Capítulo 77

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Los tediosos procedimientos acabaron y semanas después me encontré llegando a Venezuela, no me dirigí directamente a mi departamento, por si acaso. Ya tenía algo de ropa así que conseguí un nuevo departamento lejos de esa zona, pero no muy lejos de mi principal objetivo. Por otro lado, ya no contaba con dinero del narcotráfico, tendría que trabajar por mí mismo. Adiós a los lujos y gastar dinero a diestra y siniestra. Por muy raro que parezca no extrañaría aquello, podría sobrevivir por mí mismo y estaba decidido a ello.

De vez en cuando, mi pasado se hacía presente. No me desligaba de aquello que pretendía sellar en el olvido y algo me decía que nunca lo haría, cuando aún antes de cerrar los ojos para dormir aquello se encontraba todavía en mí. Sentía un vacío, me nacía la necesidad de estar sólo y alejar a los más cercanos a mí. A Ariadne le decía que se vaya y ella de muy terca siempre estaba allí, Miguel y José Ángel aún no saben dónde vivo ahora, pero saben que estoy aquí. Pues Ariadne les había contado.

A veces también me encuentro pensando en Marcos. ¿Quién pudiese imaginar que un momento alguien está y al otro ya no?

Y cuando me dijo a lo que le temía... Tal vez no debí de reírme con tanta maldad y confusión. Tal vez nunca me he arrepentido de nada en mi vida, de nada como hoy, que en vez de su enemigo pude haber sido su amigo, que en vez de dejarle solo le hubiese invitado yo un cigarrillo.

Recuerdo aquella noche cuando nos quedamos atrapados, el chico al frente de mi se veía enfermo, no había notado antes que esa palidez ya cruzaba la línea de lo normal, tal vez porque nunca habíamos estado solos antes en primer lugar, además, fijarme con detalle en alguien como Marcos no es algo que considere de interés. Y ahora lo imagino en ese ataúd, sólo. Y también imagino cuánto miedo le tenía a los lugares cerrados y como gritaba esa vez que le dejaran salir dando patadas a la puerta, con mucho frío... pensar aquello es terrorífico.

Solo me falta caminar unas calles y ya estoy por entrar en un ridículo debate, ¿Por la puerta o por la ventana? Digo, siempre existe la opción de ser una persona normal y aburrida, llamar a la puerta y correr el riesgo de enfrentarme a sus padres, y claro, pasar vergüenza.

Sobre todo pasar vergüenza.

Esta podría ser la última vez que vea a Giselle o podría terminar esto en todo lo contrario, quién sabe, quizás y tenga algo de suerte. Quizás y el agua no sea tan fría, o no me cierren la puerta en la cara tan fuerte.

Definitivamente, hay que ser optimistas. Está decidido.

TOC, TOC.

Me estoy poniendo nervioso, rápidamente cambio de opinión pero ya es muy tarde para correr a la ventana, ahora que me doy cuenta, ¿Han notado que siempre ha dejado la ventana abierta para mí?

El señor Hernández abre la puerta encontrándome a mí con una estúpida sonrisa casi a punto de ancharse, disimuladamente me contengo rápidamente preguntándo por Giselle.

- Creo que tenemos que hablar- dice.

- Creo que sí.

El hombre al frente de mí me mira como mi verdugo, haciéndose a un lado para permitirme caminar entre sus territorios. Me siento expuesto, nervioso, y un impulso me obliga a aclarar mi voz antes de pronunciar palabra alguna y evitar trabarme.

- ¿Cuál es el problema?- digo una vez sentados en el sofá uno al frente del otro.

- ¿Por qué estás aquí?- pregunta con voz sería.

- Por Gisselle, pregunté por ella cuando lleg...

- No- me interrumpe- me refiero a, ¿Por qué estás aquí exactamente? ¿Qué quieres de ella?

- Todo- le dije sin titubear.

Él responde con una mirada neutral y sin parpadeos, casi asesina. Me mantiene la mirada fija transmitiendo frialdad.

Me he enfrentado cara a cara con los más fuertes rivales y no será mi futuro suegro quién logre intimidarme, o bueno, al menos eso trato de convencerme.

Oigan no me juzguen, en mis encuentros anteriores no perdía nada importante como lo que está en juego en este preciso momento, poner en riesgo mi vida, y tener la posibilidad de tener a Giselle a mi lado de ahora en adelante, son dos cosas extremadamente diferentes.

Ambos escuchamos una puerta abrirse y era ni más ni menos que la misma Giselle, mirándonos desde el umbral de su habitación, sorprendida. Lucía bellísima, con un short corto y un suéter color crema. Venía corriendo feliz y sus cabellos amarrados en una coleta despreocupada se movían de un lado a otro, ví desde sus pies descalzos hasta su rostro y me fijé aún más en aquellos ojos brillosos que me miraban, solo a mí. No me dió ni tiempo de ponerme de pié y aún con la sorpresa latente en mí rostro se abalanzó en mis brazos cuando yo aún yacía sentado en el sofá. Claro que la sostuve, me daba una inmensa alegría volver a verle de nuevo, no creí que me extrañaría tanto. Y me sorprendí devolviendole el abrazo, y me sorprendí con sus piernas tan serca de las mías... Fue entonces cuando miré sobre ella, de alguna manera no podía dejar de apretarla contra mí hasta que la mirada de un padre celoso e imponente sobresalía por encima de sus cabellos, fue entonces cuando me percaté de la gravedad de la situación, y se me trabaron las palabras.

La furia terminó convirtiéndose en el impulso de apartarla de mí de un solo jalón.

- ¡Pero por supuesto que no!- exclamó a la vez que sostenía a su hija de un lado, haciéndola para atrás, apartandola de algo que tenía que pasar solo entre un padre y su yerno.

Recordé en lo que habíamos quedado, y tomé aquello como una respuesta a mi declaración.

Pero no me iba a rendir tan fácil y me puse de pié.

- La quiero...- no encontré que más podía decir, pero tenía que hacer algo- Amo a su hija.

El padre de Giselle no sabía que decir, hasta la misma Giselle se había sorprendido y como si el destino se empeñara en ser tan puta conmigo apareció Betty desde el pasillo.

- ¿QUE DEMONIOS ESTÁ HACIENDO ÉL AQUÍ?

Bipolar© [Completa✔️]Where stories live. Discover now