Capitulo 33.

304 49 1
                                    

No se tomo el tiempo de pensar mucho cuando cerró la puerta principal con la llave que le había robado a la golfa que tenia por mucama cuando por accidente se le había caído la ropa en el comedor y la cocina se encontraba cerrada con misteriosos sonidos que salían de esta y las repulsivas feromonas de su futuro esposo en todo el lugar.

Ya no sabía a dónde correr cuando el miedo lo inundó y sus manos temblaban al percatarse que ninguna de las llaves calzaba con la cerradura de las rejas que a un paso daban a la libertad, dejó caer el manojo de llaves cuando sus piernas ya no tenían fuerzas y una cansada respiración lo presionaba desde su espalda, una mano reposo en su hombro apretando con ira aquella zona que seguramente en unos minutos se pondría colorada a no más poder.

— hasta para escapar eres un inútil —.

Sus ojos esmeralda se cristalizaban, su piel se erizo y con todo su cuerpo temblando se dio cuenta que había desperdiciado su última oportunidad de escapar antes de la boda.

— camina — el de mayor altura lo tomo de la coleta con la que había peinado su cabello, sin importarle mucho de sus sutiles ruegos porque lo soltara lo tiro con más fuerza hacia abajo. Tomando las llaves del suelo y arrastrándolo hasta la entrada del que tendría que empezar a llamar su nuevo hogar si quería acostumbrarse más deprisa antes de ya perder la cordura, con ese débil cuerpo que había sido lanzado a esa clase de vida tan decadente.

— solo cállete de una vez..Tú intentaste escaparte ahora acepta las consecuencias—

La boda era en una semana, que los golpes tan brutales y el como había tirado de su cabello por el suelo al nivel de raspar sus rodillas ya debían de a ver curado para ese entonces, o sentía que estaba casi obligado a que estuvieran curadas para esa fecha. Cada día que se sentaba en ese comedor tres veces al día a ver como su futuro esposo manoseaba a esa mujer que ignoraba su existencia y soltaba aquellos lascivos jadeos cuando en un par de segundos se encontraba contra la mesa donde el azabache también estaba comiendo, ¿será que esa fácil será su favorita por sus ojos verde manzana y el cabello castaño? No tenía gran pecho por lo contrario era casi inexistente, tenía un culo sencillo y su cabello ondulado hasta los hombros le hacían recordar a alguien, que de solo pensar en esa posibilidad le daba asco imaginarlo.

Se levantó de su lugar sin siquiera tocar algo de lo que había utilizado, siendo perseguido por la mirada del más viejo en la habitación y para su supuesta sorpresa ignorado, pues claro que desde mañana no se verían hasta dos días después cuando serían declarados un matrimonio, "hasta que la muerte los separe".

"Eso no sería mucho tiempo."

La vieja mujer que había comenzado todo esto había muerto hace menos de medio año pero pareciera que no importaba si su destino ya estaba decidido a acabar muerto en las manos de un alpha que posiblemente ya hubiera dejado con descendencia a más de una docena de omegas más

Solo a un día de estar caminando por el altar con todos sus ojos mirándolo con el ridiculo vestido blanco que sería obligado a ponerse caminaba por los jardines de su jaula donde estaba condenado a morir entre esos muros mármolados y seguramente golpeado nuevamente por ensuciar esos brillantes suelos de madera. Nunca había visto tanta gente en el mismo lugar y tan centrados en la bella decoración que se instalaba, aquellas bellas flores blancas que combinaban con los numerosos bancos donde cada invitado se sentaría, y el camino que recorrería agarrado del brazo de su padre que no veía por más de unos minutos hace más de un año, que sin razón alguna el solo pensar en ellos se formaba una sonrisa en sus labios.

Miraba el cielo despejado recordando cada cosa que había vivido desde donde podía ordenar sus recuerdos, aquellos perdidos momentos en su memoria que no lograba encajar con claridad y todo lo que había vivido junto a un rubio que por alguna razón sentía que no podía ignorar. No importaba cuantas veces había jurado que era distinto el solo había sido otro alpha más que se iba cuando encontraba un omega más disponible a abrir las piernas, pero no podía no agradecerle esos dulces momentos que le dio sintiendo que en verdad le interesaba a alguien de una forma tierna, con suavidad y no simplemente ir directo al punto principal de follar, nunca podría entender porque se había tomado tanto tiempo en el y tampoco es como si supiera a qué país se había ido, solo qué tal vez esa despedida que parecía tan cargada de sentimientos solo quería a alguien disponible a él si es que volvía.

Casi por instinto llevo su mano a su nuca al sentir ese agradable cosquilleo que recorrió su espalda con un escalofrío, esa extraña sensación que lo hizo sentir tan a gusto hace mucho que no la experimentaba y realmente se le había hecho tan familiar llevando a morder su labio inferior inconscientemente.

Al reaccionar por completo a su alrededor vio como el sol empezaba a ocultarse y pronto la gente empezaría a inundar los salones que permanecían vacíos de aquella horrenda vivienda, ya no estaba seguro a quien habían sido enviadas las invitaciones, pero seguramente casi toda su familia y conexiones importantes vendrían de parte del pelirrojo como de él.

Cerró sus ojos nuevamente repitiendo esos movimientos que hacía casi por inercia, encorvarse encogiéndose de hombros y antes de lograr suspirar un toque cálido lo interrumpió guiando su mirada al suelo pudo ver a una niña que no pasaba los 5 años, de cabellos rubios y ojos  burdeos intenso. La pequeña al regalarle una sonrisa el azabache la alzó en sus brazos, tenía facciones tan familiares y que le hacían similares a la voz que escuchó gritar el nombre al cual la niña reaccionó.

—  ¡Mai!¡no corras así! —  los ojos risueños de un intenso burdeo se posaron sobre los deprimentes y cansados esmeraldas, que en un profundo silencio que duró un par de minutos fue interrumpido por la rubia de ojos morados, que no se retuvo a correr en dirección al azabache.

— ¡Yuichiro! — gritó la rubia que respondía por el nombre de Mitsuba. Pues ya entendía el parecido de aquella pequeña que llamó por "mamá" a la rubia.

If You Were Here. Mikayuu.AU editando Donde viven las historias. Descúbrelo ahora