Capítulo 11

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—Quédate —me apresuro a decir pasados unos minutos tomando su mano al instante que se levanta rápido para vestirse.

Ella se queda inmóvil por un momento, luego mira nuestras manos y voltea a mirarme directamente a los ojos.

—Quédate —vuelvo a decir esta vez más suave.

"Ya te puedes ir" es lo que normalmente diría. Pero no puedo. Con ella no. Siento la necesidad de tenerla cerca, de mirar por más tiempo el brillo tan hermoso de sus ojos cafés. No lo entiendo ¿Qué es lo que me pasa con esta chica?

—Digo, aún es de noche. Sería mejor que te quedaras... —dije esta vez con menos urgencia en dirección al baño —¿Vienes? —pregunté desde la puerta.

Sonrío al ver qué camina hasta mí algo tímida. Perder la virginidad la noche de su cumpleaños número dieciocho con alguien que apenas conoce, quién lo diría. Parece un poco incómoda, y créanme, eso de bañarse juntos no es tan romántico como ustedes piensan. Mientras uno está feliz de la vida disfrutando del agua el otro está muriéndose del frío, y aunque estoy cerca de ella solo observo. Observo como el agua se desliza por sus caderas y se acaricia todo el cuerpo. Y aunque no me esté cayendo el preciado líquido créanme cuando les digo que estoy disfrutando mucho de todo esto. Lo que resulta peculiar en este caso es ella quien parece tener frío, y es algo gracioso su manera de aguantar la respiración mientras le cae el agua en la cabeza deslizándose por su rostro, como si se estuviera ahogando.

Sonrío sin poder evitarlo reprimiendo una risa. Me acerco a ella y es tan cálido el sentir su cuerpo de esta manera. La envuelvo en mis brazos y siento su respiración entrecortada en mi cuello. Me está volviendo loco, en serio. Aprieto más su cuerpo contra el mío preguntándome que serán estos impulsos que me obligan a robarle un beso.

Salí primero de la ducha y para cuando ella salió ya me había vestido y le tiré una de mis camisetas. Le cayó en la cara cubriendo toda su cabeza y la escena pareció tan graciosa que ambos reímos. Cambié las sábanas, tenían una mancha roja y después de comernos la pizza que quedaba en el microondas nos acostamos a dormir.

Después de diez minutos volteé a verla. Ella sonrío. El brillo de sus ojos era semejantes a las estrellas, infinitos.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora