Capítulo 39

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Giselle acepto. Cómo era de esperarse. Dicen que tengo el poder del convencimiento. Y es que ¿Quién me dice que no a mi? Es que soy un puto Don Juan ¡Alabenme!

Le dejé un mensaje diciendo que la esperaría en la esquina de su calle, no entiendo qué tanto se arregla si igual la voy a despeinar. Mujeres al fin.

No piensen que sólo pienso en coger, bueno sí pero en este caso pienso hacer otra cosa. Algo muy loco. Y es que donde reina el amor sobran las leyes ¿No? Mis únicas desventajas son las cámaras de seguridad, pero si las evadi una vez puedo hacerlo dos veces. Y no, no pienso robar un banco, relajense.

Cuando volví a voltear en dirección a su casa por fin la miré, acercándose, en ese momento entendí que la mejor curva de una mujer es su sonrisa, sí, esa maldita sonrisa. Esa misma de la que me enamoro cada día más, me pone nervioso. Tenían razón, se siente bonito, cálido.

—¿A dónde vamos? —me pregunta, con un brillo en los ojos.

—Ya verás —sonrío agarrándole la mano para empezar a caminar.

Se hizo un poco tarde esperándola, pero aún hay tiempo. Mi única preocupación es el cambio de turno. Pues el señor Richard se queda dormido en intervalos de tiempo, y toma mucho café. Miré de reojo a Giselle, miraba nuestras manos, y está un poco sonrojada, ¿será porque la tomé desprevenida? ¿O por el simple hecho de sostener su mano mientras caminamos? Sea lo que sea, se ve bonita y no puedo evitar sonreír al verla así.

—¿A tu departamento? ¿En serio? —parece un poco decepcionada.

—Relájese —le dije, a lo que se mostró disgustada y un poco dudosa.

—Sólo espero que no hayas preparado una cama llena de rosas porque traigo la menstruación.

Solté una risotada y proseguí a teclear los botones del ascensor.

—Pues... —la miré, removiendo un poco mis cabellos.

—¡Oh por Dios! ¿Era eso? —expresó preocupada, justo la reacción que esperaba para volverme a reír.

—No, no. Tranquila —, intenté decir entre risas —pero sí hay alcohol esperándonos arriba.

Sentí su mirada sobre mí todo el rato que estuvimos en el ascensor, estaba tan ocupada observándome como si así pudiera encontrar algo en mí que pudiese revelar el misterio que no se dio cuenta que presione otros botones que no nos llevarían a mi departamento.

—¿Qué es esto, Ariam? —frunció las cejas desconcertada —no reconozco este pasillo, ¿no íbamos a...?

—Sshhh... —le susurré —tú sólo no mires a las cámaras.

Apenas se terminaron de abrir las puertas del ascensor la tomé de la mano, menos mal que lleva ese suéter azul oscuro porque hará frío. A medio pasillo miré mi reloj, hora del café señor Richard.

—Rápido. —Corrí cuando pasamos la cámara de seguridad y entramos a una especie de cuarto de servicio con una escalera. La primera vez que la vi me pregunté ¿Si este es el último piso, porque hay otra escalera? Y vine de fisgón a abrir aquella puerta.

—¿No se supone que esas puertas tienen que estar cerradas con llave? —me pregunta.

—Si, claro. Y hasta tienen un candado ¿Ves?

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora