Capítulo 78

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La expresión de Betty en ese momento era de una indecisión absoluta. Tenía en sus manos la oportunidad de jodernos a ambos para siempre, y lo notó, lo supe cuando me dí cuenta que se había percatado de la situación en la que nos encontrábamos todos en esa sala.

— ¿Cómo así, Bett? ¿Acaso lo conoces? ¿Tú también sabías de esto?— la voz de su padre sonaba cada vez más furiosa y reveladora— ¿Por cuanto tiempo tú y tu hermana me han estado tomando el pelo?

Retrocedí un paso por inercia encontrándome con el sofá detrás de mí, y por instinto miré la puerta. ¿Cuáles eran mis posibilidades? Estoy dispuesto a rodear el sofá si este me sirve para persuadir al sujeto frente a mí y evitar estar a su alcance cuando sienta la necesidad de soltar un golpe, o varios... Bueno, ir detrás del sofá y evitar una confrontación no es muy maduro de mi parte, pero entre más lejos esten sus puños de mi cara yo feliz.

— No— dijo Betty, y la miré con el ceño fruncido,— solo es un compañero de la universidad, eso es todo. ¿Qué está pasando?— se hizo la desentendida.

Le dediqué una sonrisa de agradecimiento, pero su gesto me hizo entender que aún me odiaba, así que me contuve.

— También quiero estar con él— escuché por parte de Gisselle, ¡Todo iba de maravilla!

Ambos se sentaron en el sofá y Betty se acercó, intrigada por lo que acababa de escuchar

— Ah,— asintió el hombre, esperando seguramente algo diferente de lo que había escuchado de ambas hijas, buscando cualquier excusa para botarme lo más pronto posible y de una vez por todas, y al no encontrar nada que pudiese usar en mi contra no le quedó de otra más que recurrir a su última y más arriesgada opción— bueno, entonces tendrás que irte.

— ¡Padre!— exclamó Giselle poniéndose de pié, con una expresión de espanto.

Tardó un poco más en reaccionar de otra manera, incluso Betty con sus cabellos rubios sueltos tenía la misma expresión que me mostraba ahora la cara de Giselle, quién con sus lindos ojos marrones me miró y no supe que intentaban decirme, pero su respuesta a continuación hizo que me traicionaran las piernas.

— Está bien— dijo, y se apartó sin mirarme.

Ella solo caminó hasta su habitación y cerró la puerta, todo aquello lo ví en cámara lenta. Por más que pueda decir que no me duela y que puedo superar lo que acaba de hacer no me creo. Estaba dispuesto a llevarla conmigo si es necesario, pero no en contra de su voluntad.

Me sorprendió no ver la mirada ganadora en la cara de su padre, sólo ví en sus ojos que quería que me fuera lo más pronto posible. Sin mentira alguna me dieron ganas de llorar, se los juro. Pero no iba a ser allí delante de ellos, no saben cuánto desprecio me dediqué en ese momento. Fuí muy estúpido al pensar que volvería y todo estaría bien, que su perdón era real. No quise siquiera mirar a Bett, la ignoré por completo. Entonces nunca supe si reía o no, o si me miró con lástima. Tampoco iba a demostrar debilidad ante nadie, no tenía ninguna expresión cuando empecé a caminar hacía la puerta sin mirar al suelo, y si les soy sincero solo una persona me ha llegado a poner así. Cuando cerré la puerta me detuve a mirarla más segundos de lo que me hubiese quedado a mirar otras puertas que no llegaría a ver jamás, entonces pensé en cada momento que pasé con Giselle.

Recuerdo la vez que la conocí, cuando la seguí por una calle desierta y logró descubrirme, cuando supe por primera vez su nombre a través de un mensaje, su primera vez, su carita al dormir, su vestido azul claro el día de su cumpleaños y nuestra conversación en aquel balcón, cuando se le cayeron el montón de libros bajando rápido las escaleras de la universidad e hicimos como si no nos conociéramos. La vez en que me puse celoso cuando bailaba con José Ángel en las ferias y reía para él, y aquella vez cuando miramos estrellas un día en el techo, y otra cuando la acompañé a su casa una noche. Sin duda acabaría buscando una vez más su sonrisa en fotos, y soñaría tan solo una vez más tener la oportunidad de volver a su ventana.

Caminé en medio de la calle sin preocupación alguna y con mi celular en la mano, me sentí extraño, sí. ¿Saben? Las calles de Vista hermosa siempre han sido solas y deciertas, que dejan que el viento circule directamente desde un extremo a otro sin toparse con nadie. El aire es ligero, libre, seguro aquí podrías llorar y nadie se daría cuenta, ¿Verdad? Seguro que no.

Las personas, se guardan en sus casas y ni un rastro de ellas. Ni una ventana abierta. Es como un pueblo fantasmal, excepto porque en las mañanas algunos riegan sus plantas, muchos salen a trabajar y muchos ni llegan a asomarse al sol.

Suena mi celular.

En algunos tiempos el viento, en la noche, suele ser muy frío. Tan frío que te hace temblar, pero en otras noches, la brisa resulta inmensamente agradable y cálida. Entonces puedes sentarte y mirar las nubes, apreciar el silencio de las calles... No es como en esos barrios donde en las noches se sientan todos al frente de sus casas, todos muy unidos. Dónde le pasan comida al vecino, donde los niños pueden correr por las calles y jugar con otros niños, y las señoras cuentan sus chismes, no, nada de eso. Aquí ves casas, solo eso.

Siento mi celular vibrar una vez en mi mano y a desganas lo levanto para mirarlo.

"Si me voy contigo."

Bajé mi mano, me detuve. Miré al cielo y volví a mirar mi celular como si la vista borrosa de mis ojos no me dejara leer bien el mensaje de una tal "Fea".

"Quiero estar contigo"

No le respondí al momento. Continúe el recorrido con otro semblante en mi rostro, cualquiera que espiara por un mínimo agujerito en su ventana en aquel momento se hubiese dado cuenta. Y al llegar a mi departamento reí, e igual lloré.

Bipolar© [Completa✔️]Where stories live. Discover now