volver a pensar en aquellos a quienes abandonó con el tiempo, aquel castañazo de ojos verdes con quien había perdido conexión por años o saber más del matrimonio de su par de amigas, tantas cosas por hacer, como un adolescente estancado entre adultos, solo miro hacia el cielo que se volvía oscuro y entre los últimos rayos sintió un cosquilleo en su nuca cuando una dulce voz pronunció su nombre guiando su mirada hacia esa agradable sensación que lo persiguió por años olvidados.

— Yuu Chan. . .









.. Te amo ..

















¿Yo podría .. estar a tú lado?

___

If You Were Here. Mikayuu.AU editando Where stories live. Discover now