Capítulo 73

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—¿Qué?— preguntó por lo bajo, incrédulo— Pero... ¿Que mierda? ¿Por qué le pondrían una puerta así a un lugar como este?

Ese no era el caso, revisaba mis bolsillos con desesperación cuando me percaté de algo: no estaba. Había dejado mi celular cargando en mi habitación, ¿Y ahora qué? Genio, piensa en algo. Sabes abrir puertas sin necesidad de una estúpida llave, me decía a mi mismo.

En ese momento empecé a mirar en todas direcciones, mientras Marcos trataba de descifrar que es lo que pasaba por mi cabeza para a la final terminar buscando tan desesperado como yo, algún objeto, alguna cosa, lo que sea lo suficientemente ideal para hacerse con el cerrojo de aquella vendita puerta, pero nada, no había ni un solo palito para prestarse a nuestras mañas.

— ¿Marcos?— le pregunté.

Se había deslizado por la pared hasta dejarse caer, como si sacara la bandera blanca ante la vida, se había rendido. Ya no sabíamos en donde más buscar, el aire se tornaba denso, era más dificil respirar. Las paredes blancas comenzaban a aburrirme, ¿Cuánto tiempo habíamos estado allí buscando? Ya no lo recuerdo.

— No soporto los lugares... Los cuartos pequeños ¿Vale? Eso es todo.

Me dió un poco de gracia, ¿Quién se lo hubiese imaginado? Tal vez no debí de reír con tanta maldad y sorpresa. ¿A esto es a lo que tienes miedo? Marcos, ¿Y a que más? Eres toda una cajita de sorpresas a la que nadie le ha interesado averiguar.

Me senté junto a él en el suelo con tan solo medio metro de distancia, pude comprobar que en el aire se dibujaban las olas azules de color del hielo, eso junto a las paredes blancas y aquellas carnes rojas de los freezer les daban un toque fantasmal al cuarto de provisiones, casi aterrador cuando te dabas cuenta de que no había escape y el oxígeno era escaso, cuando respirar se complicaba cada vez más y tú nariz se volvía fría. En las penumbras de los rincones más oscuros aguardaba el silencio, pero no era un silencio normal, era uno que podía ocasionarle pesadillas a cualquier niño, hasta al hombre más valiente y no creyente, y al anciano más sabio.

— En la oscuridad infinita de tu inmenso abismo te serás encontrado... Llama al que lía los enormes cigarros, al musculoso, y pídele que bata...

— ¿De que estás hablando?— le pregunté pero me ignoró por completo.

— ... en los cuencos de la cocina el coágulo de la lujuria. Que las criadas holgazaneen, vestidas con el traje que acostumbran usar, y los muchachos
traigan flores envueltas en periódicos atrasados.

»... No molestes el final de la apariencia. El único emperador es el emperador de los helados...«

-... Saca de la cómoda de tablones de pino... El único emperador es el emperador de los helados. WALLACE STEVENS. La columna tiene
un agujero. ¿No puedes ver
a la Reina de los Muertos? GEORGE SEFERIS.

Me di cuenta que trataba de distraerse pensando en otras cosas, recitando algún poema, frotarse los dedos sin ser consciente del constante acto nervioso ante el roce de la piel. ¿Qué cómo fue que me dí cuenta? Pues, al terminar de hablar se escuchó que hiperventila.

— Marcos, Marcos— repetí levantando su rostro con ambas manos- tienes que calmarte.

Ante la aproximación apretó sus labios y miró los míos, dejando de respirar, agrande los ojos al darme cuenta de la cercanía, inmediatamente me levanté dando grandes zancadas hacía atrás, tropezando con algo ¡Menudo susto! Mierda, y yo que sólo trataba de ayudar, y ahora como...

— Está bien, —dijo con calma- intentaré calmarme.

....5 minutos después....

— ¡SAQUÉNME DE AQUÍ!— gritaba por tercera vez dando una patada furioso a la puerta.

Bipolar© [Completa✔️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora