Capítulo 58

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Una vez más, el sueño amenaza con hacer que mi cabeza se estrelle contra la mesa. Luchando con todo lo que tenía por fuerza de voluntad, me mantenía imponente haciéndome el duro ante la placentera idea de entregarme al sueño, aquella fuerza que me obligaba a cerrar los ojos. Pero no podía permitirme quedarme un solo minuto más en la cama y llegar tarde, eso nunca.

Aunque, pensándolo mejor, es más sano la idea de dormir más. Antes, hace algunos años cuando me quedaba hasta el amanecer, me tomaba algunas pastillas para estar despierto hasta que volviera a caer la noche. Pero eso no era sano, dejé de hacerlo cuando caí en cuenta de que hacer eso destruye el sistema neurológico.

¿La causa de mi insomnio? Muy simple. De hecho, tiene nombre y apellido y se llama Marcos (el arrogante suicida) León Jaramillo.

Anoche, después de salir de aquel lugar de mala muerte, ese imbécil nos secuestró hacía la carretera. Cabe destacar que de ahora en adelante tendré que tenerle miedo cuando él es quién queda a cargo del volante, y con miedo me refiero a estar preparado, no el tipo de miedo que nos mostró el pelirrojo (alías gritos de muerte) Bastian al quedar traumatizado de por vida.

Me dejaron al frente de mi departamento, y cuando me bajé del auto me sentí completamente raro. Cómo si el impacto de la aceleración le costara a mi cuerpo acostumbrarse nuevamente a la tranquilidad de unos simples pasos, se sentía una vibración extraña en mi cuerpo, como si me sintiera todavía en el Lamborghini Urus aún después de bajarme y sentirme a salvo. Caminar como si por un intervalo de segundos el mundo no fuera real, después de toda esa adrenalina a pasar de repente a la tranquilidad, ¿Se acabó? Parecía preguntar mi cuerpo, procesando la idea, acostumbrándose.

¿La primera vez que se montaron en una motocicleta por mucho tiempo y al bajar no sintieron las piernas raras?

Creo que ya entendieron el punto. Pero seamos sinceros, valió la pena solo por ver a Bastian «disfrutando» del puesto delantero. Ya me imaginaba que Marcos haría una cosa así, supongo que sacie mi sed de venganza tras un acto "amable".

En fin, salí de clases solo pensando en meterme en mi cama, pero en cuanto vi a Giselle esta idea se esfumó de mi mente por completo. Puede resultar realmente increíble la manera en la que una persona llega y te hace olvidar por completo lo que estabas pensando el momento anterior, para remplazar esa idea con un sin fin de pensamientos completamente distintos. Cómo si lo volteara todo a su favor, como si mi mente no pudiese evitar el que ella esté presente en cada pensamiento del día, y ¿Como es que resulta inevitable suspirar su nombre en los pensamientos? como un misterio infinito, y así, sin darte cuenta, ya te encuentras vulnerable a sus pies.

- ¿Q-que pasa?- me dice.

Yo y mi mala costumbre de sujetarla y no querer dejarla ir. Pero esta vez no dejaré que me ignore como siempre, y esta vez, la tomé de la mano cuando ella pretendía pasarme al lado como de costumbre, como si fuésemos completos desconocidos. Esta vez, no se lo iba a permitir.

- Eso mismo te pregunto yo, ¿Que te pasa?

Me miró como si estuviera demente. A sus espaldas, detrás, esperaban un par de amigas que de seguro me veían con esa misma mirada, pero al estar concentrado en los ojos cafés de la chica de quién me he enamorado solo pude escuchar sus risas en un tono bajo.

Giselle se soltó de mi agarre, y continuó caminando. Así sin más. La miré, con la mirada más fría que se pueden imaginar. ¿Qué si estoy molesto? ¡Claro que lo estoy!

Esa, es esa exactamente la actitud. Mi actitud. Mientras se alejaba me vi reflejado a mí mismo, jugando con las chicas, siendo tan frío después que una vez las haya enamorado.

Eso me dejó pensando.

Me dejó pensando bastante.

Una vez que llegaron a mi lado Miguel y José Ángel me recordé a mí mismo que tenía una reputación que cuidar, y hasta eso lo estaba dejando por ella al darme cuenta de que todos en el pasillo me miraban mientras que yo, por una vez en la vida, parecía ser el que le rogaba a una chica.

¿En qué momento se invirtieron los papeles?

¿Será este un castigo de Dios o el destino por todas aquellas chicas a las que me he tirado sin sentir amor?

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Aria. D



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