Capítulo 31

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Este capítulo está dedicado a Jral y Astrid. Mis mejores amigos 😁

Sigue tus sueños...

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Ya me parece extraño que Esteban haya mencionado la palabra "guardaespaldas" y no he dormido pensándolo en toda la noche, simplemente no he podido. Me he percatado de un dato muy curioso: sería ridículo, ¿cómo podría ese resultar en un buen plan?

»Nunca me has decepcionado, Ariam. Espero grandes cosas de ti«

Y es eso exactamente, son las palabras que se repiten en mis pensamientos como un eco y que me hacen creer que algo no está bien. Hasta que lo entiendo todo. Ellos no saben que soy su sobrino. Ahora las piezas encajan. En esa mesa nunca mencionaron algo al respecto. Ahora entiendo lo que quiso decir con esa palabra, soy sólo un guardaespaldas. Esteban siempre ha sido un hombre de pocas palabras »nunca es bueno hablar demás« pero es obvio que me pone las cosas difíciles a propósito, me dieron unas ganas de llamarlo ahora mismo y reclamarle ¿Qué tal si yo no hubiese entendido? ¿Y si lo arruinaba todo? De todos modos estas son sólo ideas basadas en suposiciones que no me dejan dormir. De hecho, siempre me planteo muchas ideas que no me dejan dormir y tal vez esta sea una de esas tantas noches en las que no soy consciente de que me quedo dormido, sí, de esas en las que piensas que no has dormido pero en realidad has estado entrando y saliendo del sueño.

Me levanto imaginando una gran taza de café en mis manos y creo que es justo lo que necesito. Lo mejor de todo es que hoy es domingo. A veces vivir sólo suele ser muy aburrido pero siempre queda la opción de un buen libro; Noah de Sebastián Fitzex. Suelo leer los libros dos veces y sin duda este es uno que me gustaría volver a leer.

Alguien toca la puerta de mi departamento y me quedo sin palabras al ver esos lindos ojos cafés.

—¿Qué quieres? —pregunté sin rodeos.

—¿Por qué siempre tienes que ser tan odioso? —dijo haciendo un mohín.

—Así me buscas —solté con simpleza y una mirada pícara.

—¿Me dejarás pasar o no? —Se cruza de brazos mirándome fijamente.

—Tú y yo sabemos que eso terminará en sexo.

Me voltea los ojos y exhala con frustración para luego empezar a caminar con paso presuroso en dirección opuesta, antes de que pueda dar el segundo paso le sostengo por el brazo inconscientemente.

—Está bien, puedes pasar —me apresuro a decir—. No pasará nada que no quieras.

—Ese es el problema. —Pasa a mi lado cruzando el umbral—. Que sí quiero. —Me percaté de su sonrisa al menos por un momento antes de cerrar la puerta ¿Acaso intenta provocarme?

Hablamos toda la tarde, ni siquiera me fijé en lo rápido que pasó el tiempo. Nunca imaginé que sería ella la persona que tocaría a mi puerta, siempre es tan impredecible, en realidad nunca sé lo que está pensando. Parece como si siempre dentro de su cabeza estuviesen sucediendo cosas fascinantes, que me dejan sin palabras... que me vuelven loco. Y que se expresan de la manera que uno menos se lo espera.

—¿Tus padres están en casa? —pregunté sentado en el suelo de la sala, ha empezado a llover, en estos momentos me alegro de tener una hermosa vista desde mi ventana.

—No, regresan el martes.

—¿Y por qué miras tanto tu celular?

Giselle sonríe con nostalgia y espero su respuesta en un tranquilo silencio en el que parece estar pensando.

—¿Alguna vez has tenido un sueño? —frunzo el ceño sin entender lo que me quiere decir —pués es que... Tengo un amigo. Mi mejor amigo. —Intenta explicarme—. Él tenía un sueño. Sería un gran cantante algún día e iría a buscar a Alexa. Eran novios desde el colegio hasta que los padres de Alexa se la llevaron a Argentina hace poco más de un año. Hicieron una promesa... —Hizo una larga pausa—. Me llamó hace unas semanas llorando, dijo que la había encontrado con otro. Fue lo último que supe de él...

—¿Y cuál es tu sueño? —pregunté tratando de cambiar el tema, parece ponerla triste.

—Nunca he tenido.

—¿Por qué? —inquirí y se mordió el labio inferior, pensativa —los sueños no llegan solos Giselle, se crean.

—No lo había pensado. —Nos quedamos un rato mirando la lluvia, hasta que decide agregar—. ¿Qué triste, verdad? Si tu sueño es alguien, ese sueño puede ser destruido.

—Pero si no te arriesgas, ¿qué conseguirás?

Se queda callada, parece pensarlo por un buen rato, hasta que de un momento a otro se levanta de golpe.

—¡Ya sé! Tengo un sueño. Quiero escribir, pintar ¡Y viajar por el mundo! —Guardó silencio unos segundos—. ¿Y cuál es el tuyo?

—Ir contigo —dije al saber que ella era mi sueño.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora