Capítulo 71

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La verdad no me sorprende que el pelirrojo no haya venido con nosotros, y con lo desconfiado que es Jonás últimamente, han pasado muchísimas cosas desde que llegué. Tanto así que tengo el presentimiento de que algo pasará muy pronto.

Dudo mucho que esta navidad me quede acá, no me siento de humor, creo que ese mismo día me iré a pasarla en un hotel y falta muy poco para ello.

Han estado actuando muy extraño.

Me sorprende que sean lo suficientemente inmaduros como para pensar en que no me daría cuenta o me quedaría sentado a esperar, y esperar, y esperar a que ocurriese lo que aquellas miradas nerviosas temen tanto. He pasado mucho tiempo lejos, ¡Y tanto que extrañaba a Anthe! Solíamos hacer todo juntos, la conozco más que a mí mismo y apostaría lo que fuese a qué opina igual que yo. Es una chica lista, sin duda alguna sabe algo que no me ha contado pero confío que lo hará en cualquier momento.

— ¿Te vas tan pronto?

— Si, Ariadne— sonrío aunque no me esté mirando, y me la imagino haciendo puchero, aunque yo no la esté mirando. Me río— Tengo que colgar.

— Oh,— dice deprimida— está bien, chao.

— Chao, linda.

Mi expresión cambia por completo al bajar el celular, intento agudizar mi oído lo mejor que puedo. Ágilmente y con el semblante muy serio me levanto de la cama llegando hasta la puerta, muy, muy lentamente cada vez más serca.

Escuché pasos hace un momento.

¡Juro por Dios que no fue mi imaginación! Hay alguien por ahí, despierto. El reloj en mi mesita de noche marca la 1:36 minutos de la madrugada, regulando mi respiración giro el picaporte de la puerta con muchísimo cuidado de no alertar a nadie. Avanzo despacio por el pasillo iluminado por la débil luz de la luna que cae sobre las ventanas con marco de marfil y las paredes grises, como si las sombras juguetearan entre sí al pasar intento que mis pasos sobre mis pies descalzos sean los más invisibles posible. Una silueta humana se asoma por el balcón de la sala, mientras rodeo con los ojos el resto del lugar para cerciorarme que no haya otro rastro de vida serca. En efecto, solo objetos inmóviles, tan quietos como un cadáver.

— ¿Qué haces aquí? — le pregunté a Marcos.

— Nada.

— Me asustaste— acorto la distancia entre el balcón y yo preguntándome qué estará viendo para tenerlo tan hipnotizado.

— ¿Acaso existe algún peligro del que deba temer?— preguntó calmado e indiferente.

No le respondí, en su lugar, dejé que el silencio fuese mi única respuesta, mirando hacía el cielo la noche más estrellada que he visto nunca. Cuando viajas, las estrellas son las mismas. Las mismas de siempre que están allí aunque la oscuridad de la galaxia entera se trague su brillo, o que la luz del día intente esconder. Cuando viajas, el clima es distinto, puedes sentir como si respiras otro aire, aunque es evidente que sigue siendo oxígeno (vamos con el sarcasmo por delante por favor). Lo cierto es que hasta una ráfaga de viento se siente diferente, si, amo viajar, me gustan las sensaciones.

— Oh, ¿Quieres que me vaya?— me percaté de que podría estar interrumpiendo un momento íntimo entre él y la soledad.

Oh, cruel y vacía soledad, ¡Y bien que la conozco yo! Llegó hasta mis fosas nasales el humo gris de su cigarrillo al verlo negar con la cabeza, volviendo otra vez sus ojos del mismo color que el humo (y al mismo tiempo tan parecidos al de la luz de la luna) hacía el cielo. Manto oscuro lleno de agujeros. Ví su brazo estirarse y dudé en rechazar su invitación ante el cigarrillo que me daba, pasando de este a sus muñecas violentamente cortadas.

Bipolar© [Completa✔️]Where stories live. Discover now