Capitulo 42.

356 43 1
                                    

Y de un momento a otro deje de dudar. Aunque no signifique que todas las inseguridades ya eran seguras y mis miedos se volvían tranquilidad, pero después de tanto tiempo no temía de cometer algún error, si mi pecho dolía al pensar que el rubio a mi lado podría abandonarme sentía que podía sonreírle y desearle lo mejor con quien podría hacerlo feliz.

Como un baile tranquilo y que daba vueltas sobre su eje, en un ritmo calmado que daba esa sensación tan escasa, esa estabilidad emocional que le dejaba sentirse ligero y querer saltar hacia los brazos de quien se sentía seguro, como si su piel nunca hubiera sentido escozor alguno, como que su rostro nunca había sido visto empapado en lágrimas, que podía sonreír sin pesar alguno como si toda su vida hubiera sonreído sin obligación y sin que se acalambrara su rostro.

Cuando se sintió libre de responsabilidades, cuando se sintió capaz de lograr cualquier cosa porque sus años de vida aún eran jóvenes, cuando la necesidad de rendirse era olvidada como si nunca la hubiera sentido y esa calidez tan ajena pero suya lo recorría desde adentro, se sintió nuevamente como un niño de 14 años entrando en un mundo mucho más grande que el pero sentía que esta vez podía lograr cualquier cosa que se propusiera y no por estar en contra de quienes le decían que no podía si no simplemente porque él quería hacerlo, aunque la melancolía lo invadió cuando se dio cuenta que había desperdiciado toda su adolescencia en sentimientos inútiles que como en un momento llegaron también se fueron por completo, se preguntó por un momento como hubiera sido si en esos momentos su mente no se hubiera visto tan nublada de recuerdos tan bellos que lo hacían regodearse de una calidez inexistente, esa sensación de solo querer sonreír y moverte de forma hiperactiva.

Cuando cerró sus ojos pudo sentir su cuerpo moverse con fluidez de un lado a otro, recordando cada momento de su cercanía en la oscuridad de su habitación, cada sensación sobre su cuerpo de la noche anterior que sus sentimientos lo hicieron retroceder en recuerdos apreciados en su mente, desde las insinuaciones del rubio con las que ahora podría comprender su torpeza y nerviosismo, su mirada tan cercana al intentar interactuar con un Yuichiro tan arisco como recordaba, tan inseguro como un cachorro de cabellos dorados, tan ansioso por correr a mis brazos y siendo rechazado sin siquiera a ver preguntado.

Recordó aquel baile donde fue elejdo por unos azules ojos, esas cálidas manos que lo sostuvieron para hacerlo volar en sus brazos, los mismos que lo protegieron cuando su primer periodo de celó llegó, esa calidez que lo invadió tanto como para noquearlo en un simple abrazo que no logro volver menos arisco a su torpe versión de 14 años. Por un momento pasó su mano por su nuca aún limpia, y con solo cerrar sus ojos pudo recordar que si no fuera por el rubio seguramente estaría encerrado aún en esa gran casa con un pelirrojo  que lo haría gritar de dolor cada vez que lo engañará, con seguramente algún cachorro que viera el sufrimiento de su madre, tirando a un niño que proteja a sus madre u otra bestia más en el mundo como su padre.

Recordé su voz, que claramente sabía que era el mismo con el que hablaba en una esquina, recordó toda dulce palabra y gesto, recordó sus besos y toques, para darse cuenta entre todos esos recuerdos perdidos que aunque él había sido dueño de tantos besos robados de sus labios aún no lograba recordar con exactitud cuando había sido en verdad el primero. Entonces miro por su ventana el cielo estrellado preguntándose por primera vez, si cuando su ciclo de celo llego no había sido su primer encuentro con el rubio ¿cuando había sido? Repaso cada recuerdo de los que creía que empezaba a recordar para darse cuenta que en cada uno de los que mantenía guardados en su memoria los dos ya parecían conocerse desde antes.

Recostó su cuerpo cansado por todo el día dando explicaciones desde la mañana cuando el rubio lo dejó en la puerta de su casa y sus padres lo recibieron sin dormir toda la noche, su padre pronto se fue no sin antes regañarlo para delegar a su madre para continuar preguntando sobre qué había pasado.

Cerró sus ojos para que en la oscuridad un recuerdo de esa florido jardín, de esa gran mansión donde el Rubio había sido criado, una cálida sensación lo invadió incierta al ser un lugar en verdad que no representaba felicidad, indagó por un momento como buscando la razón de esa sensación, para sin darse cuenta caer en un profundo sueño donde sus ojos se topaban con un par de zafiros, ojos ya tan conocidos para el que podría diferenciarlos de cualquiera, aunque ese recuerdo fuera confuso y diera una extraña sensación que invadía todo su cuerpo que con esa angustia que llegó a sentir por a ver sido regañado, con su vista nublada por las lágrimas que al dejarse caer podían ver a ese niño no muy alto y adorables facciones frente a él.

Esa actitud tan seria y formal, esa forma dudosa de cómo hablarle al otro, su amistosa mirada reflejada en la confusión del niño rubio que no sabía como  reaccionar al niño contrario, como si no hubiera sido configurado para una situación así.

Ese complicado recuerdo que podía diferenciar de otros por él dejavú que se formaba en su consciencia, como sus ojos se mantenían sobre los suyos en todo momento y la angustia que ahogaba todo su cuerpo como un niño. Antes de darse cuenta todo se había vuelto oscuro y esa angustia en vez de desaparecer pareció incrementar atascándolo con una desesperación que crecía con cada segundo, no lograba moverse, no lograba gritar y con cada intento que le faltaba el aliento su respiración se hacía cada vez más complicada, solo abrir esa oscuridad en un pestañeo para ver cómo esos ojos zafiros lo miraban nuevamente esta vez en una situación distinta y con un rubio algo más grande.

Intento avanzar, pero se le fue imposible, un peso se incrementaba en su espalda viendo como desconocidos sujetaban al rubio de sus brazos y cabellos, como era maltratado por esos niños que no solo en número le ganaban si no también en  altura y edad, cada uno tanto el rubio como el azabache parecía luchar para llegar a tocar la piel del otro, la angustia estaba pero era tan intensa que se hacía un revoltijo incomparable con la de ser castigado. El miedo, el miedo lo inundo como nunca antes lo había sentido, un miedo ajeno al de ser atacado o lastimado, no temía de lo que le pasaría a él, solo quería gritar llorando a mares para que soltaran a su rubio, sin importar que le pasara a él, solo quería verlo a salvo, solo quería estar a su lado, solo quería verlo sonreír, solo quería ver esos zafiros brillar más que nunca, solo quería que él estuviera a salvo, aunque él mismo destinó no corriera sobre el.

Hasta cuando logro que sus ojos se abrieran sintió una gran necesidad de correr a sus brazos.
__

If You Were Here. Mikayuu.AU editando Where stories live. Discover now