Capítulo 32

1.4K 142 14
                                    

Y ella sonríe. Pero es una sonrisa tan bonita que sientes el egoísmo de quererla para ti solo, el brillo de sus ojos parecía ser la única luz de una vida gris, y no quiero romper con el romanticismo pero desde hace rato me ha estado provocando a propósito ¿Y saben qué? Yo no soy de hierro.

- ¿Sabes qué? Te contaré un secreto. Puedo hacerte olvidar de todo lo demás.

- ¿Ah sí? ¿Y cómo?- preguntó aún de pie con cierta curiosidad.

Me levanté del suelo y me acerque hacia ella, la mire, con una expresión sonrojada por la cercanía de nuestros cuerpos y lentamente quite un mechón de pelo de su rostro.

- Así- susurré en sus labios y la besé.

Mis labios mojados juegan con los suyos, nuestras lenguas levemente se rozan, la tomo por la cintura y le muerdo el labio mientras siento que se deja caer me desvío hacia su cuello, sus piernas se debilitan ante el placer y si no fuera porque la sostengo con fuerza por la cintura seguro se deja caer al suelo. Me inclino y la acuesto suavemente sobre el piso, ella intenta decir algo mientras sigo atacando su cuello con besos exigentes y húmedos dejando chupones.

- ¿Ves?- susurro en su oído- hasta las palabras te he hecho olvidar.

Hasta el nombre si es posible. En este momento solo existimos nosotros dos. Nada más. Mientras la lluvia cae, y el cielo es gris, mientras el mundo allí afuera se sigue moviendo todo se detiene para nosotros. Todo se detiene menos nosotros.

Sin despegar mis labios de los suyos tomo ágilmente sus muñecas y las pongo a ambos lados apretando sus manos contra el suelo pero sin lastimarla, un manejo perfecto de salvajismo y delicadeza. Mis besos se vuelven más intensos y desesperados, rápidos, amenazando con devorarla hechizado por la lujuria. Ella se queja entre gemidos entrecortados por un beso. Con nuestras respiraciones rápidas, ella abre inconscientemente sus piernas, permitiendo a mi cuerpo acomodarse al suyo como la pieza perfecta. Aún con nuestras ropas y movimientos agitados y demandantes empiezo a sentirlo duro obligandome a gruñir. Dejándome llevar por ese impulso, ese deseo que pide a gritos ser saciado, mi cuerpo se empieza a mover constantemente sobre ella haciendo que mi miembro choque con su entrepierna, aún con ropa estoy seguro que lo siente todo. Y eso es lo que quiero, no solo quiero satisfacerme si no también complacerla, que lo sienta rico y que quede exhausta, que estos gemidos descontrolados que escucho por su parte tengan más de un sentido, quiero que sienta está locura.

Le desabrocho el botón de su jean, y sin dejar de besarla subo su camisa de color negro con letras blancas, la acaricio, la toco y aprieto uno de sus senos provocando un movimiento electrizante por su parte, no hacen falta las palabras para saber que le gusta, y yo por mi parte la tengo bien dura presionando su intimidad deseando desesperadamente penetrar sin compasión.

Jalo su pantalón con movimientos torpes lanzandolo hacía un lado rápidamente y como si leyera mis pensamientos ella se sienta dejándome quitarle la camisa y contemplarla en ropa interior, aquí mismo, en el suelo a mitad de la sala. Sabe que quiero desnudarla. Le quito el brasier embobado contemplando cada centímetro de su piel, sintiendo que estoy a punto de desnudar su cuerpo pero también su alma. Ella me hace sonreír como idiota, enserio, me pone pendejo. ¿De dónde me sale tanto romanticismo?

Pero es lo que siento. Y es algo que nunca había sentido. Me quito la camisa también, ahora me toca a mí. Me saco los pantalones y siento el peso de sus ojos cafés detallando mi cuerpo. Vuelvo sobre ella y me sonríe. Los besos adquieren nuevamente esa desesperación por sentir el tacto de nuestros cuerpos rozándose, su piel caliente, este deseo de la ansiedad por el placer. Lo introduzco por su entrada y paro un momento de besarla y puedo ver su expresión siempre tan excitante cuando se lo meto y suelta un gemido suave, lo introduzco más y respiro agitado sobre su cuello, quiero escucharlo, quiero escuchar eso que soy capaz de provocar. Se lo termino de meter todo de un solo golpe y ella gime fuerte, se siente húmedo, caliente. Beso su cuello con una lujuria descontrolada mientras mi cuerpo se mueve constantemente sobre ella.

Sus gemidos me hacen querer embestir más rápido y más, sintiendo como mi pene roza por su vagina mojada. Siento sus manos posicionarse sobre mi espalda presionandome más contra ella, creando fricción, llegando al placer.

- No pares, m-más... Ahh.

Gemidos fuertes, ahogados, insistentes. Desesperados. Gruño al venirme sobre ella y su gemido es indescriptible, relajado y a la vez fuerte. Llegando al clímax. Saciando este placer. Caigo a un lado sobre el suelo respirando agitadamente mientras ambos observamos el techo. Esto es perfecto.

¿Y saben qué? Otra vez a comprar la pastilla.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora